Un argentino en Brasil: Quinta da Boa Vista

MIRÁ LAS IMÁGENES. Un atractivo diferente en la “Cidade Maravilhosa” – Por Alberto Curia, especial para DiariodeCultura.com.ar.

En muchas oportunidades nos dejamos llevar por la propaganda turística, recorremos los lugares más promocionados y renunciamos a sitios emblemáticos que son parte de una rica leyenda que vale la pena destacar y conocer.

Localizada en el barrio de “São Cristóvão”, en la zona norte de Rio de Janeiro, se encuentra la Quinta da “Boa Vista”. Es un extenso parque urbano que alberga en su interior al Museo Nacional y al Jardín Zoológico, además del Palacio Imperial, que fuera la residencia oficial de la familia real brasileña entre 1822 y 1889.

La historia de esta amplia área verde de Río -hoy abierta al público-, muy popular entre los cariocas residentes de la ciudad, se remonta al siglo XVI cuando todo este espacio formaba parte de una enorme granja propiedad de los Jesuitas.

Cuando la orden religiosa fue expulsada de Brasil, en 1759, el lugar fue dividido y vendido y el terreno donde hoy está la “Quinta da Boa Vista”, pasó a manos de Don Elías Antonio Lópes.

El nuevo dueño construyó una casona sobre una colina, desde la que tenía una vista privilegiada de la “Bahía de Guanabara”, lo que dio origen al nombre de “Quinta da Boa Vista”, (Quinta de la Buena Vista).

Cuando en 1808 la familia real de Portugal se vio obligada al exilio en Brasil, Don Lópes –como se hacía llamar-, donó la propiedad al Príncipe Regente Don João María de Orleáns y Bragança, por lo que la mansión original tuvo que ser reformada para adaptarse a las necesidades de la Realeza.

La obra estuvo a cargo del arquitecto inglés John Johnston y más allá de la innovación, lo que más se destacó fue la instalación de la gran “Puerta Monumental”, en la entrada de la quinta, hecha con una especie de escultura llamada “Coade Stone”, regalo del Duque de Northumberland, con motivo del matrimonio del Príncipe Don Pedro –hijo de DonJoão – con María Leopoldina de Austria. Este gran pórtico se encuentra en la actualidad en la entrada del zoológico.

Puede decirse también que esta nueva residencia –ahora de la realeza-, en la “Quinta da Boa Vista”, tenía mucha similitud con el Palacio Real da Ajuda” -a medio construir en Lisboa-.

Se convirtió en sede del gobierno del Reino Unido de Brasil y el Algarve y consagró de ese modo a Río de Janeiro, como la Capital de un reino europeo.

En 1822, cuando el país se separó de Portugal y se inició el Imperio de Brasil, Don Pedro I -Emperador Brasileño-, comenzó en la quinta da “Boa Vista”, las bellas obras de remodelación que la convertirían en el Palacio Imperial “São Cristóvão”, un majestuoso edificio de estilo neoclásico que en la actualidad ampara al Museo nacional de Rio de Janeiro.

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En la quinta da “Boa Vista” nació y creció Don Pedro II, el último emperador de. Brasil. Fue él, quien mando a realizar las mayores obras de embellecimiento de los jardines, trabajos realizadas por el paisajista francés Auguste François Marie Glaziou.

Si bien con el inicio de la República, en 1889, la quinta sufrió una etapa de abandono, muchos de los esquemas paisajísticos se mantienen en la actualidad en su estado original, tal el caso de la “Alameda de las Sapucaias”, (árbol espeso de flores rosadas), el lago y las grutas artificiales.

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En estos días, la quinta puede disfrutarse como una inmensa franja recreativa de la ciudad, con una gran área verde y extensa diversidad vegetal.

La “Pagoda China construida en bambú y una “Pérgola”, estilo neoclásico, le dan una imagen oriental, junto a los senderos que bordean la laguna y que invitan a pasear y relajarse.

Cuando se atraviesa el parque de la quinta, una avenida de palmeras traslada al visitante hacia el pórtico que indica el ingreso al Zoológico de Río, un lugar agradable, con vegetación exuberante, ideal para pasar un buen momento y admirar una importante variedad de animales, que van desde tucanes, araras, jacarés, pájaros diversos y monos de varias regiones de Brasil.

Lo que otrora fuese lugar de residencia de la realeza Lusa-brasileña, donde se celebraron innumerables fiestas, decisiones importantes que hacían al momento, hoy es un atractivo que adorna la ciudad para hacerla más maravillosa aún, mezclándose con la naturaleza propia de lo mucho que ofrece Río de Janeiro.
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