Hay quien, quienes, desconociendo al interlocutor lo minusvaloran o, tal vez, por el sillón donde está sentado se lo admite. Sillón que quizás no sepa ser “usado” para ese fin y hasta qué temas llega el conocimiento o desconocimiento.
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Con la ayuda del “Indiana Jones de la Padania”, Valerio Massimo Manfredi, con quien nos conocimos cuando llegó a Buenos Aires con el primer tomo de su trilogía “Alexandros” y compartimos charla y café en sus visitas y a la mano la reedición de bolsillo de “Odiseo”. Siempre con esa habilidad de transformar datos de la historia en páginas convertidas en información, suspenso, alegría y desazón, contaré un par de cosas que de alguna manera, aunque estén desde antes, rondan ese tiempo: del Magno conquistador al rey de Itaca.
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Una tarde, un amigo me dice… ¡Vení, abrieron una librería que tiene el olor de las de Nueva York! Fuimos y nos embriagó (como antes lejos y ahora cerca) esa percepción, tal vez la misma aunque con un “perfume” diferente, que los puestos de Parque Rivadavia o Centenario, o de avenida Santa Fe en Palermo, aquella de la infancia en el barrio de cada uno, una biblioteca escolar o la Biblioteca Nacional. Sensaciones únicas, raramente inéditas.
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Acompañan en la cabeza de la columna las fotografías, además de las portadas de los libros mencionados, las palabras y firmas que algunos de los muchos me dejaron y como símbolo de tantísimos más “compañeros” de una conversación, que en ocasiones se escapó de la idea original de una entrevista.
Hoy por hoy, esos libros, de igual manera desprenden la especial fragancia de sus hojas cuando se tiene ganas de releerlos, recordar los lugares y momentos de la primera lectura (en ocasiones impresiones de “galera”), el encuentro con el autor, que felizmente tengo oportunidad de rememorar en casi todos los casos (centenares) cómo fue ese rato y escuchar cada voz, resonando nuevamente en mis oídos.
Nada. Absolutamente ningún soporte, sin ignorar su utilidad, reemplazará esa posibilidad que el papel nos otorga para el disfrute de cada letra, palabra, frase.
No hay manera, los que pensamos de esta forma (muchos), que ese placer tenga reemplazo, que el goce sea el mismo… porque el placer se siente y nunca se repite de igual manera y de allí su atractivo fundamental.
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Ahora, al pie, un video muy ilustrativo y con un humor sensible y eficaz.
Norberto Tallón
@betotallon