Como lo veo yo

Filomena Marturano: Neorrealismo italiano de posguerra en la calle Corrientes. Por: Adriana Muscillo.

Un clásico de la dramaturgia universal, creado en la Nápoles de 1946 por Eduardo De Filippo, cobra nueva vida en el Teatro El Nacional, de la mano de Claudia Lapacó y Antonio Grimau, con texto adaptado por Dany Mañas, dirección de Helena Tritek y escenografía a cargo del Maestro Eugenio Zanetti.

Nació en el cine. Lo estrenó Titina De Filippo, la hermana del autor para quien fue creado el personaje. En nuestro país, fue nada menos que Tita Merello quien encarnó –en 1950- a esta desafortunada mujer que debió luchar contra la pobreza y el hambre, para sacar adelante a sus tres hijos sin padre. La acompañó Guillermo Battaglia, con dirección de Luis Motura. Tita tuvo una vida muy difícil, signada por la pobreza y el abandono desde muy pequeña y fue analfabeta hasta después de convertirse en una cantante y actriz popular, de modo que habrá sabido bien identificarse con la sufrida Filomena, con quien compartía su desdicha.

En 1964, el gran cineasta Vittorio De Sica, figura clave del neorrealismo italiano, hizo su memorable versión que tituló “Matrimonio a la italiana”, que obtuvo dos nominaciones al Oscar y tres, al Globo de Oro, con las rutilantes actuaciones de Sofía Loren y Marcello Mastroianni.

En teatro, fueron muchas las versiones que se conocieron, protagonizadas por actrices de la talla de China Zorrilla, María Rosa Gallo, Virginia Lago y Betiana Blum, entre otras.

Actualmente, la adaptación de Dany Mañas se puede ver en El Nacional de Av. Corrientes 968, con dirección de Helena Tritek (Premio Kónex, Diploma al mérito), escenografía del prestigioso artista Eugenio Zanetti y las actuaciones protagónicas de dos grandes del teatro argentino: Claudia Lapacó y Antonio Grimau.

Filomena (Claudia Lapacó), es una pobre mujer que nace en una familia de escasos recursos en la Italia de posguerra y debe prostituirse a muy temprana edad, alentada por su padre (“Sos una linda chica y, en casa, no te podemos mantener”) y conoce en un prostíbulo a Doménico (Antonio Grimau), un hombre de buena posición que se la lleva a vivir con él pero que, sin embargo, continúa con su vida licenciosa, mientras la degrada psicológicamente por sus orígenes humildes y su procedencia. Ella, durante muchos años, guarda el secreto de la existencia de tres hijos a quienes mantiene a escondidas de su concubino y quiere casarse para poder darles, finalmente, un apellido, para lo cual inventa una enfermedad mortal que lo obligaría a acceder a su  “última voluntad”.

Es una historia que aborda la problemática de la mujer sola inmersa en el ambiente opresivo y patriarcal de los años ’40, en una Europa empobrecida y precarizada por los embates de la guerra pero que, sin embargo, tiene gran vigencia en nuestros días.

Es una historia, también, de grandes contrastes: la miseria material de ella contrasta con su dignidad humana. La fortuna económica de él, con su miseria espiritual. Los personajes no son lo que empiezan pareciendo. La prostituta, ladrona y mentirosa es, en realidad, una noble mujer, luchadora, desinteresada y una madre devota que hace lo imposible para llevar adelante la vida de esos tres hijos, sin esperar nada a cambio, aun sin que ellos mismos (ni nadie) lo sepa. En silencio y en secreto. Sin esperar reconocimiento y sin confesarlo durante años. El hombre, elegante y señorial, dueño de una hermosa casa y que viaja por el mundo es, en realidad, un patán que sojuzga a esa mujer y la somete a los peores castigos psicológicos, negándola en público, escondiéndola de la mirada de la alta sociedad por vergüenza al “qué dirán”. A lo largo del drama argumental, el personaje de Doménico evoluciona, llevado por los sentimientos que se despiertan en él, ante la presunta paternidad de uno de esos tres hijos.

El cuento termina bien, a partir del importante vuelco de Doménico que, finalmente, accede a casarse con Filomena y reconocer a esos chicos, aun sin saber jamás cuál de los tres es su hijo biológico.

¿Qué decir de estos grandes “pesos pesados” de la escena nacional? Ambas trayectorias son contundentes y decisivas en el escenario. Claudia Lapacó, avezada comediante de alta estirpe, transmite una gran vitalidad y energía acompañadas de humanidad y amor. Si bien el personaje de Grimau no tiene tanta fuerza, sus dotes actorales permiten ver cómo se va transformando a medida que avanza la trama argumental.

Son notables, también, las actuaciones de Ignacio Pérez Cortés, Victorio D’Alessandro y Matías Mayer, que personifican a los tres hijos, y la de “la enfermera”, Natalia Cociuffo, que viene haciendo una importante carrera en el musical.

Para completar el cuadro, el afamado y premiado director de arte, ilustrador, escenógrafo, pintor, diseñador, dramaturgo y director de cine, Eugenio Zanetti entrega, en esta puesta, una brillante ambientación de época que se constituye en el marco perfecto para esta pieza teatral.

Por: @Adriana Muscillo.