Un Leoncito Alado que quiere volar alto: la historia del dibujito argentino que conquistó YouTube y Netflix

MIRÁ LOS VIDEOS. Con 31 años, Javier Anaya lidera un proyecto que se inició con una inversión de apenas US$5000 y hoy ya supera los 650 millones de vistas, con los bebés como principal audiencia; ahora avanza con su primera película y un musical asociado con Cris Morena

La llegada de un nuevo integrante a la familia. El gusto personal por los dibujos animados. La vocación por crear contenidos audiovisuales. El desarrollo de internet y las plataformas digitales. El feedback con la audiencia. Y la suerte de un encuentro. Todos estos componentes se combinaron en la vida del realizador Javier Anaya y la historia de Leoncito Alado, un fenómeno que cautiva a los bebés y se ganó la confianza de los padres en la Argentina y otros países de la región. Desde un cuarto desocupado en Buenos Aires, con US$5000 y su computadora, el director puso en marcha un proyecto que ya superó los 650 millones de vistas en YouTube .

«Toda la vida tuve ese impulso de hacer proyectos propios», dice Anaya. Fanático de los cómics y el animé, se formó como realizador audiovisual en Cievyc y luego se graduó de licenciado en Comunicación Audiovisual en la Unsam. «Desde que tengo 15 años, en la época del colegio, se me ocurrían ideas de series y películas, y eso me llevó a elegir lo que estudié», dice.

La suerte lo encontró en Dublín, la capital de Irlanda, adonde viajó luego de algunas experiencias en la Argentina. Mientras era mozo en un restaurante argentino de esa ciudad, editaba y producía contenidos en el canal local DCTV. «En ese trabajo no me pagaban, pero lo hacía porque me gustaba y me servía para aprender inglés técnico», recuerda. Las puertas de su futuro las abrió uno de los comensales habituales. «El restaurante estaba a pocas cuadras de las oficinas de YouTube y me enteré de que algunos clientes que venían siempre trabajaban ahí. Un día les dije que miraran el canal, que iba a salir el programa donde yo trabajaba. Habíamos ido a cubrir una gran feria de literatura de Dublín», recuerda Anaya, sobre una conversación que derivó en una propuesta laboral.

En ese momento, recuerda, invirtió sus ahorros en una computadora para empezar a producir y editar videos para alimentar 40 canales de video en YouTube. «Después de la tele, me juntaba a charlar qué había que hacer y empecé a filmar y editar. Los que más funcionaban eran contenidos de fitness y make up en ruso», recuerda sobre una época en la cual aprendió las técnicas y las claves para generar contenidos exitosos en el universo digital.

De regreso en Buenos Aires, se instaló con su computadora en una habitación en la casa de sus padres y continuó trabajando con sus clientes irlandeses, pero capitalizó esa experiencia para comenzar su propia producción.

«Volví de Irlanda porque no tenía la ciudadanía para quedarme y no podía seguir trabajando allá, pero le pedí plata a uno de mis clientes de esa época y empecé con una inversión de US$5000, e hice los primeros 15 videos», recuerda, sobre los pasos iniciales de su serie para bebés menores de dos años. Entre bocetos e ideas acumuladas en años, diseñó los personajes, escribió las primeras canciones y, con una cantante y un piano, grabó música y letra en su casa.

Primeros pasos

La génesis del proyecto, recuerda Anaya, estuvo en su familia. «Había nacido mi sobrina y quise hacer algo para entretenerla. Mi hermana estaba embarazada y decidí meterme en ese universo. Compré un libro sobre cómo educar a chicos de 0 a 6 años y aprendí qué querían los bebés. Cada vez que ella sacaba la vista de mis videos, sabía que había algo para corregir», recuerda el realizador, que bautizó a algunos de sus personajes con el nombre de sus sobrinos.

Sus lecturas sobre niños y sus propios gustos en materia audiovisual se combinaron para dar forma a los personajes, la historia y las canciones de Leoncito Alado, que hoy también están disponibles en Netflix Spotify .

«Trabajo mucho la combinación y el contraste de colores, la diferenciación de figura y fondo, y evito las puntas muy marcadas en los diseños. Además, hago mucho foco en los ojos, porque es el elemento que guía la vista. Soy fanático del animé y aprendí a darle a la mirada un valor compositivo con el estilo oriental. En el fondo, no dejan de ser videoclips. A los adultos también nos gusta, pero quizá necesitamos más historia en el contenido», explica, al analizar el porqué del éxito de su creación entre los más chicos. Series animadas como Dragon Ball o Supercampeones y las películas del director japonés Hayao Miyazaki, creador de films como El viaje de Chihiro Mi vecino Totoro,aparecen entre sus influencias.

