Como lo veo yo

Il Trovatore abrió la X temporada de transmisiones en vivo desde el Met en HD. Por: Adriana Muscillo.

Una tarde a pura emoción se vivió en el Teatro El Nacional de Buenos Aires con la proyección en directo desde el Metropolitan Opera House de Nueva York, de la imponente obra de Giuseppe Verdi, con dirección del maestro Marco Armillato y la actuación estelar de la notable soprano Anna Netrebko en el rol de Leonora.

Como cada año, la Fundación Beethoven hace posible este lujo en nuestra ciudad. Esta vez, en una tradicional sala de la emblemática avenida Corrientes, como es la del Teatro El Nacional, con 109 años de historia. Juntamente con otros 69 países, en seis continentes así como en 750 salas de cines en los Estados Unidos, comenzó la temporada 2015-2016 de este magnífico acontecimiento, en tiempo real y en alta definición.

La trama –una tragedia a todas luces- se desarrolla entre Vizcaya y Aragón en el marco de la revuelta de Jaime de Urgel, a principios del siglo XV, contra Fernando de Antequera, a raíz del resultado del Compromiso de Caspe, al que se llegó después de la muerte sin hijos de Martín el Humano.

El Conde di Luna culpó a una gitana de haber embrujado y enfermado al menor de sus dos hijos, por lo que la envió a la hoguera. Ella, que sostuvo su inocencia hasta el último momento, en medio del horror del fuego pidió a su hija, Azucena, que vengara la afrenta. Esta raptó al niño para, a su vez, quemarlo. De hecho, se hallaron los huesos de un niño incinerado, aunque el Conde se negó a creer que se tratara de los restos de su hijo.

Transcurrido el tiempo y, moribundo, el Conde di Luna pidió a su otro hijo, el mayor y sucesor que buscara a Azucena. Y es aquí donde se presenta el triángulo amoroso. Tanto el nuevo Conde di Luna como el trovador Manrico están enamorados de la princesa Leonora, aunque ella solo ama a Il Trovatore quien, frente a su balcón, canta sin saber que es observado por di Luna, que rondaba por allí. Manrico, a quien habían condenado a muerte por sus convicciones políticas, se bate a duelo con el conde por el amor de Leonora.

Lo ocurrido ¨realmente¨ con el niño raptado es que sobrevivió, porque Azucena tuvo una confusión tremenda en medio del dolor por la tortura de su madre y, en vez de arrojar al fuego al hijo del Conde, arrojó a su propio hijo. Luego, crió a Manrico como una madre, dándole todo su cariño. Manrico se da cuenta de que Azucena no es su madre pero también siente el amor filial; le dice que en el duelo contra di Luna, habiéndole derrotado, se ve impedido de darle la muerte por una fuerza misteriosa.

Por otra parte, Leonora se dispone a ingresar en un convento creyendo muerto al trovador, quien deja a Azucena muy enferma para tratar de impedirlo. También di Luna tiene sus planes y se dispone a raptar a Leonora, ante lo cual Manrico le advierte que se abstenga y se lleva a Leonora con él.

La pareja se refugia en el castillo de Castellar, en Zaragoza y el Conde ataca la fortaleza. Azucena es capturada y el Conde, quien ve la oportunidad de hacer salir a Manrico ante los gritos de auxilio de su madre; ordena confeccionar una pira y quemar a Azucena. Manrico se dispone a atacar a las fuerzas del Conde a pesar de estar en desventaja y, claro, es tomado como prisionero, ante lo cual Leonora se ofrece al Conde a cambio de la vida de su amado pero, antes de que pudiera consumarse la entrega, toma un veneno que llevaba en su anillo.

Cuando Leonora ve a Manrico y le dice que es libre pero que no puede acompañarle, él decide quedarse en la prisión creyéndose traicionado en su amor. Entonces Leonora, ya moribunda, dice que prefiere morir con él. El Conde que oyó la conversación ordena la ejecución de Manrico. Azucena se recobra y trata de impedirlo, pero Manrico muere y Azucena canta Egli era tuo fratello! Sei vendicata, oh madre (¡Él era tu hermano! Estás vengada oh madre).

En esta ópera escrita en italiano por Salvatore Cammarano, con música de Giuseppe Verdi, basada en la obra de teatro El trovador (1836) de Antonio García Gutiérrez, no falta ni un componente para constituirse en una vera tragedia. Amor, enfermedad, secretos, malentendidos, locura, muerte. Gran parte de la historia no transcurre en el escenario sino que es relatada por los personajes, en tiempo pasado. El relato, así, se convierte en la estructura de la ópera. Es, a mi juicio, una de las obras más románticas de Verdi. Esa manera de no ocurrir los hechos en el presente, confiere a la escena un cierto misterio, una sensación de irrealidad. Es la segunda de la conocida como “trilogía popular”. La primera es Rigoletto, la tercera, La Traviata (mi preferida entre todas las óperas, de todos los compositores) El personaje de Azucena, en Il Trovatore, es central. Es una pobre mujer, descarnada, violenta pero tierna. (Todo el tiempo Verdi juega con el contraste de los opuestos).

Si Enrico Caruso dijo una vez que “todo lo que se necesita para representar Il Trovatore es a los cuatro mejores cantantes del mundo”, esta función soberbia que hemos visto en directo desde el Metropolitan Opera House de New York, parece haber resuelto la ecuación: con la actuación sobresaliente de la magnífica soprano rusa Anna Netrebko, la preferida de la crítica mundial que –con esta- lleva 12 representaciones estelares en el Met, más que ninguna otra cantante, en el rol de Leonora, uno de los personajes más conmovedores de la ópera; la muy esperada reaparición en los escenarios del extraordinario barítono ruso Dmitri Hvorostovsky, como el Conde Di Luna, luego de haber cancelado todos sus compromisos en el mes de junio a causa de un tumor cerebral; la magistral interpretación del tenor surcoreano Yonghoon Lee en el rol de Manrico y la impactante mezzosoprano Dolora Zajick en uno de los personajes más oscuros y violentos de la historia de la ópera, como es el de la gitana Azucena, una pieza clave en la trama argumental.

Esta obra se representó por primera vez el 19 de enero de 1853 en el Teatro Apollo de Roma y, desde aquel momento, conoció infinidad de escenarios de todo el mundo por revestir una de las historias más apasionadas y desgarradoras del espectro operístico.

Adriana Muscillo es cofundadora (2009) y Directora de Contenidos de Diario de Cultura (Buenos Aires).