Un argentino en Brasil: «Tía Ciata»

Símbolo del samba carioca – Por Alberto Curia, especial para DiariodeCultura.com.ar.

Cuando se habla de Rio de janeiro siempre se piensa en sus playas y bellos paisajes, pero profundizando en la historia, aparecen actores como “Tía Ciata”, nacida bajo el nombre de Hilaria Batista de Almeida, en “Santo Amaro da Purificaçao”, interior de la Bahía, en 1854  quien a los 22 años llevo a la capital de los cariocas la Samba Roda.

Fue la más famosa de las “tías bahianas”, (personajes del candomble que dejaron Salvador perseguidas por la policía), a fines del siglo XIX y comienzos del siglo XX.

A su llegada a Rio de Janeiro, “TiaCiata”, conoció a quien luego sería el padre de su hija, Norberto da Rocha. Posteriormente se divorció y para sustentarse comenzó a trabajar vendiendo comidas en la calle vestida con la ropa típica blanca de bahiana, con turbante y guías de Candomblé, lo que revelaba su convicción religiosa por este culto prohibido y hostigado por aquellos tiempos. Su mesa improvisada estaba llena de manjares típicos de la Bahía y era el deleite de los transeúntes de todas las clases sociales.

Tiempo después se casó con João Batista da Silva, un negro bien sucedido, con quien tuvo 14 hijos, un hecho valioso para afirmar la “Pequeña África”, como se conocía esa área de “PraçaOnze”. Allí, en su casa, recibía todos los fines de semana, los “Pagodes”, verdaderas fiestas danzantes, regadas de muchas cerveza, música de la mejor calidad y buenas comidas.

Estos encuentros duraban varios días y en ellos se juntaban los mejores compositores y malandras de la bohemia carioca para que el samba nunca se acabe.

La Casa de “Tía Ciata”, era el tradicional punto de reunión de los personajes del samba de Rio, tanto que en los primeros años del desfile de las “Escolas do Samba”, era obligatorio pasar por enfrente de la residencia.

Normalmente, la policía perseguía estos actos en la casa, pero “Tía Ciata”, era famosa también por sus dotes de curandera y fue un investigador de la policía, conocido como Bispo, que comentó una historia muy interesante que envuelve al entonces presidente de la Republica, Wenceslao Brás: “dicen que el primer mandatario sufría por una herida en una de sus piernas que no cicatrizaba y los médicos no conseguían aliviar, este policía con llegada al círculo íntimo del presidente comentó al gobernante la fama de “TíaCiata” y opinó que esta lo podía curar”.

“El presidente aceptó que Bispo conversara con la “curandera”; esta recomendó una pasta de hierbas que tenía que ser colocada sobre la herida durante tres días. El presidente se sanó y ofreció ayuda de lo que quisiera. “Tía Ciata” agradeció y dijo que no precisaba nada pero que su marido sí, pidiendo un trabajo público porque tenía una familia numerosa y varias bocas que alimentar, explicó”.

Además de sus comidas, y aprovechando la variedad de «gente bien» que concurría a sus fiestas, la “curandera” comenzó a dar consulta con sus entidades de Candomble.

Esa morada es una de las cunas de la música carioca por excelencia; su casa es una referencia histórica del Samba y también de los amantes a la religión africana, de Candomble.

En 1910, murió su esposo João Batista da Silva, pero ella ya había conquistado su lugar de estrella en el universo de la samba Carioca. Era muy respetada en la ciudad, un hecho poco común entre la gente de raza negra por aquellos tiempos.

Todos los años, durante el carnaval, se arma una barraca en la “PraçaOnze”, donde se reunían desde trabajadores, hasta gente de elite, pasando por los vagos de la noche carioca. Allí eran lanzadas las músicas, las “marchinhas” más conocidas que luego serían famosas durante el carnaval de Rio de Janeiro.

“Tía Ciata”, murió en 1924 y hasta hoy es parte fundamental de la historia del Samba; hay pocas imágenes de su figura, pero puede decirse que “TiaCiata” fue una mujer amada, un símbolo de aquella época, muy querida y respetada.
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