Modelo de producción

Al definir el modelo de producción que sustenta el contenido de Leoncito Alado, Anaya sostiene que una de las claves es distinguir a su audiencia, los bebés menores de dos años que consumen sus creaciones, del target, las madres y padres de esas familias.

«Ellos son mis clientes, que quieren que cuando sus hijos están alterados se tranquilicen y dejen de llorar. Eso es lo que tengo que resolver con mis videos. Por eso es ahí donde tengo que construir ese vínculo y la confianza, para que tengan la tranquilidad de que cuando sus hijos están frente a una pantalla mirando Leoncito Alado están cuidados, no tengan que dudar de si es un contenido de calidad o si no está bueno», explica, al definir que ese es el camino para incrementar las visitas a su canal y el tiempo de permanencia. «Siempre que tengo la oportunidad de hablar con los padres les sugiero que no se mire mucho, que no sea un consumo excesivo y que se evite el uso de auriculares», agrega.

De aquellos 15 videos iniciales Leoncito Alado creció hasta convertirse en un éxito más allá de la Argentina, que se sustenta fundamentalmente con ingresos publicitarios. Además de sus contenidos en español, que generaron casi 1,3 millones de suscriptores en el canal de YouTube, hoy Anaya realiza los contenidos también en inglés y en portugués, para abastecer el mercado brasileño, que concentra la mayoría de sus visitas. Además, difunde sus canciones en plataformas de streaming como Spotify, y está presente en Netflix, con contenidos en 3D.

En la era de la viralización, la industria de los contenidos audiovisuales sintió el impacto del fenómeno Momo: múltiples videos para chicos de personajes reconocidos, como Peppa Pig, circularon en redes sociales con manipulaciones y ediciones que incorporaban una figura que irrumpía en las escenas e interpelaba a los niños con desafíos que incluían golpearse o lastimarse. La problemática cruzó fundamentalmente servicios de video abiertos al público y redes como Facebook o WhatsApp.

«Es un tema muy delicado para toda la industria, y debería llamar la atención de todos. Hubo chicos lastimados y eso es inadmisible», advierte Anaya, quien tras la expansión de estos virales decidió migrar su contenido a la plataforma YouTube Kids, especializada en contenidos infantiles. «Es un sistema más seguro, todo el contenido es curado y la plataforma asegura que antes de ser subido a la web todo es visto por un humano. Uno como comunicador tiene una misión y tiene responsabilidad sobre lo que produce, más cuando te miran 40 millones de personas por mes», dice, aunque enfatiza en el rol de los adultos a la hora de supervisar el consumo de contenidos de los menores en internet: «Hay mucho contenido problemático circulando y de alguna forma les puede llegar. Lo mismo sucede en Netflix: la sección kids no está sectorizada y el de tres años puede ver lo mismo que el de 15. El padre o la madre son los responsables de lo que mira su hijo».

Crédito: Ignacio Sánchez

Paso a paso

El éxito que hoy disfruta, sin embargo, no fue repentino. «De a poco me empezaban a llegar por Facebook fotos de cumpleaños de chicos con las fotos de los personajes, de la Argentina a Costa Rica, y eso me impulsaba. Tardamos un año en llegar al millón de visitas y ese punto me impulsó. No ganaba mucha plata, pero sabía que tenía que seguir», recuerda el realizador, quien de forma paralela trabajaba en productoras o firmas de cine. Así llegó al equipo de producción de Metegol, el film animado de Juan José Campanella estrenado en 2013.

«Fueron casi ocho meses. Entré como ayudante de iluminación y tuve la suerte de hacer revisiones de planos con Campanella. Una vez por semana tenía reuniones con él para revisar cada escena. Me sentaba a anotar cada comentario en cada plano de la película y así aprendí un montón sobre composición. Durante un mes, apurados por el estreno, trabajamos en doble turno», relata Anaya.

Al terminar, utilizó esa plata para financiar un viaje a una convención de contenidos audiovisuales a Europa, como parte de una delegación de realizadores argentinos. «Es el mercado más grande de la industria. Fui con cuatro carpetas de proyectos, entre las que tenía a Leoncito Alado, y había figuras como Cris Morena , Claudio Villarruel o (Federico) Hoppe, de Ideas del Sur. Fue un aprendizaje enorme. Me contacté con un montón de gente y terminé en reuniones con Disney o mostrando mis ideas al creador de los Teletubbies», recuerda.

La producción de contenidos propios se convirtió en trabajo principal hace dos años, cuando Anaya fundó formalmente la firma Sense of Wonder. Antes, había creado junto a dos amigos la firma Gotzuki, con la cual crearon Soccer Cow, galardonado con el premio al Mejor proyecto en Expotoons 2012. El éxito de sus personajes le abrió las puertas en Silicon Valley, a donde viajó para trabajar con sus contenidos en las oficinas de YouTube.

