Crucigrama: Blues de San Telmo

De medio siglo atrás hasta aquí…- Por Norberto Tallón, especial para DiariodeCultura.com.ar.

Ayer, hoy… ¿Siempre?

Recuerdos, nostalgias y presente, enmarcados en sucios y descuidados conventillos. Iluminados, en algunos casos, por faroles que ya ni alumbran. Con tesoros que el descuido hizo perder, de un pretérito tiempo histórico.

Alzada desde la Catedral al Sur, engarzada en antiguos comercios que rayan lo increíble; una Manzana de las Luces que protege los fantasmas de los primeros destellos de la inteligencia porteña; iglesias no menos que centenarias; el Museo de Arte Moderno; señales de batallas o ataques que fueron una vez. Calles, pasajes, plazas, lugares, muchos y simples lugares.

El camino hasta explotar en la Plaza Dorrego, en la feria de fin de semana repetida en distintos tiempos, todos los días, para la curiosidad del turista, en el alrededor donde éstos y los “locales” se funden y confunden en ella. A veces curiosidad, otras snobismo, muchas, admiración o el “por qué no vine antes”, expresado en cualquier idioma.

En definitiva, el ajetreo del día y también una noche con vehículos que traquetea Estados Unidos hacia Paseo Colón, otros que aparecen por Balcarce, desde Giuffra, para superar simplemente la esquina, o doblar también en dirección al bajo.

La mezcla que llega hasta la mente, de aquello que hace difícil saber si algo está o no… Un atractivo quimérico y persistente…

El BarSur. Un caleidoscopio temporal que ha mezclado un espectáculo atractivo con un par de bailarines que dibujan un tango en una pista mínima, el cantor que busca en un fraseo la atención o el aplauso, mientras la música sólo acompaña.

Los parroquianos derivan, atentos o bulliciosos, según si el ánimo se halla en la euforia o la melancolía. El piano, que por obra de la nostalgia y la magia, recordará tiempos mejores con los espíritus de aquellos que han pasado.

La voz cascada de Lois Blue, una porteña blanca talentosa, que terminó su vida en Nueva York, cantando como si fuera una negra de Nueva Orleans o rezongando un tango lunfardo, reo y con un humor, casi inhallable, en la música de la ciudad.

El maestro Hernán Oliva, capaz de sacar las mejores notas de su violín jazzero a cambio únicamente de un cigarrillo o una copa, que iban a ayudar a matarlo todavía más.

Alguna vez, también, casi un pionero de la elección y expresión de género, allí nomás a la vuelta: Hidrógeno, con una liturgia de respeto, tal vez inédito.

Distintas épocas que el “gusto” o la moda dictó. Los Café Concerts, restaurantes, cafés con aire europeo, reductos para el jazz u otras músicas como “La Scala”, pizzerías con un “culto” en cada porción saboreada al pie del mostrador. Sinnúmero de nombres que llevan a olvidar otros: Michelangelo, Bar Unión, El Viejo Almacén, la Universidad del Cine, La Trastienda…

Los infaltables adoquines, podrían entonar en el repique de los pasos los primeros acordes del blues, nacido negro de remembranzas y cercanías y fábulas o realidades para contar de San Telmo.

Norberto Tallón
@betotallon