Historias de Buenos Aires

MIRÁ LA GALERÍA DE IMÁGENES – CALLES CON NOMBRE DE MUJER: ALICIA MOREAU DE JUSTO – Por María Lorena Belotti, especial para DiariodeCultura.com.ar.

Una gran mujer que pudo equilibrar la política, la maternidad y el matrimonio

Algunos habitan y otros visitan Buenos Aires Y tienen como lugar de paso obligado el barrio de Puerto Madero. Circulamos por las calles, las reconocemos, pero no solemos conocer la historia que guarda cada una de ellas. Los espacios comunican, atesoran secretos y se vuelve interesante conocerlos. En esta propuesta de mirar lo cotidiano desde otro lugar, de ser turista en la propia urbe, llegó el momento de contarles la historia de una mujer vinculada fuertemente con el ámbito político y que es también reconocida con el nombre de una calle: Alicia Moreau de Justo.

Sus propias palabras definen la impronta de su personalidad: «Siempre creí que este país merecía ser distinto. Que un día íbamos a unirnos todos y el destino cambiaría. Recuerdo los barrios obreros de esta ciudad cuando llegábamos con las banderas rojas, la gente se iba reuniendo y se iban logrando cosas. Cuando el Partido Socialista era una parte linda de la vida. Cuando las mujeres nos juntamos por primera vez y empezamos a pelear por nosotras…».

Nació en Inglaterra el 11 de octubre de 1885 y era hija de Armando Moreau y de María Denanpont, ambos franceses. Su padre había participado activamente en los sucesos de la Comuna de París, en 1871 y por esa causa había debido exiliarse en distintos países europeos, hasta establecerse en Buenos Aires, hacia 1890. Los ideales que sustentó en ese momento, fueron los que utilizó para la educación sin prejuicios de su hija.

Desde muy pequeña participó con su padre en reuniones políticas y en la Escuela Normal Nº 1 tuvo como docente a Hipólito Yrigoyen. Su gran curiosidad intelectual y vivo interés por el hombre y sus problemas, la llevó a completar, una vez terminado el magisterio, los estudios de medicina. Se graduó en 1913 con diploma de honor. Había cursado el sexto año de estudios en el área de Ginecología y el séptimo y último, en la de Clínica del Hospital.

Comenzó su actividad política en 1906 y sumó a su vida profesional sus inquietudes feministas. En 1902, creó junto con otras compañeras el «Centro Socialista Feminista» y la «Unión Gremial Femenina», con lo que asentó las bases para la equidad de los derechos de la mujer en la sociedad argentina. Fue una de las organizadoras del Primer Congreso Femenino Mundial en 1910. En ese mismo año, fundó también el Ateneo Popular y en 1918, la Unión Feminista Nacional.

Esposa de Juan B. Justo y madre de tres hijos, aunó sus esfuerzos para no descuidar su profesión ni su familia, ayudar a los pobres y defender a las mujeres.

Fue Directora de la Revista “Vida Femenina” y aconsejaba a las madres desde el periódico La Vanguardia: «Lea usted algún libro, reflexione sobre su lectura…”.

Entre sus obras se destacan «La mujer en la Democracia» y «El Socialismo según la definición de Juan B. Justo».

Entre 1936 y 1939, cuando la sublevación fascista desgarraba a España llevándola hacia la Guerra Civil, participó de mítines y programas radiales y organizó campañas de solidaridad de apoyo a la República.

Alicia sostenía con pasión que ya no retrocedería en construir la política que les era competente como ciudadanas. Fue quien lo promovió desde la Sociedad Luz de Barracas, desde el Congreso Popular de Educación, desde la Unión Feminista Nacional, desde el Comité Pro Paz, en el Congreso Internacional de Obreras y en tantos otros territorios ocupados por los desposeídos y los humillados.

Lo que pudo construir tendiendo puentes entre su maternidad, su militancia política, su profesión y su matrimonio, fue enorme. Mostró cómo se puede ser feminista y al mismo tiempo militar en política, mientras atendía la profesión, cuidaba a los hijos y acompañaba a su marido.

Poseyó una identidad propia, aún siendo la «señora de». Pudo hacer todo esto en la época en que parecía imposible lograrlo, sin optar entre una y otra pasión. Fue un modo de ser revolucionaria e integró las capacidades de la mujer.

Preocupada desde siempre por la vigencia de los Derechos Humanos, no podía permanecer ajena a los hechos que se desarrollaban en nuestro país y, a los 90 años, se erigió en uno de los miembros fundadores de la Asamblea Permanente por los Derechos Humanos. Antes había hecho lo propio con la Confederación Socialista Argentina y la Fundación Juan B. Justo, las que presidió hasta su muerte.

Falleció en Buenos Aires, el 12 de mayo de 1986, cuando se acercaba a unos muy lúcidos 101 años de edad. Todo un ejemplo de vida que rompió con el paradigma político de su época.