Secuestremos a Michel Houellebecq. Por: Adriana Muscillo.

 

El escritor francés, probablemente el mejor exponente vivo de las letras galas, visitó la Argentina y participó de tres encuentros gratuitos en la ciudad de Buenos Aires. En el último de ellos, respondió a nuestras preguntas luego de la exhibición del film estrenado en Francia en 2014, en el que protagoniza una ficción sobre su propio secuestro.

El domingo 13 de noviembre a las 17,30 horas, el Centro Cultural Recoleta se repletó de personas interesadas en asistir a este encuentro, el último de tres que ofreció Michel Houellebecq en nuestro país y que congregó a decenas de sus seguidores, deseosos de ver, escuchar, conocer al polémico autor de bienhabida fama.

En la Sala de Microcine del complejo no cabía un alfiler. Así que me cuento entre las afortunadísimas personas que pudo ingresar, gracias a esta bendita profesión.

L’Enlèvement de Michel Houellebecq, muestra su secuestro mientras se encuentra en la gira de presentación de su novela El mapa y el territorio. Trasladado a una casa a las afueras de París, el escritor acabará creando una relación amistosa con sus captores, provocando situaciones y conversaciones cómicamente absurdas.

Como muchos recordarán, en septiembre de 2011, el ganador del premio Goncourt 2010 por su novela El mapa y el territorio, desapareció de los lugares que solía frecuentar. Tenía que emprender un tour por varias ciudades de Holanda y Bélgica para hablar de sus libros y no se presentó ni dio ninguna explicación a los organizadores, que tampoco consiguieron localizarlo. No respondió sus emails desde junio, suprimió su perfil en Facebook y cambió de número de teléfono, con lo cual, se tejieron las especulaciones más disparatadas sobre los motivos de su desaparición.

El cineasta Guillaume Nicloux quiere, en este film, aportar una posible explicación de aquel suceso con una ficción en la que el escritor se interpreta a sí mismo, viviendo una situación de privación de su libertad en un contexto totalmente amigable, con captores que hacen todo lo posible para que él se encuentre a gusto y, así, va forjando una relación con sus victimarios en la que se atreve a expresar sus ideas con naturalidad. Entonces vemos a un Michel Houellebecq bastante más relajado que el que conocemos, abordando temas como el holocausto, el genocidio armenio, la democracia y, a la vez,  protagonizando episodios de lo más absurdos, salpicados de un humor irónico permanente.

Sus secuestradores conforman una familia de padre (Dodó), madre (Genette) y tres hijos cuarentones: Luc, Maxime y Mathieu, que tiene un perro bastante oloroso.  Es muy gracioso ver a nuestro admirado hombre de las letras francesas, tratando de aprender artes marciales o fisicoculturismo con estos hombres que lo raptan pero, a la vez, lo cuidan y lo colman de atenciones.

Su mayor problema es no tener a mano un encendedor, para poder fumar. Bebe vino Rivera del Duero, que es el que más le gusta y hasta le pagan a una prostituta, que termina viviendo con ellos, a su pedido.

El director no resuelve el motivo del secuestro, sino que se queda con la trama que se desmadeja en esa convivencia cotidiana que, de alguna manera, atrapa al escritor al punto en que, al momento de su liberación, confiesa que le hubiese gustado quedarse por más tiempo. Y hasta ensaya un poema algo bizarro dedicado a Genette.

Se trata de un film ideal tanto para los seguidores como para los detractores de Houellebecq porque se disfruta con la genialidad igual que con la torpeza de nuestro personaje.

En la conferencia que dio, luego de la exhibición del film, se ocupó de aclararnos que el personaje es ficticio, absolutamente, que no se trata –de ningún modo- de él. Sin embargo, cuando le pregunté por el Rivera del Duero, admitió, con una sonrisa, que ese sí era él.

También es completamente él cuando dice que la creación nace del aburrimiento. Y en la conferencia remata: Se crea desde el vacío, desde la nada que hay en el profundo tedio.

Por: @AdrianaMuscillo