Crucigrama: Un símbolo, los símbolos…

El adiós agradecido a la Generación Dorada. Por Norberto Tallón, especial para DiariodeCultura.com.ar.

No fue esta semana el final de su carrera porque todavía, al menos, le queda un año más en el primer nivel de la NBA con el dorsal 20 en el San Antonio Spurs donde, desde comienzos del Tercer Milenio, sumó anillos, admiración, se convirtió en uno de los emblemas de la franquicia texana. También ha sido uno de los grandes símbolos de la Generación Dorada del básquetbol argentino, con Luis Scola, Andrés Nocioni, Fabricio Oberto, Carlos Delfino, por citar algunos de los que llevaron a ese deporte a lo más alto de su historia.

Fundamentalmente, con aquel subcampeonato del mundo en Indianápolis 2002 y el Oro Olímpico en Atenas 2004 (Aquí se convirtió en el jugador más valioso del campeonato -MPV-) en ambos casos derrotando al Dream Team estadounidense, a los “mejores del mundo”. Debutó con la albiceleste en el 98 en el mundial de Grecia.

Es claro que hablo de Emanuel David Ginóbili, simplemente “Manu”, ese bahiense de casi dos metros de altura y al borde de los 40 años de edad, que después de la caída y eliminación en los Juegos de Río, el miércoles pasado, le dijo adiós a su camiseta número cinco en la selección.

Considerado el mejor jugador argentino de la historia en el deporte, se inició en las canteras de Bahía Blanca, en el sur de la provincia de Buenos Aires, luego fue al Andino de La Rioja, retornó a Estudiantes en su ciudad, marcando su paso por la Liga Nacional. Entonces el camino lo llevó, en el 97, al Basket Viola Reggio Calabria, luego jugó dos años en el Kinder Bologna donde ganó dos Copas de Italia, una exigente Liga Italiana y una Euroliga, lo que fue suficiente para que el viejo continente también lo considere hoy, aún, uno de los cincuenta mejores.

En el 99 pasó el Draft de la NBA y lo registraron los Spurs, donde comenzó a jugar en 2002, porque prefirió Bologna, desde allí fue el escolta que Greg Popovich, el técnico, a lo largo de los años, siempre tuvo sentado en el banco para que jugara los momentos importantes y decisivos, en ese trío mágico con Tim Duncan y Tony Parker. Allí se “puso” cuatro anillos de campeón. También ganó dos veces el Olimpia de Oro del Círculo de Periodistas Deportivos de la Argentina.

En los últimos años escuchamos y gritamos muchas veces: ¡Manu no se va! Pero, ahora sí, se va…. Consideró cumplido su ciclo con la casaca nacional. Sí se dan ciertos rituales en algún estadio habría que “colgar”, para que nadie más use la 5, pero tendría que suceder con otros números. Pasada la Generación Dorada, hay que buscar otro signo identificatorio porque en los torneos de la FIBA (Federación Internacional de Básquetbol Asociado) se usan del 4 al 15… ¿Reemplazar por números romanos? Una idea… ¿Por qué no? Como… ¿Por qué no seguir disfrutándolo a través de la tele? hasta que ellos sí, seguramente, suban “allá arriba” en el AT&T Center la 20 de San Antonio… y también gritarán ¡Manu no se va!

Los grandes, y todos los símbolos de esa Generación irrepetible, no se van nunca… Siempre tienen un lanzamiento más…

¡Triple!

Norberto Tallón
@betotallon