Un argentino en Brasil

“FORTE DE SAO MARCELO”: BAHÍA DE TODOS LOS SANTOS – Por Alberto Curia, especial para DiariodeCultura.com.ar.

Quien ha tenido la oportunidad de visitar Salvador de Bahía, se maravilla con los distintos sectores que la ciudad ofrece para deleitarse: el “Pelourinho”, (barrio colonial con rasgos culturales de importancia), sus amplias playas, el “farol da Barra”, (primer faro construido en el Brasil) y, seguramente, al tomar el “Elevador Lacerda”, (ascensor que une la ciudad alta y la parte baja) que, a su vez, hace de mirador desde donde se obtiene una magnífica vista de la “Bahía de Todos los Santos”, muy cerquita de la Marina brasileña, el “Mercado Modelo”, que es el acceso obligatorio al “Barrio do Comercio”, y otros puntos de interés.

En ese estuario, se observa una edificio redondo de piedra que llama la atención de los visitantes; es el “Forte de Sao Marcelo”, conocido también como “Forte do Mar” o “Forte de NossaSenhora do Popolo”. Esta protección que fuera erigida sobre un arrecife, a tan solo 300 metros de la costa, da de cara al centro de la ciudad.

Su construcción está inspirada en el “Castelo de Santo Ángelo” (Italia) y en la “Torre do Bugio” (Portugal) y sirvió para protegerse de los invasores holandeses primero y portugueses, a continuación.

No existe una fecha exacta del comienzo de la obra. Algunos datos indican que fue en 1605, otros en 1608, pero lo más concreto es que se puso en marcha en 1612 y fue finalizada en 1623. Primitivamente tenía otro formato pero, con los años, fue modificándose hasta obtener su forma circular.

En su comienzo estuvo dotado de 19 piezas de artillería. Durante la invasión holandesa de 1624, fue el primer punto ocupado por los conquistadores, que desde allí lanzaban bombas incendiarias a la ciudad, atemorizando a los pobladores.

Dentro del contexto de la llamada “Guerra de Restauración de la Independencia de Portugal” y de la operación para expulsar a los neerlandeses de la región nordeste del Brasil y debido a la importancia de la fortificación, se decidió remodelar con piedras graníticas su construcción y anexarle nuevas técnicas venidas de la capital portuguesa, al igual de lo que se había hecho en el “Forte de Sao Lourenço do Bugio”, en suelo luso.

Eso ocurríó por el año 1652 y se dice que en 1661, cuando pasó a llamarse “Forte de Sao Marcelo”, todavía la muralla del torreón central estaba a medio construir. Esa obra fue acabada un año después, cuando alcanzó los 15 metros sobre el nivel del mar. En 1664 se encontraba en perfeccionamiento la cisterna ubicada en el centro del torreón y las divisiones de los 12 cuarteles, con entradas para el exterior.

Este baluarte pasó por numerosas reformas, debido a que las fuerzas invasoras atacaban primero Salvador, que por entonces era la capital del país, de allí tomaban Rio de Janeiro y otros puntos de interés. De hecho, recién en 1759, luego de varios años de innovaciones y agregados, el oficial José Antonio Caldas reveló que este fuerte de la “Capitanía de la Bahía”, estaba armado con 54 piezas de artillería de hierro y bronce de diversos calibres, lo que le permitía ahora sí -decía el Capitán Caldas- defender correctamente la bahía salvadoreña.

Las obras continuaron hasta 1812, cuando existieron controles de parte del príncipe regente y autoridades relacionadas con la monarquía de Portugal. Con la llegada de la familia real, ahora residente en el Brasil, las defensas costeras de la colonia fueron fortalecidas en su máximo nivel.

A partir de marzo de 2006, con la apertura al público para su visita y luego de varios años clausurado, no solo por el mal trato de los efectos del tiempo, sino también por la desidia de los gobiernos de turno que nada hacían por recuperarlo, se redimió un atractivo turístico y cultural importante en Salvador. La reforma de este patrimonio arquitectónico se debe al apoyo de capitales comunales, gobierno provincial y empresas privadas.

El “Forte Sao Marcelo”, luego de su transformación –adaptadas las normas de seguridad para los tiempos actuales-, posee un atributo que lo torna único, ya que el hecho de estar construido sobre un banco de arena rodeado de mar desde todos sus lados, puede visitarse en un pequeño itinerario de barco que lo torna más seductor aún.

La ciudad no sería la misma sin el “Forte Sao Marcelo”, que tiene más de 300 años de historia ligados con Salvador. ¿Se imagina una puesta de sol en la “Bahía de Todos los Santos”, desde el fuerte San Marcelo, observando parte de los 42 kilómetros de playas y otros atractivos que le ofrece Salvador?.

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