Personajes en Letra, Imagen y Sonido

Beatrice Cenci  (Parte 3). Por: Estela Telerman, especial para Diario de Cultura. 

En nuestra entrega anterior habíamos anticipado la existencia de ‘Nemesis’  (1896) (*),  tragedia en cuatro actos que narra la historia de Beatrice Cenci, escrita por el sueco Alfred Nobel (1833-1896) (*), más  conocido por haber sido el inventor de la dinamita y por haber instituido los famosos Premios que llevan su nombre.

La historia de Némesis es doble ya que a los propios avatares de la protagonista se suman los  del autor, que  mandó a imprimir el manuscrito pero no llegó a ver su publicación porque  falleció antes. Las ácidas críticas a la religión vertidas en el libro disgustaron  a los  ricos industriales familiares de Nobel.  Poco después de su muerte, éstos  hicieron desaparecer casi todos los ejemplares del libro, del cual solamente quedaron tres.   Más de cien años pasaron hasta que se publicó  una curiosa primera edición bilingüe sueco-esperanto  de la obra. Del esperanto  la obra teatral se tradujo al esloveno. En 2005 apareció una edición en italiano. En 2008 se tradujo al francés y en 2009 fue traducida al español y al catalán.

La única representación de la obra hasta el presente tuvo lugar en 2005 en el teatro Intima (*) de Estocolmo, que había sido fundado por el dramaturgo August Strindberg (1849-1912) (*) .

Alberto Moravia (1907-1990)(*), una de las principales figuras de la literatura y el periodismo italianos del siglo XX, más conocido por sus cuentos y novelas, escribió una obra teatral denominada ‘Beatrice Cenci’ (*) en 1966. Curiosamente, la mayor parte de la acción ocurre fuera del escenario, por lo cual el diálogo entre los personajes es lo que adquiere mayor importancia.

La obra se inicia en el momento en que Beatrice está esperando junto con su madrastra Lucrezia. La joven ha enviado secretamente una carta a su hermano Giacomo rogándole que la rescate de su cautiverio, pero es víctima de una serie de traiciones  que dan por resultado que la carta termine en manos de  Francesco, con lo cual se desvanecen las últimas esperanzas de salvación de Beatrice.

La finalidad de Moravia no es la misma que la de sus predecesores, ya que a través de nuestro personaje y  los que la rodean, el autor presenta razonamientos éticos al mostrar a  quienes,  desesperados  por satisfacer sus necesidades recurren a subterfugios inmorales y manipulaciones sexuales. En un implícito paralelo con algunas historias actuales,  a través de la obra Beatrice compara la justicia humana basada en mentiras y corrupción con una justicia más elevada  basada en el amor y en la confianza.  Ella sabe también que cometió un crimen para terminar con la injusticia de la que fue víctima, pero sabe también que la justicia humana que la llevó a prisión por su acción no la va a perdonar.

Lo que la obra tiene en común con las demás piezas teatrales acerca de  Beatrice  y quienes la rodearon, es que a través de los diálogos los autores, de un modo u otro, fueron capaces de insuflar vida a estos personajes tan fascinantes  de la Roma del siglo XVI.

Pocas historias y personajes podrían haberse adaptado mejor al teatro visceral y provocador del francés Antonin Artaud (1896-1948) (*), cuya teoría del Teatro de la Crueldad (*) buscaba mostrar sobre las tablas los instintos más bajos del ser humano para liberarnos de las  opresiones con las que nos ha anestesiado la civilización. En su obra teatral ‘Los Cenci’ (1936) (*)(presentada bastante a menudo en los últimos años en España, Francia e Italia)  el autor nos muestra cómo en su época Francisco Cenci ejerce de manera violenta e inmoral, una autoridad que le confiere su sangre noble, hasta el extremo de atentar contra dos de sus hijos y violar en repetidas ocasiones a su hija Beatriz. En la obra cobra una especial importancia la escena de la consumación del parricidio. Sin embargo, la redención de Beatrice no llega, ya que a  pesar de alegar defensa propia contra los ataques de su padre, Beatriz, junto a su hermano y su madrastra, es condenada a muerte por la autoridad papal  y al final se desploma ensangrentada en el escenario.  A través de la visión de Artaud, la doncella pura y virtuosa ha manchado sus manos al haber cometido ella misma un asesinato y termina siendo  tan culpable como su progenitor.

En nuestra próxima entrega continuaremos nuestra ruta junto a Beatrice Cenci a través del prisma de sus múltiples reencarnaciones en las diversas ramas del arte.

(*) Los autores y manifestaciones artísticas en negrita señaladas por un asterisco pueden encontrarse en buscadores de internet.

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ESTELA TELERMAN  pianista,  docente, difusora de la música argentina, es columnista en Diario de Cultura [email protected]   https://es.wikipedia.org/wiki/Estela_Telerman