Crucigrama: De Evans (William John)

Carta íntima de un pianista de jazz – Por Norberto Tallón, especial para DiariodeCultura.com.ar.

Supe que era blanco, nacido en New Jersey, en 1929, bajo el signo de Leo. Madre inmigrante apasionada por la música. Muerto en la ciudad de Nueva York, en septiembre del 80, a causa de una insuficiencia hepática y una hemorragia interna, secuelas de la droga. Adicción cíclica y persecutoria a lo largo de su carrera que terminó por darle caza a la edad de cincuenta y un años.

Llamado Poeta del Piano por la creación de un estilo tan poderoso con apelaciones, casi exclusivas, al lirismo.

Reconocido como, tal vez, uno de los dos o tres pianistas más dotados de la historia del género, no dudaba en demandarse trabajo en formato de muchas horas de ensayo si sospechaba alguna carencia ya que jamás se consideró poseedor de aptitudes naturales.

Su carrera se inició a mitad de los cincuenta. Tocó con (Charlie) Mingus, Art Farmer, Lee Konitz, Miles (Davis), Jim Hall, Getz. El legado cosechado contaba las raíces de “Bud” Powell, Horace Silver, Nat Cole o George Shearing.

Los continuadores distinguibles: Corea, Jarrett, Hancock y hasta Michel Petrucciani.

Le gustaba tocar Standards. Gershwin, Kern o Porter. Una elección cuidadosa para remontarlos, junto a sus composiciones, en su terreno y estilo propio.

La década del setenta, provechosa e intensa, lo exhibió cada vez más refinado y con repertorio puntualmente ajustado. No tuvo más tiempo.

Yo sí.

Conocer de su vida, tener idea de quién era. Saber con claridad de su obra.

Todo indica una ruta que pasa por él, sus antecesores y seguidores.

El análisis de los creadores elegidos y el periplo por los orígenes para golpearme, como condición ineludible, con Satchmo (Louis Armstrong), Duke (Ellington), el Conde Basie, Lady Day (Billie Holiday, Ella (Fitzgerald), (Charlie) Parker, Teddy Wilson, (Benny) Goodman y tantos más.

Nombres y discos que me inyectaron “esa cosa llamada swing” del Jazz maravilloso que obtuvo para siempre el movimiento de un pie en el piso, el golpeteo de la mano sobre la pierna, cuando no tenía el piano a mi lado, y un estirado yes de admiración o aprobación, listo a ser murmurado o gritado.

Gracias Bill (William John) Evans.

Norberto Tallón
@betotallon