Un argentino en Brasil: Sao José do Cerrito

CASAS SUBTERRANEAS DE PRINCIPIOS DE LA ERA CRISTIANA – Por Alberto Curia, especial para DiariodeCultura.com.ar.

Brasil es un país que no deja de sorprendernos por la inunmerable cantidad de historias para narrar. Si Ud piensa que ya conoce todo o que hay más de lo mismo en un relato sobre ciudades, aquí le demostramos que siempre aparece un hecho diferente.

Existe una ciudad en el sur brasileño, en el estado de Santa Catarina, llamada «Sao José do Cerrito», que tiene la particularidad de poseer la mayor concentración de viviendas subterraneas; se ha descubierto en el interior de la tierra durante excavaciones, una importante cantidad de estructuras que pueden haber servido a pueblos indígenas antiguos que aportan informaciones de trascendencia sobre quienes habitaban esta región en el início de la era cristiana.

En este sitio arqueológico fueron encontradas 104 construcciones que se supone sirvieron de refugio a antiguos pobladores. Arqueólogos del Instituto Anchietano de Investigación de la «Universidad do Vale do Río Sinos», están revelando un pasado todavía desconocido.

«Sao José do Cerrito» está ubicada aproximadamente a 300 kilómetros de Florianópolis, la capital catarinense. Si uno observa ligeramente este descubrimiento, tiene la apariencia de un simple agujero en la tierra, pero para los científicos se trata de un legado de la arqueología de suma importancia sobre estos pueblo originarios que habitaron el sur brasileño.

Uno de los integrantes de este grupo de trabajo, el sacerdote Pedro Ignácio Schmitz, coordinador de esta investigación y experto en excavaciónes desde el año 1960, comenta que es este lugar uno de los sitios más importantes que conoce. Su entusiasmo radica en la cantidad de casas subterraneas halladas de forma circular.

Los constructores de estas aldeas nunca tuvieron un sistema de escritura y todo lo que puede estudiarse sobre sus habitos de vida es a través de los vestigios materiales dejados, que son escasos, por el material usado que era madera y paja, elementos que no resisten la acción del tiempo.

Se estima que la migración de estos pueblos proviene de Minas Gerais y se dirigía a Rio Grande do Sul, lugar de la mayor concentración de estas estructuras subterráneas. Este éxodo de los grupos o etnías indígenas se estima que aconteció en los primeros siglos de la era cristiana, y es probable que halla ocurrido en el año 600 d.c. en los territorios que hoy comprenden los estados de Paraná, Santa Catarina y Río Grande do Sul.

Es muy interesante apreciar que la historia de la migración de estos grupos primitivos se produce en los mismos años en que se encontraron remanentes del pino Araucaria. En estudios de sedimentos del polen de este arbol, pudo saberse que era abundante por entonces en la región del planalto central brasileño y, de acuerdo con un traslado que se entiende fue de parte de estos migrantes, se diseminó por el sur del país donde hoy predomina la especie.

Los arqueólogos relatan que fue exactamente esta la ruta migratoria seguida por las poblaciones que construyeron estas estructuras subterráneas recientemente descubiertas y se piensa que el piñón era fundamental para su sustento alimenticio.

Estas aldeas construidas debajo de la tierra se cree que fueron elaboradas por la civilización que dió origen a las étnias «Caingangue» y «Xoclengue», que descienden de un tronco en común, prueba de ello es que ambas compartían trazos semejantes en su lengua, costumbres y tradiciones.

Por largo tiempo convivieron juntas; se estima que fué hasta el siglo XIX. Una característica en común fue el marcado de los troncos de los pinos con una señal específica que era el sello propio de cada grupo y para indicar a quien pertenecía cada ejemplar de araucaria protegiendo de esta manera su fuente de alimentación, ante eventuales invasores.

En la actualidad existen cerca de 25 mil indios «Caingangues», en Brasil. Ellos habitan tierras altas que se extienden desde San Pablo hasta Río Grande do Sul y son uno de los mayores grupos étnicos del país. Por su parte los Indios «Xoclengues» son cerca de 1000, su territorio se restringe a la reserva de la ciudad de Duque de Caxias, en el municipio catarinense de Ibirama, y se la considera una étnia en extinción.

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