Existen testimonios de que el Flautista de Hamelin, personaje que muchos consideran de fábula o leyenda, verdaderamente existió. Un tal Decan Lude (*), originario de Hamelin, informó hacia 1384 que poseía un libro que contenía una estrofa que aportaba el testimonio de alguien que había presenciado el suceso. Lude aseguraba que esta estrofa era obra de su abuela. Pero el libro se ha perdido. El nombre “Decan” podría equivaler a la palabra “Diácono” , mientras que “Lude” sería una forma dialectal de” Ludwig” , aunque nada de esto no sido probado con certeza.
La imagen del personaje que nos ocupa ha sido plasmada en expresiones artísticas desde la Edad Media hasta nuestros tiempos. Ya nos hemos referido al vitral del siglo XIV. Nos remontaremos a la Alemania del siglo XIX, con los escritores Jacob Grimm (1785-1863) y Wilhelm Grimm (1786-1859) (*). Fueron dos hermanos célebres por sus relatos para niños como así también por otras obras que los consagraron como autores profundamente arraigados al acervo histórico y literario de su tierra natal : Leyendas alemanas, Diccionario alemán, Gramática alemana, Mitología alemana y Cuentos de la infancia y del hogar . La fábula a la cual hacemos referencia fue documentada por ellos en ‘El Cazador de Ratas de Hamelin’ (1816) (*)
Según los Hermanos Grimm, hasta mediados del siglo XVIII, la calle por la que los niños desfilaron hasta la salida del pueblo se llamaba “Bungelosenstrasse,” (calle sin ruido)ya que no se permitía bailar o escuchar música en ella. Por ello, cuando una procesión matrimonial se dirigía a la iglesia sobre esa calle, los músicos debían dejar de tocar. La montaña cercana a Hamelin, donde los niños desaparecieron, se llama Poppenberg. Alllí se erigieron dos monumentos de piedra en forma de cruces. Algunos dicen que los niños fueron conducidos por la cueva y que salieron de ella en la región de Transilvania.
Los ciudadanos de Hamelin grabaron esto en el registro del pueblo: “En el año 1284 después del nacimiento de Cristo/En el lejano Hamelin / Ciento treinta niños, nacidos en este lugar / Se fueron a la montaña con un flautista vestido de muchos colores”
Y a la entrada del pueblo hay una inscripción en latín que dice: “Esta puerta fue construida 272 años después de que la magia alejó a 130 niños de la ciudad”, según los Hermanos Grimm.
El poeta inglés Robert Browning (1812-1889) (*) es autor de ‘El Flautista de Hamelin’ (1845) (*), uno de los más famosos poemas de la literatura inglesa del siglo XIX. Escrito en quince estrofas de variada longitud, la música del idioma hace muy difícil su traducción. En él se menciona con detalle la historia que nos ocupa, haciéndose referencia incluso al vitral de la iglesia al que hicimos referencia en nuestra primera entrega.
La historia del Flautista de Hamelin ha sido citada diversas obras de la literatura universal, en ciertos casos siendo objeto de dislocadas interpretaciones y en otros atribuyéndosele curiosas simbologías. En el ‘Relato del Papa Inocencio III’, perteneciente a ‘La cruzada de los niños’ (1896) (*) el escritor francés Marcel Schwob (1867-1905) (*) expresa: “Como sabéis, Señor, el maligno se apodera gustoso de los niños. En otro tiempo adoptó la figura de un cazador de ratas, para arrastrar con las notas de música de su caramillo a todos los niños de la ciudad de Hamelin. Unos dicen que aquellos infortunados se ahogaron en el río Weser; otros, que los encerró en la falda de una montaña”.
‘Sólo un par de días’ (2001) (*) es una novela de ciencia ficción, la primera publicada por el escritor estadounidense Tony Vigorito (*). En esta original obra , el ejército se dirige al Dr. Flake Fountain para solicitarle que desarrolle un antídoto contra una nueva bacteria denominada “El Flautista”, debido a su relación con un virus que inducía a la danza y el movimiento, y que supuestamente habría causado el fenómeno de la historia sobre la cual se basó la leyenda que nos ocupa. Este virus atacaba el cerebro de las víctimas, dejándolos mudos e incapaces de razonar simbólicamente. A pesar de todo, antes de que el Dr. Fountain pudiera completar su antídoto, se liberó el virus, infectando a todos los habitantes de la tierra.
En un claro ejemplo de oxímoron (figura retórica de pensamiento que consiste en complementar una palabra con otra que tiene un significado contradictorio u opuesto), vemos que en la décima línea del poema ‘Felices los normales´ (*) el cubano Roberto Fernández Retamar(1930)(*) cita a “los flautistas acompañados por ratones” , entre “los normales, esos seres extraños”.
El cantautor madrileño Ismael Serrano (1974)(*) toma la leyenda como símbolo de una protesta social y una advertencia contra los líderes carismáticamente engañosos en su original obra ‘Rebelión en Hamelin’ (*) que podemos escuchar en el comienzo de esta entrega.
En nuestros próximos encuentros veremos la penetración de nuestro personaje en diversas ramas del arte culto y popular y en los medios audiovisuales.
(*) Los autores y manifestaciones artísticas en negrita señaladas por un asterisco pueden encontrarse en buscadores de internet. __________________________________________________
ESTELA TELERMAN pianista, docente, difusora de la música argentina, es columnista en Diario de Cultura.