Hay destinos turísticos cuyos nombres no son para nada fáciles de pronunciar y, por ende, no son tan populares a la hora de ser ofrecidos por las agencias de turismo.
De todas maneras, el encanto y magnificencia que ofrece este lugar en el mundo tiene que ver con la tranquilidad de sus aguas y su nombre tan difícil como encantador, es la villa “Jericoacoara”, distante 300 kilómetros de Fortaleza, un lugar pacífico ubicado en la costa Oeste del estado de Ceará, en una zona cercada de lagunas de agua dulce, pantanos, un mar calmo de aguas cristalinas de un azul intenso y playas desérticas llenas de dunas, donde según los lugareños, es posible admirar la puesta de sol más
bonita del Brasil.
Decir que en este Villarejo se puede reposar de verdad es pura realidad, ya que el andar medio cansino de sus habitantes constata la tranquilidad del lugar haciendo más placentero su período vacacional.
A partir del año 1984, fue declarada Área de Protección Ambiental tornándose en Parque Nacional en el 2002, de esta manera se pudo conservar intacta su belleza natural.
Cuentan los antiguos moradores que el nombre de “Jericoacoara”, significa “jacaré tomando sol”, en lengua indígena, aunque los pescadores dicen que vista desde mar adentro la encantadora “Pedra Furada” (Piedra Agujereada),- punto turístico del lugar-, parece el ojo de un jacaré.
Para las personas de edad avanzada que deseen visitarla, no es un paseo recomendado, ya que todas sus calles son de arena y se dificulta el desplazamiento. También, es complejo para quienes quieran viajar con niños pequeños, debido a que no circulan los carritos de bebé con facilidad. Aquí no existe iluminación pública, la red eléctrica es subterránea lo que hace de las noches en “Jerí”, -denominación muy común entre los moradores del lugar-, un espectáculo muy particular.
El acceso al poblado también es difícil ya que los últimos 15 kilómetros no son pavimentados, el camino es arenoso y se llega solamente en vehículos 4X4.
Esta antigua villa de pescadores, cuenta en la actualidad con una gran cantidad de comercios y restaurantes que ofrecen comidas regionales, nacional e internacional, existe una agitada vida nocturna reflejada en sus bares típicos para disfrutar de la música de forró, samba y otras. Además, las barracas a la vera del mar son la atracción de los transeúntes que degustan cócteles y la tradicional caipiriña.
“Jerí”, está considerado, a nivel mundial, como uno de los mejores lugares para la práctica de windsurf, kitesurf y surf, ya que el incansable viento que sopla durante 9 meses al año es lo que permite experimentar estos deportes sin perder prácticamente un solo día, y si a esto le agregamos sus aguas cálidas y el sol permanente, se transforma en un combo especial.
Podemos decir que todo en este vergel es encantador, se camina en paz por sus bellas playas o se pueden recorrer a caballo, buggy, o en cuatriciclos, explorando las dunas y lagunas en paseos relajantes.
Si usted ansía descansar lejos del murmullo de la gran ciudad, distante de la ansiedad mundana, puede estar tranquilo, porque la villa no posee agencias bancarias ni cajeros automáticos –lo que a veces es un inconveniente-, solamente en la agencia de correos se puede retirar dinero por el Banco do Brasil, muchos comercios reciben tarjetas de crédito. La ciudad más próxima con agencias de banco es el municipio de “Jijoca”, distante una hora de viaje.
Es muy interesante recorrer el camino que lo acerca hasta uno de los íconos del lugar, la ya mencionada “Pedra Furada”, una formación rocosa esculpida por el mar durante millones de años.
Para garantizar la conservación del lugar, le fueron otorgadas al Parque Nacional “Jericoacoara”, 400 hectáreas de tierra, totalizando unas 8.850, que incluye el pantano del “Rio Guriú”, reducto de caballos marinos, varias dunas fijas y una inmensa vegetación nativa que hacen de “Jerí”, un lugar exclusivo.
En 1994, el diario estadounidense “The Washington Post”, eligió a “Jericoacoara”, como una de las diez playas más lindas del mundo.
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