Un argentino en Brasil: Fábrica de sombreros

FERNANDES Y BRAGA, RIO DE JANEIRO – Por Alberto Curia, especial para DiariodeCultura.com.ar.

Mucho más que la simple protección para la cabeza, eran los sombreros en el Brasil de otras épocas; no solo eran parte de una identificación y distinción social, sino también una simbología política. Allá por el año 1831, quien usaba el sombrero nacional era considerado liberal exaltado y usar el cubre cabeza importado -sobre todo inglés-, catalogaba a su dueño de absolutista, sometido a lo extranjero y poco patriota.

La fábrica de la ciudad de “Braga” -de origen portugués- emprendió la producción de sombreros en el siglo XIX, pero en 1820, los lusos ya habían comenzado con la importación y venta.

Esto marcó un significativo cambio, tal como había sucedido en EEUU y en Europa. La tendencia fue acompañada en Brasil e incentivó la expansión del uso del producto nacional diferenciándose de las décadas anteriores, en las qjue el predominio era de los que se importaban las piezas y se ensamblaban en el país.

Según pudo establecerse, la industria del sombrero era una de las más antiguas, ya que desde 1825 existía en Rio de Janeiro la primera fabrican del producto la: “Miltrand&Pedelupe”, montadora con material importado, pues no había producción de elementos primarios para su confección.

Las originarias unidades importadas de “Braga” no eran de buena calidad y distaban mucho de los sombreros finos de castor y otros materiales usados por la elite, que los adquirían en sus viajes a Europa. En ese periodo, gran parte de la producción portuguesa, pasó a depender del consumo de sus colonias.

En el norte de Portugal se destacaban las ciudades de “Braga” y “Feira” como zonas fabricantes. La primera era la cuna de esta manufactura con más de 150 maestros sombrereros. Esta producción abasteció gran parte del mercado brasileño en la segunda mitad del siglo XVIII e inicios del XIX.

Las unidades engendradas en “Braga” eran consideradas de bajo nivel social por su tosquedad y poca variedad de colores y modelos. De todas maneras, eran más duraderos para quienes los usaban en trabajos rústicos, por lo que ganaron gran notoriedad en las comunidades rurales de varias regiones ya que tenían copa baja y ala ancha. En 1844 se vendieron en los estados de Rio de Janeiro, Marañón, Pernambuco y Bahía, unas 10 mil unidades. Con la aparición, años más tarde, de los sombreros de paja y otros materiales livianos, fue cayendo su popularidad y consumo.

Con los nuevos tratados entre Brasil y Portugal, se dio lugar a la radicación de fabricantes y empresarios lusitanos que trajeron novedades de Europa. Este cambio favoreció la llegada de varios agentes a Rio de Janeiro, que en 1846 contaba con seis fábricas. Para 1860 la producción que era manual y netamente artesanal, comenzó a industrializarse con la importación de maquinarias de costura, lustrar, engomar, además de sierras y calderas a vapor y, 6 años más tarde, superaban las 20 industrias.

Con la asociación de los empresarios Francisco José da Costa Braga y José Luis Fernandes Lopes, la empresa cobró mayor impulso y se expandió la venta de sus productos favorecidos por las condiciones del mercado interno y externo, por lo que se consolidaron fuertemente en el mercado.

Con el crecimiento industrial sombrerero en Rio de Janeiro, el número de operarios llegó a ser de más de 500 y se producían unidades de conejo, castor, seda y fieltro. El slogan de la fábrica indicaba: “Modernidad en el Proceso de Fabricación de Sombreros con Tecnología, Eficiencia y Rapidez”. Marcaron toda una época en Brasil.

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