Crucigrama: “Cuyano Alborotador”

(Título en memoria de José Ignacio García Hamilton) – Por Norberto Tallón, especial para DiariodeCultura.com.ar.

Este martes se cumplen 130 años de la muerte de Domingo Faustino Sarmiento. Es, en su honor, el Día del Maestro. Se ha necesitado tanto para contar su vida que solo será, lo que sigue, una referencia fundamental al hombre público. Aquel, como me comentó alguna vez José Ignacio (García Hamilton), había escrito en cartas, artículos periodísticos y libros, casi todos los detalles de su existencia, aún algunos muy íntimos.

Nacido Faustino Valentín Quiroga Sarmiento, en el barrio del Carrascal en San Juan, el 15 de febrero de 1811, murió de una insuficiencia cardíaca, a la edad de 77 años, en Asunción del Paraguay, el 11 de septiembre de 1888.

Político, escritor, docente, periodista, militar, estadista, gobernador de San Juan entre 1862 y 1864, presidente de la Nación de 1868 a 1874, una década después senador nacional por su provincia y ministro del Interior en 1879. Considerado un gran escritor y de los grandes prosistas en lengua española, destacado por su labor en la educación pública, la búsqueda del progreso científico y cultural y la multiplicidad de acciones políticas y de gobierno.

Tempranamente se exilió en Chile. A su vuelta, tuvo contacto con la “Generación del 37”, fue opositor al gobierno rosista, creó el períodico “El Zonda”, por sus críticas al gobierno debió retornar a Chile. Allí escribió para los periódicos “El Mercurio”, “El Heraldo Nacional” y “El Nacional” y fundó “El Progreso”. Viajó por Europa y Estados Unidos para estudiar los sistemas educativos. En Francia se entrevistó con el general José de San Martín. A su vuelta al país trasandino, se casó con Benita Martínez Pastoriza, de la que se separó y volvió a la Argentina.

Participó como gacetillero en la Batalla de Caseros, entabló discusiones con Juan Bautista Alberdi acerca de temas políticos locales. En 1854, nuevamente en tierra chilena, ingresó en la Masonería en la Logia Unión Fraternal de Valparaíso. Ya en Buenos Aires fue redactor del diario “El Nacional” y elegido concejal por la ciudad, inició el camino que lo llevaría a la primera magistratura de la República, que transmitió a Nicolás Avellaneda.

Convencido de que la Masonería es una escuela ideal para la perfectibilidad humana, continuó en ella, fundando con otros catorce masones, en 1855, la Logia Unión del Plata Nº 1, con una actividad muy importante. Recibió el grado 33º de Rito Escocés antiguo y aceptado, máximo escalafón del mismo. En 1882, tras haberse alejado durante su mandato presidencial, se unió a la Logia Obediencia de la Ley Nº 13 y ese mismo año asumió como Gran Maestre de la Gran Logia de la Argentina de Libres y Aceptados Masones, entre 1882 y 1885, su segundo (Pro Gran Maestre) fue Leandro N. Alem.

En el invierno del 87 se trasladó al clima cálido paraguayo junto a Aurelia Vélez, la hija de Dalmacio Vélez Sarsfield, autor del Código Civil, quien fue su compañera durante los últimos años de su vida.

Estos últimos dos párrafos marcan una “curiosidad” para con Sarmiento, y en el primer caso para otros muchos. Historiadores, investigadores, profesores de historia y docentes en general ignoran, lisa y llanamente u ocultan, vaya a saber por qué, la realidad.

Norberto Tallón

@betotallon