El valor de la palabra: EL EJEMPLO

“Elogia en público y corrige en privado. Un líder corrige sin ofender y orienta sin humillar” – Por Sandra Auteri, especial para DiariodeCultura.com.ar.

Cuando el ser humano nace es un ser indefenso y sin posibilidades de actuar en forma autónoma por un largo periodo. Necesita, ya desde el inicio de la vida de la contención de unos brazos que lo sostengan amorosamente.

Al principio, habrá un diálogo corporal entre el cuerpo de la madre y el del bebé, del papá, de alguna abuela, o de quien esté a cargo de él.

El sostén, la contención de la madre (rígida, demasiado blanda, adecuada), es el que irá conformando en el bebé sentimientos y vivencias de mayor seguridad e inseguridad.

A medida que el ser humano va creciendo, la contención se nutre de otros elementos, es así como el habla y la escucha pasarán a ser otros importantes protagonistas.

Hay que tener presente que en el inicio de esta relación, lo corporal y lo actitudinal son muy importantes y también se afianzarán como elementos de la contención más  delante cuando ya el lenguaje esté establecido.

Uno puede contener con un gesto, con una mirada, con un abrazo, escuchando o dialogando.

Y es aquí donde comulgamos con una de las frases que nos dejó el gran físico alemán Albert Einstein:

“Dar el ejemplo no es la principal manera de influir sobre los demás, es la única manera”.

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Puede pasar que los ejemplos que hemos tenido no representen lo que realmente queremos transmitir, o que no nos definan como el tipo de persona en la que nos queremos convertir.

En el camino, a lo mejor, también tuvimos la bendición de tener verdaderos líderes que nos mostraron los caminos con los que nos identificamos. Ese tipo de personas-guías que todo el tiempo querríamos copiar, ser sus iguales.

Si podemos tomar ese amor de cada uno de ellos, principalmente de nuestros padres, nos convertiremos en los líderes de nuestra propia vida y, desde ese liderazgo que se formará con el conjunto de nuestras habilidades y de nuestras limitaciones, podremos
influir en la forma de ser o actuar de esas otras personas para que vivan y trabajen, al igual que nosotros, con entusiasmo en pos de lograr sus metas y objetivos.

Como verdaderos motivadores, podremos transmitir la capacidad de tomar la iniciativa, de gestionar, de convocar, de promover, de incentivar, de motivar y de evaluar, de forma eficaz y eficiente, nuestro proceder.

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Decimos así que un líder carismático es aquel que tiene la capacidad de generar entusiasmo. Es elegido como líder por su manera de motivar a quienes lo rodean. Son dignos de admiración y son eficaces porque su comunicación se basa en la  espontaneidad.

Tengamos en cuenta que existe una regla de base fundamental en el liderazgo: «No pongas a las personas en tu lugar, ponte tú en el lugar de las personas».

Agustín Arieu, un especialista en el tema liderazgo, define al líder como «la persona capaz de inspirar y asociar a otros con un sueño».

Seamos capaces de mostrar con nuestro ejemplo, esa inspiración para transformar y potenciar todo lo bueno que naturalmente tenemos.