Crucigrama: La vidriera irrespetuosa (Cambalache II)

“Ves llorar la Biblia junto a un calefón” – Por Norberto Tallón, especial para DiariodeCultura.com.ar.

La semana pasada decía que el tango “Cambalache” fue estrenado en pieza teatral de revista en el Maipo y cerraba reflexionando que es posible que ese “Cambalache” no tenga fin…

Las nuevas generaciones y otros que, tal vez, lo pasaron “por encima” no sepan quienes son esos personajes que, como la Biblia y el calefón, Discépolo contrapone en cuatro versos de su obra, entonces, manos a la obra…

“Mezclao con Stavisky
va Don Bosco y La Mignon,
Don Chicho y Napoleón,
Carnera y San Martín…”

Stavisky, Alexandre Stavisky, fue un estafador ruso que sobornaba en Francia a miembros de la burguesía, la policía y todos los partidos políticos. Su vida terminó con un “misterioso” suicidio, en la cárcel de Bayona, el año que Discepolín escribía esta letra. Con dirección de Alain Resnais y con Jean Paul Belmondo, el cine francés contó con su apellido como título su versión.

Don Bosco, nacido Giovanni Melchiorre Bosco, sacerdote, educador y escritor italiano del siglo XIX.

La Mignon. Hay investigadores que citan pueda referirse a una ópera cómica de Ambroise Thomas, pero más apropiado es que aluda al francés “mignone” equivalente de amante o mantenida.

Don Chicho (Chicho Grande), apodo con que se conoció a Juan Galiffi, detenido y procesado en 1932, jefe de una gran organización delictiva de la ciudad de Rosario con robos, secuestros, juego clandestino y prostitución. Leopoldo Torre Nilsson también filmó su referencia al personaje, en su película “La Maffia”. El rol, aunque con seudónimo para el personaje, estuvo a cargo de José Slavin.

Napoleón es obviamente Bonaparte. El militar, gobernante y emperador galo.

Carnera, nos lleva hasta Primo Carnera, un boxeador italiano, campeón mundial de los pesados de gran popularidad y que inspiró un personaje de historieta, Dick Fulmine, creado a fines de los ‘30, con guión de Vincenzo Baggioli y dibujos de Carlo Cossio.

San Martín es San Martín. José de San Martín, el Libertador de América.

¿Se les puede poner, hoy por hoy, salvo Napoleón y San Martín, otros nombres al resto? Sin duda que sí, aunque cada uno, tal como el autor original, tenga distintos para un mismo “símbolo”. Para hallarlos, quizás, sólo haya que prestarle atención un rato, algún minuto, a las noticias.

No es difícil seguir imaginando herida por un sable sin remache llorar la Biblia junto a un calefón porque, Discépolo dixit, “Cualquiera es un señor, cualquiera es un ladrón…”

Norberto Tallón
@betotallon