Crucigrama: La Cultura de la Conciencia

Encrucijada entre Libertad y fundamentalismo – Por Norberto Tallón, especial para DiariodeCultura.com.ar.

De vez en cuando hay que hacer
una pausa
contemplarse a sí mismo
sin la fruición cotidiana
examinar el pasado
rubro por rubro
etapa por etapa
baldosa por baldosa
y no llorarse las mentiras
sino cantarse las verdades.
MARIO BENEDETTI

La Cultura, el conjunto de modos de vida y costumbres, conocimientos y grado de desarrollo artístico, científico, industrial, en una época, grupo social, en definitiva, todo lo que cada sociedad construye a partir de sí misma.

Pero… ¿No es necesario para un valor adecuado de esa construcción que haya una conciencia acerca ese conjunto de elementos?

La conciencia, en una definición rápida, comprende el conocimiento del bien y del mal que permite a la persona enjuiciar moralmente la realidad y los actos, especialmente los propios; el sentido moral o ético propios; el discernimiento espontáneo y más o menos vago de una realidad o la percepción clara y reflexiva de ella. Una buena vara de medición tanto que el filósofo alemán Martin Heidegger la colocaba como su ser superior, su dios.

Entonces, a partir de esas herramientas edificar una cultura que sirva para el desarrollo de cada individuo y finalmente, claro, de la Comunidad que integra desplegando todas las capacidades que vayan sumando, en el camino de realización, a un progreso que pueda convertirse en indetenible.

Una idea primaria sobre ello, las palabras de Benedetti tentando al constante ejercicio de nuestra conciencia, cuando de vez en cuando buscamos en el propio archivo íntimo nuestras equivocaciones, aún las que por muy especiales tal vez no descubrimos a nadie, también aciertos, defectos, virtudes, aunque el enfoque no asuma carácter absoluto ni totalizador y el intento de evitar la caída en la contracara: el fundamentalismo, visto como exigencia intransigente de sometimiento a una doctrina o práctica establecida.

Que nuestras conciencias actúen en función de la cultura en Libertad plena y sin ataduras para que el proceso creativo se convierta en todo lo superlativo que sea posible.

En el camino siempre nos deberemos algo más, pero baldosa por baldosa, pisando con ganas y fuerza, salteando la que plantea dudas, la que además de estar floja nos empapa con el agua y el barro de la limpieza de veredas del amanecer o la última lluvia.

Una ida y vuelta, un círculo vicioso, el “toma y daca” con la misión de no concluir nunca…

Para que nuestra Conciencia haga Cultura y la Cultura fomente Conciencia.

Norberto Tallón
@betotallon