Crucigrama: La misma mesa

Un cuento solo un cuento. Por Norberto Tallón, especial para DiariodeCultura.com.ar.

Ver desde un mirador siempre igual las mismas cosas acostumbra a ellas. Las hace viejas compañeras, redime de culpas, las convierte hasta en…

Mantel, cubre, cenicero. “Ayalita”, el mozo, listo para servir el café o ser cómplice de una broma. En la caja el “Galgo” Arias con su eterna expresión entre enojo y absurdo.

– Che… ¿En la milicia, jefe superior? Segunda letra: una e. ¡Esta grilla me tiene podrido!

Tras la vidriera, los colectivos dueños y señores del tránsito insoportable y un par de adolescentes disimulan una “rata” al colegio con maquillaje, cigarrillo y una risa compinche.

– ¡Si mi mujer se entera, anoche me fui al carajo! Me encamé con la flaca y aparecí a las cinco. Diferencias en el arqueo: pero si se entera… ¡Me revienta!

El diariero, desde la puerta, reclama un té que no llegue frío al quiosco. La vendedora del local vecino desfila entre las mesas como en una iluminada pasarela y sabiendo de la existencia de “su” público y su manera de atraerlo.

– ¡Sshhh! ¡Boludo, no te levantes! Tengo… Ya sabés.

Política, economía y la “City”. El visitador médico devenido en jefe de guardia recetando aspirinas. El poeta comparte su mesa con sus versos. El peluquero estacionado, entre un cliente y otro, en la barra. El abogado anticipa desventuras y piensa en estar a las once en el juzgado, y cinco en el Estudio, y diez dando clase sin saber cómo. El esperanzado lee La Biblia y provoca una polémica religiosa.

– ¡Dame un pucho! ¿Me pagás un feca? Ando en cero. Mi tío quiere que labure en su taller, pero aguanto, si consigo efectivo zafo en los burros. ¿Tenés una moneda para el bondi?

Los pibes de la calle, portando mugre que ¿la sociedad? les ha endilgado por dentro y fuera, dejan una estampita, una tira de aspirinas, una lapicera, esperando lo que no será para ellos; en tanto, la “Loca” María, con iguales intenciones y años en el “negocio”, capaz de pronosticar el número que sale en la quiniela, tira una puteada al aire… a fijarse quién la agarra.

– ¡Qué día en la oficina! Todo el laburo y ese turro que no me puede ver ni respirar dice que no sirvo para nada. Un día me enfermo y va a saber quién soy.

La gente por la vereda, de ida y vuelta. El policía pisando, una y otra vez, sus propios pasos.

Ver desde un mirador siempre igual, la misma mesa del mismo café, las mismas cosas las hace… casi queribles.

Norberto Tallón
@betotallon