Crucigrama: El último gesto

Un honorable camino – Por Norberto Tallón, especial para DiariodeCultura.com.ar.

Sin referir a la política que es otro terreno y con otras “reglas”, existen formas para que el respeto y el reconocimiento sean tales y no que los sucesos vayan en sentido contrario.

En el mundo empresario, tal vez, la gente logre que aquello que escucha como promesa sea, finalmente, la verdad. Por ejemplo: “Intégrese a la familia de…”, “El cliente es nuestra prioridad”, etc.

Claro que no son todas las empresas ni tampoco todos los individuos englobados en un título. Pero desde ya sería útil lo hicieran quienes no necesitan de votos sino de idoneidad para cumplir con su tarea: directivos (no dueños, “anche”…), ejecutivos, funcionarios de una amplia gama de sociedades en actividades del entramado comercial, cotidiano, masivo y, por ende, cercano a cada uno de los ciudadanos.

Que pensaran cómo cumplir eficazmente el trabajo, ser creíble en una opinión, representar a una organización, aconsejar una acción o, lisa y llanamente, enseñar en lo más trascendente del vocablo, pero difícil o imposible si no se es capaz de “sostenerse” en las circunstancias de cada día.

Cuando un directivo, ejecutivo o vocero no habla con los clientes, sea de la manera que elija hacerlo, y deja en manos de operadores de call-centers o empleados un libreto preparado y/o una respuesta sin variantes, pone de lado el elemental rol de interactuar con seres humanos, para lo que es imprescindible tener posibilidad de gestionar (tomar decisiones) con la flexibilidad que cada circunstancia requiera.

¿Cómo llevar adelante tales exigencias si no se permite actuar por sí mismo y sí en forma “mecánica”, a veces, a máquinas programadas y utilizadas precisamente por personas falibles y, hoy por hoy gracias al stress, al borde del error que suele ser, en ocasiones, grave o irreparable?.

Es válido sumar, porque sucede, cuando no se sabe y se cree saber, o quiere o no utilizar la misma vara para evaluar todos los casos, según simpatías o conveniencias.

¿Cómo si se arrastra la incapacidad de reconocer equivocaciones y extender, sea a quien sea, las excusas y explicaciones correspondientes y dignas, no de compromiso?

¿Cómo…?

Quizás, en estos tiempos, no sea de uso corriente, pero cuando los hombres no son capaces de asumir sus actitudes, ya por temor, inoperancia o intereses espurios, siempre tienen un honorable camino…

Aquel, aún sin la valentía de las razones, de poner una firma al pie de una renuncia para exhibir el último gesto de dignidad.

Ya, la dignidad… es otro capítulo.

Norberto Tallón
@betotallon