Como lo veo yo

Moisés y los diez mandamientos. La polémica resurrección carioca del cine bíblico. Por: Adriana Muscillo.

 

El film de Alexandre Avancini, producido por la cadena evangélica Rede Record, ya vendió más de 250.000 entradas, aunque no se conoce el verdadero número de taquilla, ya que –según trascendió- la Iglesia Evangélica habría regalado un gran número de billetes entre sus feligreses.

Se trata de una edición de los 176 capítulos de la telenovela del mismo nombre que se emitió en Brasil de marzo a noviembre de 2016 y que fue récord de audiencia en ese país.  En la Argentina, terminó de emitirse hace poco menos de un mes, por Telefé, con idénticos resultados.

La película, producida por la emisora propiedad de Edir Macedo, fundador de la Iglesia Universal del Reino de Dios, es un refrito cortado y pegado de las principales escenas de la tira con algunas grabaciones inéditas rodadas en Israel, Egipto y el desierto de Atacama en Chile, con las actuaciones protagónicas de Guilherme Winter, como Moisés; Giselle Itié, como Zípora –la esposa de Moisés y pareja de Winter en la vida real; Sérgio Marone, como Ramsés y Camila Rodrigues, como Nefertari, entre otros.

El guión, escrito por Vivian de Oliveira, está basado en cuatro de los libros que componen el Antiguo Testamento: Éxodo, Levítico, Números y Deuteronomio. Cuenta la historia del líder hebreo desde su nacimiento hasta su muerte, destacando el encuentro con Dios en el Monte Sinaí, las plagas lanzadas sobre Egipto, su participación en la liberación del pueblo hebreo de la esclavitud, el paso por el Mar Rojo, la revelación de los diez mandamientos, la travesía de cuarenta años en el desierto y la llegada del pueblo a la tierra prometida.

La función de prensa a la que tuve el gusto de asistir, en Cinemark de Palermo, fue un tanto bizarra. Yo, que llegué sin haber visto jamás la serie televisiva y con poca o nula información al respecto, me entregué virginalmente a la trama. La primera escena, sin embargo, me sorprendió de entrada por el indigerible doblaje y la grandilocuencia declamatoria de algunos personajes. Inmediatamente, me apabulló el tono del relato, con gusto a folletín de escuela primaria de los años 70. Atravesado el impacto inicial, logré dejarme llevar por la apasionante historia bíblica y adentrarme en el drama argumental.

Así, me atrapó la belleza de esos brasileros bonitos, logradamente ataviados de recios hebreos y atildados romanos de la Antigüedad.

Debo reconocer que, por momentos, “la Voz” que emerge del cielo, por detrás de las montañas, sumada a la sobreactuación de algunos personajes (por ejemplo, la de Paulo Gorgulho en el rol de Amram, el padre de Moisés) y tamizada por una fotografía propia de TV, llegaron a distraerme un poco. Sin embargo, las escenas más dramáticas lograron conmoverme, a pesar de las risitas insolentes de algunos de mis colegas allí presentes.

Una de las escenas que más me conmovió, fue aquella en la que Amram transmite a su hijo, Moisés, la metáfora de la fe de la semilla de mostaza. En conferencia de prensa, Guilherme Winter confesó que justamente esa había sido la actuación que más había disfrutado. En cuanto al despliegue de superproducción, hay que destacar la imponente división de las aguas del Mar Rojo.

En suma, aunque se note demasiado que es un producto televisivo que ha sido llevado a la pantalla grande con fines comerciales y de adoctrinamiento religioso, “Moisés y los diez mandamientos” logra conmoverte y, si has tenido hasta el presente una relación distante con las Sagradas Escrituras, la película te acerca.

Sin duda ha sido ese el motor que impulsó a la Iglesia Universal a producirla. Por lo tanto, debo reconocer que, polémica aparte, el film –si bien con algunos tropiezos- cumple ajustadamente, su cometido.

Por: Adriana Muscillo.