Crucigrama: Teatro Abierto

LAS ESCENAS QUE NO PUDIERON QUEMAR. Por Norberto Tallón, especial para DiariodeCultura.com.ar.

En la madrugada del 6 de septiembre de 1981 la noticia llegó como rumor primero y confirmación después a las radios ya que los diarios de la mañana ya habían “cerrado” su edición. En la cortada Rauch (Hoy Enrique Santos Discépolo), en pleno centro de Buenos Aires, un incendio intencional destruye el Teatro del Picadero. Era el inicio de un ciclo que los más importantes protagonistas de la actividad (actrices y actores; escritores, directores y personal técnico) proponían con una veintena de obras inéditas que reflejaban, en la metáfora más profunda de cada tema, los tiempos que se vivían y que también explicaban lo ocurrido. Se transitaba en la Argentina el autodenominado Proceso de Reorganización Nacional.

Tres dramaturgos de excepción y tres tipos fundamentales, con los que la profesión y la suerte me permitió unas cuantas charlas inolvidables, habían sido de los mosqueteros que habían impulsado el hecho: Osvaldo “Chacho” Dragún, Carlos Somigliana y Roberto “Tito” Cossa. Estaba también la Asociación Argentina de Actores y otras entidades gremiales del medio. Era “Teatro Abierto”, pionero en la búsqueda no fácil de la libertad artística.

Tras el siniestro, al otro día, un empresario ofrece la sala del Tabarís y en la conferencia de prensa “Chacho” Dragún anuncia ante los aplausos de la comunidad artística y la prensa la continuidad. Lo que estaba destinado a ser, además de un hecho de repercusión social y cultural, en una muestra del teatro argentino, se transforma en un éxito de público. Las entradas, más que accesibles, se agotan y durante un mes ese escenario será el reflejo lo que la gente contenía.

La corta Rauch, como decía en el comienzo, es un calle en curva entre Lavalle y Corrientes a una cuadra más allá de Callao y es así porque allí doblaban los primeros trenes porteños en su recorrido entre las Plazas Lavalle y Miserere.

Treinta y un años, casi, debieron esperarse para que el 22 de mayo de 2012, hace este fin de semana cuatro años, para que el dramaturgo y entonces presidente de Argentores Roberto Cossa, único con vida de aquellos mosqueteros, fuera el encargado de cortar la cinta celeste y blanca que reinauguró ese ámbito y abrió otra vez un escenario para la actividad.

El Teatro del Picadero es el símbolo de esa gesta, aunque finalmente el ciclo no se desarrolló allí, pero el hecho de haber sido víctima del fuego de la intolerancia lo transformó en ello y en ser un nombre imposible de no asociar con ese Teatro Abierto, que marcó también dos ediciones más y los “abiertos”, en los siguientes meses, de distintas actividades de la cultura nacional.

Norberto Tallón
@betotallon

(En las fotografías aparecen el Teatro del Picadero tras el incendio y el reinaugurado, un programa de “Teatro Abierto”, Pepe Soriano y Luis Brandoni en una de las obras y Osvaldo Dragún en cierre del primer ciclo y Roberto “Tito” Cossa).