Susana Baca deslumbró en el Sha

La exquisita cantante y compositora peruana brilló ante más de 800 personas, en la noche del sábado 7 de marzo, en el histórico teatro de Balvanera. Por: Adriana Muscillo.

Dueña de una voz angelical, solo le basta con abrir la boca para hacer trinar a una deliciosa bandada de afinados gorriones. Así es ella: Diosa indiscutible de la afroperuanidad, enorme estrella de corte internacional, aclamada y destacada –no solo en el ámbito de la música, que es su elemento- sino también en lo que refiere a la difusión y defensa de su cultura y de la multiculturalidad; es, a la vez, cálida y sencilla y te ofrece su corazón sin mediar distancia…

El verano porteño fue un caluroso marco para el apretado y, también caluroso aplauso que dio la bienvenida a su llegada al escenario.

Y, entonces, con su espléndido vestido de raso y seda anaranjado y sus pies descalzos, con sus movimientos de hada danzarina, le puso su prodigiosa voz a la amorosa poesía de Manuel Scorza y comenzó a soplar el Viento del Olvido: “Ay, si tus ojos me miraran, todavía”,  dio vida a la Negra Presuntuosa de Andrés Soto: “algo de ti se ha escondido entre tu talle y mi alma” y, así, se fue poblando la sala de humores y sensaciones de la tierra andina.

Fue en ese momento cuando, con una visible emoción en su delicada palabra, abrió El Surco de la nostalgia, con la evocación de su querida amiga y coterránea, Chabuca Granda, quien la nombrara como su sucesora en su legado musical: “En una hora triste quise cantar/ Y dentro de mi canto quise gritar/ Y dentro de mi grito quise llorar/ Pero tan sólo canto para callar”…

“Ese día era el sol más sol al río/Más río el río y más la guerra era/Y más la muerte desde la ribera/Y una granada el verso detonado/Abierta está la rosa colorada/En la margen del río enraizada”. Con la piel erizada, a estas alturas -me animo a decir- de todo el auditorio –y los ojos húmedos de quien suscribe, nos hemos deleitado con la emotiva voz de Susana Baca que, ahora, empuñaba El fusil del Poeta -convertido en rosa por los sentidos versos que Chabuca dedicó al peruano Javier Heraud, asesinado por sus ideas en 1963, mientras surcaba en canoa las aguas del río Madre de Dios.

Acompañada por una banda de músicos prestigiosos y de larga trayectoria como el percusionista Hugo Bravo, el guitarrista Ernesto Hermosa, el contrabajista Oscar Huaranga y el pianista Manuel Sánchez, la diosa afroperuana invitó a subir al escenario a su paisano Lucho González, quien fuera el guitarrista exclusivo de la autora de la Flor de la canela, antes de instalarse en la Argentina y grabar junto a músicos como Lito Vitale y Bernardo Baraj, entre otros.

Y continuó la evocación de Susana y Lucho a Chabuca con Ese arar en el mar de los ensueños/ese eterno soñar/la adolescencia…

Fue el turno, luego, de recordar a la gran folklorista chilena Violeta Parra, quien –paradógicamente- se quitó la vida en 1967, al año siguiente de haber escrito lo que se ha considerado un himno a la existencia: “Gracias a la vida/que me ha dado tanto…”

En un disfrute sostenido, regocijados con la dulce y sonora voz de Susana Baca, nos dejamos arrullar por el tierno Drume Negrita, del compositor cubano Eliseo Grenet –para saborear el cándido lenguaje de sus acompasados versos: “Mamá, la negrita/se les salen los pies la cunita/y la negra Mercé/ya no sabe qué hace’/Tú drume negrita/si te duerme voy a hace’/una cunita que a a tene’ capitel/que a a tene’ cascabel”.

Ya adentrados en el corazón mismo de la negritud, nos subyugamos con el dominio de La Reina de África, de su último disco “Afrodiáspora” y es entonces cuando todo el auditorio bate palmas al calor de la sala repleta, moviendo las caderas desde los pies hasta el alma.

Las caras lindas de la africanidad, de Ismael Rivera, nos invitan a seguir bailando: “Somos la melaza que ríe/la melaza que llora/somos la melaza que ama/y en cada beso es conmovedora”…

La gran Susana Baca saluda a las mujeres, a todas las mujeres en su día -8 de marzo-y las homenajeará así, cantando con ellas, bailando con ellas como madrina de la murga uruguaya “La melaza”, en alusión a esta bella canción.

Llega el turno, ahora, de una deliciosa mixtura entre ritmos de pueblos hermanos. Nada menos que nuestro querido tango Volver, de Gardel y Le Pera, interpretado finamente en la suave cadencia del landó.

Y siguió con María Landó, una de las canciones que mejor refleja la ajenidad del trabajo, el sufrimiento de la mujer trabajadora expresado de un modo sublime, bello, poético con letra de César Calvo y música de Chabuca Granda: “María no tiene tiempo/de alzar los ojos/… María rotos de sueño/de andar sufriendo/María… sólo trabaja/… Y su trabajo es ajeno”.

“No nos queremos ir”, susurró la enorme artista peruana sobre el final de las casi 2 horas de recital que ofreció, en la noche calurosa del sábado porteño y como corolario del interminable y fervoroso aplauso que le hemos dedicado.

Y hubo de regalo Afro Blues, Marineras y el maravilloso Panalivio Zancudito que hace mover hasta a las plantas.

Susana Baca nos obsequió a todos los presentes su calidez, su sencillez, su dulzura, su talento. Su nivel de entrega en el escenario y fuera de él, fue absoluto. Se quedó hasta el final, compartiendo con todos los presentes, su gran humildad y cariño.

Si te lo perdiste, espero que mi reseña te sirva para decidirte a verla. Sus presentaciones continuarán el martes 10 en el Carnaval de Montevideo, el jueves 12 en el reducto La Grieta de La Plata, el viernes 13 en Espacio Quality de Córdoba y el sábado 14 en Nescafé de las Artes de Santiago de Chile.

Por: Adriana Muscillo.

Foto: Mariano Conter.