El mundo es una sucesión interminable de manchas de tinta, del mismo modo que puede apreciarse en las láminas del test de Rorschach. Este test es una técnica, un método proyectivo de psicodiagnóstico creado por Hermann Rorschach (1884-1922),
médico y apasionado de la pintura, y es utilizado principalmente para evaluar la personalidad.
Consiste en una serie de diez láminas que presentan manchas de tinta, con cierto grado de ambigüedad y falta de estructura.
Los psicólogos las muestran e interrogan a las personas acerca de qué podrían ser las imágenes que ven en las manchas, como cuando uno identifica cosas en las nubes o en las brasas.
A partir de sus respuestas, el especialista puede establecer o contrastar hipótesis acerca del funcionamiento psíquico de quienes evalúan. Se pueden apreciar en tres dimensiones, con sonido, textura, olor y sabor. Algunas personas ven cosas hermosas; otras ven cosas feas y horribles. Lo más frecuente es que las personas vean cosas corrientes y rutinarias.
Todos comprendemos intuitivamente que tenemos derecho a nuestras propias percepciones, sentimientos, opiniones y recuerdos.
Cuando practicamos la Gratitud, nos recordamos que, como en el test de Rorschach, en el mundo están plasmados una sucesión interminable de estímulos ambiguos, una sucesión interminable de manchas de tinta.
Siempre tenemos la posibilidad de “volver a mirar”. A veces, cuando uno vuelve a mirar, encuentra algo de lo que estar agradecido, algo que podría habérsele pasado por alto. Esto le sucederá con mayor frecuencia si hace sitio para la Gratitud en
su corazón, el lugar donde nace el amor, y le da la bienvenida.
El significado corriente de esta palabra refiere a un sentimiento agradable -a la vez que tierno- de calor, de simpatía y de deuda hacia otra persona, la cual nos ha tratado con una amabilidad o con una generosidad inesperada, una persona que se ha ocupado de nuestras necesidades y que nos ha sorprendido.
La práctica de la Gratitud hace que la vivenciemos sin darle importancia a cuales sean nuestras circunstancias, porque la Gratitud verdadera nunca se fuerza.
Y una forma fantástica de agradecer podría ser escribir todas las bendiciones que forman parte de nuestro día a día.
Esta genuina tarea va a hacer que tomemos realmente conciencia de todo lo que tenemos minimizando lo que consideremos que nos hace falta. A veces viviendo en la queja, nos perdemos de apreciar las hermosas manchas de tinta que plasmamos en nuestras vidas y en la de los demás.
Y como los momentos de Gratitud intensa sintonizan con las resonancias internas, agradezcamos nuestra comida de cada día, el tener una casa, un apartamento o una tienda que nos abriga de los elementos.
Agradezcamos por quienes nos rodean sin preocuparnos de cuan agradables o atractivas o serviciales sean. Limítese a centrarse en el hecho sencillo de que existen al menos algunas personas en el mundo que lo aman o lo aprecian, y esté abierto a la
Gratitud por ello.
Practique la Gratitud por los placeres pequeños y momentáneos que nos brindan nuestros sentidos físicos; aquellos que nos permiten percibir el cielo, las nubes, la luz del sol, las flores, la música, las texturas, los perfumes.
Y si bien la lista que proponemos no tiene nada de especial si observamos cuidadosamente son buenos ejemplos, deliberados ejemplos de los placeres corrientes que podrían afianzar la vivencia de la Gratitud cuando se practica con diligencia.
En un momento, sólo veremos que lo que nos engrandece es agradecer.
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Sandra Auteri – Locutora Nacional MN 10.523
Difundir valores a través de palabras cotidianas es un desafío que les propongo transitar.
La consigna es que en cada encuentro, teniendo como guía la palabra elegida, podamos celebrar nuestras fortalezas y superar nuestras limitaciones.
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