Como lo veo yo

TOC TOC, Neurosis Obsesiva en clave de humor. Por: Adriana Muscillo

 

La obra de teatro que batió los records en tiempo de permanencia en cartel y en cantidad de espectadores, sigue llenando el Multiteatro de Av. Corrientes 1283, en la ciudad de Buenos Aires.

Más de 10 millones de personas padecen de Transtornos Obsesivos Compulsivos (TOC) y, el resto de los mortales, tendremos –seguramente- algún rasgo, alguna tendencia hacia alguna de esas conductas repetitivas. Por eso, todos –sin excepción- nos vemos reflejados en la obra que escribió el francés Laurent Baffie, donde seis pacientes se encuentran en la sala de espera de un prestigioso psiquiatra que nunca llega y ellos deben ser quienes lidien con sus propios síntomas, ayudarse entre sí, desplegar sus angustias y enfrentar sus miedos patológicos.

En esta obra, el sufrimiento está sobrevolando la escena en todo momento aunque la destreza de su directora, Lía Jelin, que tuvo –además- la agudeza de elegir a los actores indicados para representar cada personaje, le confiere ritmo y mucho humor. A su vez, la cuidadosa adaptación de Jorge Schussheim, esposo de Jelin, logra un delicado equilibrio entre la diversión, lo jocoso y el respeto por quienes padecen de estos transtornos compulsivos.

Así, llega al consultorio Alfredo (Mauricio Dayub), que no deja de proferir insultos y sonidos extraños como consecuencia de su síndrome de Tourette combinado con coprolalia. Luego, Camilo (Daniel Casablanca), un taxista obsesionado por los cálculos, que niega su enfermedad, a tal punto en que –por momentos- llega a convencer al espectador de que “es sano”, sobre todo teniendo en cuenta que, en el drama argumental, este personaje se erige como espectador, se sale del cuadro y mira a los demás como a “enfermos”, hasta que le toca ponerse a prueba. Más tarde, aparece Blanca (Gimena Riestra) que presenta nosofobia y practica excesivos rituales de limpieza –por algo se llama Blanca- lavándose las manos una y otra vez y Otto (Diego Gentile), con una obsesión a la simetría y fobia a las líneas. También van a la consulta Liliana (Laura Azcurra), con ecolalia y palilaia, repite todo lo que dice dos veces; y por último, María Auxiliadora (Natacha Córdoba) una fanática religiosa que verifica sus objetos todo el tiempo.

Hay escenas realmente desopilantes, muy graciosas, donde uno no para de reírse. Los personajes interactúan y sus patologías se potencian, se combinan, encajan unas con otras: el obsesivo de las cuentas se entretiene calculando cuántos jabones gasta la obsesiva de la limpieza o cuántas rayas del suelo deberá evitar pisar el fóbico. El que padece el síndrome de Tourette, hace gestos obscenos ante el espanto de la fanática religiosa que no para de persignarse. El de los cálculos cree que es el más normal y oficia de mediador, moderador. Pero su síntoma se desata brutalmente cuando llega el momento de mayor tensión dramática, en el que los pacientes, deciden proponerse un reto: el de pasar, al menos, 3 minutos sin dar rienda suelta a su síntoma.

Es entonces cuando el espectador se conecta con el sufrimiento de cada uno de los personajes y puede dimensionar la magnitud de sus complejidades. La obra tiene un final sorpresivo, muy ingenioso.

Daniel Casablanca, el actor que representa al taxista, sostiene que esta obra es ideal para el público argentino. ¿Por qué? Por dos razones. La primera, el argentino es “teatrero”, ama el teatro. Y la segunda, nuestro país es uno de los que más analizados y analizantes tiene entre su población. La Argentina es uno de los países con mayor matrícula de psicoanalistas graduados. Entonces, combinar teatro con psicoanálisis es una fórmula exitosa, desde su concepción. El argentino es “obsesivo por la terapia”, dice Casablanca.

Uno va a ver TOC TOC, como el taxista, pensando que uno es normal y que se va a divertir con la exageración y el absurdo de las características de los diferentes TOC de los personajes. Lo de la diversión es totalmente cierto pero, además, uno sale de allí encontrándose en ellos, espejándose y reconociendo los rasgos obsesivos propios y ajenos. Por eso es que este espectáculo ya lleva seis temporadas ininterrumpidas, con más de mil setecientas representaciones, siempre con localidades agotadas en Buenos Aires y en 115 ciudades del interior del país. El que ya la vio, la recomienda, ya que cada personaje le recuerda episodios de su vida diaria y de la de sus allegados.

* Adriana Muscillo es cofundadora (2009) y Directora de Contenidos de Diario de Cultura (Buenos Aires)