Un argentino en Brasil: el vino

EL ADELANTADO NO SOLO DESCUBRIÓ BRASIL: TAMBIÉN TRAJO ESTA BEBIDA – Por Alberto Curia, especial para DiariodeCultura.com.ar.

La historia del vino en Brasil tiene mucho que ver con la llegada de la comitiva que acompañó a Don Pedro Álvarez de Cabral –el adelantado portugués «descubridor» de esta región-, ya que ellos trajeron los primeros barriles de vino, que era conservado para elevar la moral de los marujos -marineros-, y servir en las misas, que eran rezadas durante todos los días en sus viajes.

Cuenta la tradición que, al momento de la llegada de los conquistadores, estos le ofrecieron a los indios un vino que para entonces no era apto para el consumo y recibieron en cambio uno fermentado de mandioca.

Desde entones, los viñedos fueron transformando las uvas en vinos, aunque de calidad simple y producidos generalmente en los estados del sudeste y norte del país.

Comandadas por propietarios célebres como Brás Cubas y Mauricio de Nassau, estas primeras viñas en suelo brasileño fueron abandonadas cuando descubrieron el oro en Goiás, Mato Grosso y Minas Gerais, a mediados del siglo XVII.

La “fiebre” áurea causó una gran falta de alimentos -ya que nadie trabajaba la tierra-, porque los productores fueron detrás de la riqueza inmediata del metal dorado y esta situación transformó al vino en un ícono de estatus y nobleza.

Hasta finales del siglo XVIII, el producido de las parras era una de las principales fuerzas motrices de los grandes centros del país, lo que ayudó a fomentar el crecimiento de la industria.

Pese a que existía la obligación de comprar vinos a Portugal en esa época del Brasil Colonia, lo manufacturado en el país debilitó el imperio luso, a tal punto que en 1795 la reina Doña María vetó toda actividad vitivinícola propia del Brasil, con lo que destruyó casi por completo a la joven industria en formación.

La recuperación de los viñedos y de la elaboración de esta noble bebida, recién ocurrió durante el advenimiento del Brasil República, con la llegada de los europeos a fines del siglo XIX.

Fueron los inmigrantes italianos los grandes responsables del resurgimiento del vino; ellos cultivaron las vides en la “Sierra Gaucha”, tal como lo hacían en su tierra natal y adaptaron las uvas al poderío de esa región.

El trabajo de estos emigrados dio sus frutos en corto tiempo y no tardaron en transformar los pequeños negocios familiares en transcendentales empresas de gran porte; expandieron por todo Brasil, a lomo de mula, la tan preciada y noble bebida.

La primera cooperativa se formó en el año 1912; luego se creó la “Federación de Cooperativas”, más a pesar de lo mucho que se había evolucionado, la verdadera profecialización llegó a los productores del lugar, con la contratación de expertos extranjeros venidos de Italia.

Esa dedicación fue que garantizó la mejora de los vinos “gauchos”, en todo el territorio nacional y motivó la creación de un órgano regulador de calidad que fue el “Sindicato Vitivinícola de Rio Grande do Sul”, fundado en 1927, con sede en Porto Alegre. Esta institución operó como ente regulador para autenticar la calidad de los productos regionales.

Desde 1930 y hasta hoy, se aportan parras desde el exterior para mejorar la calidad y se aporta técnicas y estudios de las disímiles mixturas de uvas, para formar varietales que distan de aquellos vinos traídos por los marineros de Don Pedro Álvarez de Cabral.

 

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