Con dirección a cargo de Alejandro Tantanian, flamante director general del Teatro Nacional Cervantes y producción general de Pablo Kompel, la obra de Santiago Loza se presenta en la Sala Pablo Picasso del Paseo La Plaza, ubicada en Av. Corrientes 1660, CABA, los viernes y sábados a las 20 hs y los domingos a las 19 hs.
En la repetición rutinaria de los actos cotidianos crece, solapada, la vida.
Por ejemplo, una vida pequeña y austera, la de una mujer simple y sencilla que, sin embargo, ese día se siente diferente.
Al lavarse los dientes esa mañana, su cepillo se quebró como se quiebran, a veces, en un instante las emociones. Ese simple accidente da inicio a un día diferente en la vida de una mujer (Marilú Marini) que espera la visita de su hijo Martín (Ignacio Monna), quien vive en Nueva York con Robert, su pareja, un hombre negro al que ella imagina musculoso y apuesto a espaldas de su marido, Claudio, quien desaprueba la relación.
Martín aparece en escena en forma de espejismo, de ensoñación y canta y baila con ella esas “Canciones de Amor” que están en el inconciente colectivo de toda una generación: canciones elocuentes como “Un beso y una flor”, que inmortalizó Nino Bravo y “Te quiero”, de José Luis Perales, entre otras, ilustran los recuerdos y las añoranzas de nuestra protagonista, al compás del piano de Diego Penelas, responsable –además- de la dirección musical de la obra.
Santiago Loza recrea, en esta propuesta, un pasaje en la vida de una persona cualquiera, probablemente un ama de casa. Una mujer, quizás sobreprotectora, que extraña locamente a su hijo. El autor se mete acá en el mundo subjetivo de esa mujer, en el micro espacio de sus cavilaciones, la indaga y la desnuda.
Marilú Marini, la gran artista argentina que reside en París desde 1970, pone en marcha su máquina de encantamiento y nos atrapa con su experiencia y solidez interpretativa.
“Todas las canciones de amor” es una de esas obras que, sin grandes pretensiones, bucea en las profundidades de lo común y cotidiano para mostrar al espectador un poquito del interior de uno mismo, como por una hendija. Se mete en el living de una casa cualquiera de una familia cualquiera. Se mete en la mente y en los sentimientos de una mujer que podría ser la misma que lee esta nota ahora y que podrá verse reflejada en este personaje.
Habla, como sin querer, de la “pequeña vida” que corre como un río subterráneo. Habla de los prejuicios que agitan las relaciones humanas pero que se naturalizan al asumirse. Habla del alma humana.
@AdrianaMuscillo es Periodista Cultural y Psicóloga Social. Columnista de Cultura y Espectáculos en Radio Nacional y Cofundadora y Directora de Contenidos en Diario de Cultura.