Crucigrama: Cotidianos usurpadores…

Reflexiones sobre nuestro “cada rato” – Por Norberto Tallón, especial para DiariodeCultura.com.ar.

A “Bombita” (Personaje de “Relatos salvajes”) de un lado, a “Enrique” del otro.

Apoderarse de derechos que pertenecen a otro, arrogarse la dignidad de otro, usarlos como si fueran propios caracterizan al usurpador. Si ese derecho o dignidad conlleva determinada autoridad, nos encontramos ante la figura del “usurpador del poder”.

Y que quede claro que no es referencia al poder de gobernantes de potencias mundiales, de país alguno del planeta, ni siquiera la más pequeña de sus divisiones geográficas o políticas (que en todo caso será otro tema) sino a los que usurpan ese, generalmente, poco que posee la gente y que “ellos” se arrogan y, más y peor, creen realmente propio.

Funcionarios de cualquier ámbito, estatal o privado, que disponen del tiempo, la paciencia y hasta la pretendida ignorancia, entre otras cosas, de contribuyentes y/o clientes.

Los mandatarios “de la nada” (¡Perdón Miguel!) que operan como señores feudales y escapan de una tarea establecida o de una mera jefatura o gerenciamiento, a sentirse dueños de lo que no son.

Los críticos que en vez de opinar, pontifican sobre lo que «debe» leerse, verse o escucharse.

Los encargados de controlar accesos devenidos en terribles centinelas auto-investidos de la prerrogativa de investigar, atacar y destratar a quien, solo, necesita pasar.

Los que han decidido contravenir, a capa y espada, una norma establecida desde Dalmacio Vélez Sarsfield en el Siglo XIX en el Código Civil, sobre la prohibición de “tomar” (ni siquiera retener “equis” segundos y no excluye a las fuerzas del orden) el documento de identidad de una persona que solo está de acuerdo con la norma «para ser exhibido por su titular». Pero… Se apropian, lo miran desconfiados, anotan en una computadora, escanean, te fotografían (El derecho a la imagen tampoco importa), y hay hasta quienes lo guardan hasta que te vuelvan a ver.

Los fabricantes de normas burocráticas basadas en su propio y absurdo manual operativo con el solo objeto de establecer un “espacio” en que sientan gozar el predominio que su talento no les da, ni dará.

Los pequeños, muy pequeños, usurpadores del cotidiano poder de los demás, nuestro. Armadores de episodios diarios que amenazan libertades elementales, discriminan con preferencias que solo perjudican al ciudadano menos protegido.

Quizás el remedio para recuperar lo que no dimos sea confrontarlos y exponerlos para que ocupen el sitio que les corresponde y no el que se atribuyen.

¿Se darán cuenta?
Creo que no.

Norberto Tallón
@betotallon