San Pablo es la ciudad más importante de Brasil; con algo más de 12 millones de habitantes, es la capital de un estado que tiene 45 millones de ciudadanos de todas las regiones brasileñas y de otros países del mundo, además de ser el nervio-motor empresarial del país.
Cuando el centro de San Pablo estaba en plena decadencia, un empresario decidió invertir de manera individual y revitalizar una calle.
Con el correr de los años, Walter Mancini –tal su nombre- adquirió varios inmuebles de esa arteria llamada “Rúa Avanhandava” y reformó las veredas sin ayuda del municipio.
Hoy, este sendero perfectamente revestido, abriga ocho emprendimientos de la familia entre los que se cuentan restaurantes y comercios dedicados a la moda femenina y masculina, locales cercados de seguridad y belleza, ubicados en el centro antiguo de la ciudad.
Entre las modificaciones hechas en esta popular “Rúa”, se encuentra la angostura de la calle a los fines de disminuir la velocidad de los automóviles en ese sector, con rampas para que transiten personas con deficiencia física y con más seguridad a los peatones.
Dice Walter Mancini, el pionero de esta renovación, que es apasionado por las “Chafariz” (fuentes de agua) y la “Rúa Avanhadava” ganó dos de estas fuentes donadas por Mancini, quien comenta que vive «cerca del lugar» y siempre transita caminando por allí, por eso tiene la costumbre de fotografiar este atractivo del centro paulista.
Agrega que no sabe cuándo la calle se observa más bonita; si en una tarde de sol, en una noche romántica de garúa o en el final de la tarde, cuando se da la mano con la noche y comienzan a encenderse las luces”.
Y son verdaderos los comentarios de este empresario precursor, ya que es muy placentero sentarse a las mesas próximas a las fuentes o entrar en uno de los restaurantes sofisticados con excelentes platos de la gastronomía italiana, acompañada de música en vivo o visitar un comercio de antigüedades.
En esta calzada existen opciones para todos los gustos y presupuestos; desde compartir una cerveza en mesas situadas en la vereda o degustar una clásica caipirinha aprovechando la noche caliente y el cielo anaranjado de San Pablo, hasta disfrutar un momento de jazz en vivo en un famoso bar-restaurante de la familia Mancini.
No hay dudas de que la “Rúa Avanhandava” es uno de los paseos más pasionales de San Pablo, ya que la mayoría de los restaurantes, bares o pizzerías, ofrecen música en vivo a la luz de las velas y el lugar se convierte en una verdadera confusión de idiomas, de gente visitante de gran parte de los países del mundo; una verdadera Babel.
San Pablo es una ciudad donde el caos es rey por excelencia. La movilización en la ciudad capital de sus más de 12 millones de habitantes se ve avasallada porque se suma el ingreso de los restantes moradores de la llamada “Región Metropolitana”, lo que genera que en las horas pico colapse el tránsito, en el que se mezclan más de 14 mil unidades de ómnibus locales con varios miles de taxis, autos particulares y trenes.
De todas maneras, este punto de encuentro en el que se ha constituido esta simpática calle “Avanhandava”, en la que tanto propios como extraños se sienten alejados del ritmo excéntrico de la capital paulista, hace que quien está durante gran parte del día inmerso en una “sinfonía” alocada de hacer una fila para comer, hacer trámites bancarios o subirse a un transporte público, llegada la tarde-noche, pueda encontrar el sosiego tan necesario para reponer energías en un lugar donde la calma lo invita a disfrutar de un momento único, comer una pizza acompañada de una cerveza helada, degustar una buena cena o, simplemente, beber la popular caipirinha.
Si anda de visita o trabajo por San Pablo, conozca este vergel dentro de esta selva de cemento llamada San Pablo.