Como lo veo yo

Gilda. No me arrepiento de este amor. Por: Adriana Muscillo..

 

Fui a ver Gilda, una película muy esperada por muchísima gente porque se trata de un personaje sumamente popular y debo decir que salí del cine gratamente sorprendida.

Gilda, la estrella de la cumbia, tenía y tiene una enorme cantidad de fans, su fama trascendió el mundo de la música tropical para revertir un carácter místico sanador.

Hoy, a 20 años de su fallecimiento, el 7 de septiembre de 1996 por causa de un accidente muy lamentable cuando tenía solo 35 años, se puede ver -por fin- un film biográfico que la muestra como a una mujer determinada en cumplir el sueño de su vida: cantar.

Hubo varios intentos de hacer un film que narrara su vida. Cinco directores lo intentaron pero su hijo, Fabrizio Cagnin, que es uno de los sobrevivientes de aquel accidente, se negó a ceder los derechos, en las cinco oportunidades. Incluso, a Lorena Muñoz, la directora del flamante film también le costó muchísimo convencerlo pero fue perseverante y lo logró. Primero, le dejó una nota en el buzón de su casa y nada. Luego, a los diez días, volvió y dejó en el buzón una carta de ella y de Natalia Oreiro en la que le contaron la historia que querían narrar y que compartían con su madre el hecho de ser mujeres con un gran deseo de luchar para conseguir su objetivo. Y también hubo silencio. Y el tercer intento fue el vencedor, cuando le dejaron en el buzón una grabación de Oreiro cantando un tema de Gilda. Pocos días después, Lorena Muñoz recibió una llamada de los abogados del hijo de Gilda, Fabrizio Cagnin y se logró un primer encuentro, luego hubo muchos más hasta que se pusieron de acuerdo y, como resultado, tenemos esta película que realmente, es sorprendente.

¿Por qué digo «sorprendente»? Porque no responde a lo que uno espera ver en un film biográfico sobre una estrella de cumbia sino que va más allá. Y logra cautivar a quienes, como yo, no teníamos «a priori» un conocimiento ni un interés particular por esta temática. Y creo que tiene que ver, en gran medida, con la mirada femenina. La impronta de la directora es fundamental. Porque la historia está contada desde la realidad interior, desde los deseos íntimos de esta mujer, Miriam Alejandra Bianchi, una maestra jardinera casada y madre de dos chicos que no es feliz con su vida, con su matrimonio, con su trabajo, que escribe poesías a escondidas de su marido, que sueña con ser cantante, que recuerda episodios de su infancia y de su juventud, en los que cantaba con su padre, ya fallecido, quien le enseñó a tocar la guitarra. Ella añoraba cantar y se animó. Se animó a presentarse a un casting en una época en que la bailanta era un ambiente mayormente masculino y machista, un mundo además en que las pocas cantantes que había como Lía Cruzet, por ejemplo, eran mujeres exuberantes, pulposas. Gilda era flaquita, delicada, ella se presenta a un casting que le hace Toti Giménez, y resulta elegida. Y, a partir de allí, comienzan los problemas con su marido, la dificultad de conciliar su vida familiar con los shows. Le cuesta mucho, muchísimo insertarse en ese ambiente reducido donde además se encuentra con un empresario bailantero mafioso, apodado “El tigre” que le hace las mil y una pero, llega,

“Yo quiero que la gente cante mis canciones”, dice. Hay unas declaraciones de Toti Giménez, quien también iba en el fatídico bus y sobrevivió, era su manager y luego, su pareja, él dice que Gilda es la Gardel de la cumbia y cuenta que una vez ella le preguntó: «¿Cuándo voy a ser realmente famosa?» Y él le respondió, “cuando en la cancha de boca canten tus canciones”. Cosa que efectivamente ocurrió en el año 1997, un año después de su trágico fallecimiento.

Otro aspecto que me interesa remarcar, es el carácter de santa que muchos le atribuyen. La gente la buscaba para sanarse porque ella tenía un ángel, un carisma muy especial que convocaba santidad, tenía una impronta angelical.

En ese sentido, Natalia Oreiro, vendría a representar una suerte de medium o reencarnación de la cantante popular.

Marta Lescano, presidenta de uno de los clubs de admiradores de Gilda, declaró, luego del estreno, «Lo de la película es un sueño hecho realidad. Ella siempre cumple lo que promete. Dijo ‘Yo por ti volveré’ (refiriéndose a una canción que justamente canta Natalia Oreiro en la piel de Gilda en la última escena de la película, “Yo por ti volveré”) «Ella siempre cumple. ahora vuelve en la piel de Natalia Oreiro», aseguró Lescano.

Sobre la interpretación de Natalia Oreiro, es sabido que ella es una gran admiradora de Gilda desde su niñez, tuvo que adelgazar siete kilos para el papel. También realizó un trabajo especial con su voz para acercarla lo máximo posible a la de la cantante. El resultado es realmente muy, muy impresionante porque está igual, aunque sigue siendo ella. No se trata de una «copia fiel» sino de una «recreación», pero es una recreación fantástica que goza de una verosimilitud asombrosa. La actriz estudió todos los gestos, los mohínes, es notable el parecido físico y actitudinal que logra Oreiro. Es ella misma la que canta y no se puede creer, por momentos, uno se confunde, la realidad con la ficción, porque se trata de una historia muy reciente. Los mismos fans se asombraron porque sintieron que Gilda regresó. Gastón Alarcón, presidente de uno de los clubs de fans de Gilda dijo: «El primer impacto que tengo fue sentir que se venía Gilda encima y empecé a temblar».

Quiero destacar el trabajo de la directora Lorena Muñoz, que me parece que es la clave del éxito de esta película, es una historia bien contada, con una mirada femenina, con un acercamiento desde el fuero íntimo de esta mujer que luchó por triunfar y lo logró y que tuvo una muerte muy temprana y trágica.

«Gilda. No me arrepiento de este amor» me sorprendió y me parece que, más allá del objetivo biográfico, hay un mensaje a recoger en esta historia que tiene que ver con la perseverancia en lograr los sueños.

Por: Adriana Muscillo..