Más allá del éxito central de Leoncito Alado, el objetivo de Anaya es sumar proyectos a su productora, que tiene dos empleados y este año proyecta facturar US$100.000. «Estoy en una etapa de entender cómo funciona el modelo de negocio y pensar el desarrollo de la empresa. Hoy funciona como un hub. En el rubro sería algo más parecido a una agencia que a una productora. Tenemos los clientes que nos piden la parte creativa o el desarrollo de un determinado proyecto, salimos a ofrecer nuestros servicios de producción para terceros o trabajamos en creaciones propias», explica.

Junto su creación más exitosa, este último segmento incluye otros trabajos, como Ke Golazo, una serie de contenidos audiovisuales con temática futbolera orientada a varones de seis a 10 años, y un proyecto de contenido musical para niñas de 6 a 10 años desarrollado en conjunto con Cris Morena y el estudio de animación Mundo Loco, que dirige Gastón Gorali. Además, Anaya está escribiendo una película y tiene otras quince ideas anotadas en cuadernos que esperan en los cajones de la productora su turno para salir a la luz.

«Es un proyecto de muchas posibilidades. En estos 12 años de carrera profesional pasé por 20 casas productoras, conocí muchos directores, productores y un montón de gente y tenemos la suerte de que trabajo nos sobra», explica el realizador, de 31 años, quien define el desarrollo de ideas, la producción audiovisual y la distribución digital de los contenidos como sus tres grandes áreas de trabajo.

Hoy, además de su fundador, la firma tiene otros dos profesionales que se encargan de las diferentes áreas, desde la operación con los videos hasta las ventas, y el plan es duplicar el plantel para llegar a un staff de seis personas a fin de año.

Red de proveedores

En el día a día, Sense of Wonder trabaja, a su vez, con una red de proveedores, desde grandes productoras hasta artistas, diseñadores o cantantes freelance, que conforman un equipo específico de acuerdo con las demandas de cada trabajo. Así, por ejemplo, realizó los videos en 3D para Netflix. «De esa forma vamos llevando este proyecto al siguiente paso. Hoy internet reúne todo y en nuestra actividad se puede hacer cualquier tarea desde tu casa o un bar con una computadora. Hay muchos artistas que sonfreelancers y hacen trabajo de primer nivel. Yo no sé hacer un holograma para un video, conozco gente con la que trabajé en Metegol que sí puede hacerlo. Desarrollo una idea y no me limito a lo que puedo ofrecer porque tengo un hub de proveedores grande», afirma.

Con los pies en el presente, Anaya no deja de planificar el futuro. A nivel negocio, no descarta sumar inversores en el mediano plazo para incrementar las posibilidades de su firma y ambiciona con crecer desde la Argentina hacia el exterior. «La comunicación, la tecnología y el entretenimiento son tres industrias en pleno crecimiento, y todos los que estamos en el sector podemos ofrecer un servicio desde una computadora para cualquier parte del mundo. El sector está en plena expansión, más que nada con la penetración de dispositivos móviles y la velocidad de internet», sostiene el realizador, quien abraza la incertidumbre de la innovación tecnológica. Drones y cámaras 360 son algunas de las últimas incorporaciones a su set de herramientas de trabajo.

«Yo no sé qué voy a hacer de acá a 10 años. El contenido que tendrá cada vez más relevancia será el audiovisual, o, mejor aún, el interactivo», proyecta sobre un horizonte que incluye imágenes en 3D, videojuegos y la realidad virtual. «Nunca soñé todo esto. El proyecto me hizo creer en mí, y por eso lo amo».

El león ruge cada vez más fuerte

Inversión, ingresos y audiencia: los números de la productora

  • 1° distinción: Fue el premio que obtuvo en la edición 2012 de Expotoons con su producto Soccer Cow, que fue elegido «mejor proyecto»
  • 5000 – Capital inicial: Es la inversión inicial en dólares con la que Javier Anaya comenzó su proyecto audiovisual
  • 100 – Ingresos: Es la facturación en miles de dólares proyectada para este año por su productora de contenidos
  • 650 – Vistas: Son los millones de vistas que alcanzó Leoncito Alado en YouTube, apuntando a los bebés como principal audiencia
  • 40 – Consumidores: Son los millones de personas que mensualmente consumen los contenidos de Leoncito Alado
  • 1,3 – Suscriptores: Son los millones de suscriptores con que hoy cuenta Leoncito Alado en su propio canal de YouTube.
Fuente: Esteban Lafuente, La Nación