El valor de la palabra: La alegría

Un proverbio español afirma que “la sonrisa cuesta menos que la electricidad y da más luz” – Por Sandra Auteri, especial para DiariodeCultura.com.ar.

La alegría es un sentimiento pleno y vivo que suele manifestarse con signos exteriores como palabras, gestos, actos y risas, con los que se expresa el júbilo.

La palabra alegría deriva del latín (alicer o alecris) y manifiesta al que salta de gozo y nada le perturba; el que es feliz, rápido, animado, con vida.

La alegría es un sentimiento, un valor que promueve acciones constructivas, que pueden ser percibidas a simple vista, porque quien la experimenta la revela en su apariencia, en el lenguaje, en sus decisiones y actos, en una dinámica llamativa. Es un estado luminoso, generador de bienestar y de una excelente disposición. Eleva nuestros niveles de energía.

Es uno de los estados de ánimo más confortables que podemos transitar, y suele ser la tristeza, paradójicamente, la que permite reconocer y el sentir la alegría.

Puede ser originada por sentimientos placenteros, o cuando nos relacionamos con personas o situaciones que nos producen este tipo de emoción, producto de la diversión o el entretenimiento, y que nos contagian con ella, sintiéndola prácticamente como propia.

Es una gran verdad que la alegría nos rejuvenece y nos hace sentir más saludables. Nuestros órganos internos del cuerpo funcionan mejor, y nuestra psiquis se vuelve más clara y eficiente.

Cuando nuestros estados mentales son positivos, en el cerebro se libera una hormona llamada endorfina, que alivia o elimina el dolor, físico o emocional, y aumenta la resistencia de la mente y del cuerpo.

El cerebro puede ser engañado simplemente con efectuar la mueca de una sonrisa, porque reconoce con ella que se ha generado la alegría, e inmediatamente libera endorfinas.

La película Intensamente, estrenada por Disney-Pixar en 2015, es un brillante ejemplo de cómo se personifican todas nuestras emociones: alegría, tristeza, miedo, ira, desagrado. Y la alegría, de la mano de la tristeza, son los personajes principales que conducen a la niña Riley a estabilizar su mente, abordando en el final un sentido constructivo.

Sentirse en verdad felices cuando otras personas lo son es una cualidad singular y bella. Y con esa actitud, al alegrarnos por la prosperidad de los demás, sus éxitos y suerte, aprendemos a disfrutar de la alegría compartida. Del mismo modo, si alguien se regocija con nuestra felicidad, sentimos respeto y gratitud por su apreciación.

Tan importante es este sentimiento que, en el comienzo de sus misas, el padre Elías Cavero Domínguez, sacerdote argentino itinerante, que les pide a sus feligreses que se dirijan a la persona que se encuentra ubicada a la derecha y le aclamen: “¡Alégrate!”.

Las personas con elevada espiritualidad aprovechan la ocasión menos pensada para hacer una broma “distinguida, alegre y edificante”. Esta bella espiritualidad se ha transmitido a través de los tiempos y resplandece en este tipo de personas que siempre están alegres, despreocupadas, inocentes, contemplando un bello porvenir y sin remordimientos en la conciencia. Son almas serenas, que poseen una luz que brilla y traspasa sus rostros.

Hay también personas que enriquecen la vida de otras simplemente con sus acciones creadoras. Ellos son los músicos, los artistas, los escritores, los científicos, los maestros, y los que ustedes quieran agregar. En su presencia, hay algo que las personas comunes no alcanzan a definir qué es, como si de una influencia mágica que nos alegra el corazón se tratara. Porque ellos derraman luz por cualquier lugar por donde pasan. Tienen la capacidad de percibir la Vida desde una perspectiva del privilegio y la celebración.

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Es totalmente legítimo celebrar la alegría, sin reservas ni miedos, en todo lo bueno que nos ofrece la vida. Es legítimo “hacerse cómplice de la vida” y reconocerse disfrutando de aquellos dones recibidos y que están tan al alcance de todos.

En tiempos en que el alma no descansa por el trajín que nos toca transitar, no olvidemos hacer la mueca de la risa y recordarle al cerebro que siempre estará presente la alegría para rescatarnos.

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Sandra Auteri – Locutora Nacional MN 10.523
Difundir valores a través de palabras cotidianas es un desafío que les propongo transitar.
La consigna es que en cada encuentro, teniendo como guía la palabra elegida, podamos celebrar nuestras fortalezas y superar nuestras limitaciones.