TRAS LAS HUELLAS DEL MARQUES DE SADE EN SAINT GERMAIN-DE-PRES – Por Jorge Forbes, desde París, especial para DiariodeCultura.com.ar.

Donatien Alphonse François de Sade, conocido por su título de Marqués de Sade (Nacido en París, el 2 de junio de 1740, en el hotel de Conde, muy cerca del actual Metro Odeon y fallecido en el Hospital de Charenton-Saint-Maurice, Val-de-Marne, el 2 de diciembre de 1814), fue filósofo y escritor, autor de Los crímenes del amor, Aline y Valcour y otras numerosas novelas, cuentos, ensayos y piezas de teatro. También le son atribuidas Justine o los infortunios de la virtud, Juliette o las prosperidades del vicio, Las 120 jornadas de Sodoma y La filosofía en el tocador, entre otras.

Conocido por haber dado nombre a una tendencia sexual que se caracteriza por la obtención de placer infligiendo dolor a otros (el sadismo), es el escritor francés maldito por antonomasia. El Marqués de Sade de origen aristocrático, se educó con su tío, el abate de Sade, un erudito libertino y volteriano que ejerció una gran influencia sobre Alphonse.

Alumno de la Escuela de Caballería, en 1759 obtuvo el grado de capitán del regimiento de Borgoña y participó en la guerra de los Siete Años. Acabada la contienda, en 1766 contrajo matrimonio con la hija de un magistrado, a la que abandonó cinco años más tarde. En 1768 fue encarcelado por primera vez, acusado de torturas por su criada, aunque fue liberado al poco tiempo por orden real. Juzgado y condenado a muerte por delitos sexuales, en 1772 consiguió huir a Génova. Regresó a París en 1777, donde fue detenido a instancias de su suegro y encarcelado en Vincennes.

En 1784 fue trasladado a la Bastilla y en 1789 al hospital psiquiátrico de Charenton, que abandonó en 1790 gracias a un indulto concedido por la Asamblea surgida de la Revolución de 1789. Participó entonces de manera activa en política, paradójicamente, en el bando más moderado. En 1801, a raíz del escándalo suscitado por la publicación de La filosofía del tocador, fue internado de nuevo en el hospital psiquiátrico de Charenton, donde murió.

Escribió la mayor parte de sus obras en sus largos períodos de internación. En una de las primeras, el Diálogo entre un sacerdote y un moribundo (1782), manifestó su ateísmo. Posteriores son Los 120 días de Sodoma (1784), Los crímenes del amor (1788), Justine (1791) y Juliette (1798), obras todas calificadas de «sadismo» y perversión sexual.

Los habitantes y transeuntes de Saint Germain-de-Près que hoy circulan entre el barrio de Odeón y el de Saint-Sulpice, ignoran que recorren el territorio de juventud de uno de los más famosos y sulfurosos escritores del siglo de las Luces: el Marqués de Sade. Fue, en efecto, en la rue de Condé, paralela a la rue Monsieur-le-Prince, donde se elevaba el magnífico palacio de la familia, en donde nació el que posteriormente sería el «divino Marqués».

Hoy, solo queda una puerta bien trabajada y tallada de lo que fue una de las más bellas residencias de Paris, reemplazada por el elegante cuadrilatero del Teatro de Odeón o de Europa, como se lo conoce desde algunos años. Una sustitución que alegraría hoy a Donatien, que durante casi toda su vida y sin mayores éxitos, escribió obras de teatro. Ese amor por las tablas de los teatros el joven Donatien lo encontró a pocos pasos de Odeón, en el liceo Louis-le-Grand (Luis el Grande) en la rue Saint-Jacques, donde los curas jesuitas le hicieron descubrir lo que seria su gran pasión: escribir y actuar en obras de teatro.

A la espera de subir a un escenario, el recién nacido fue bautizado en la iglesia de Saint-Sulpice, con los tres nombres de: Louis-Aldonze-François. Una buena parte de la Corte real y de la nobleza de París asistió a la ceremonia sin dudar de que ese niño al que se mojaba con agua bendita en la plácida luz de Saint-Sulpice, se convertiría en el más feroz adversario de la religión y del poder establecido.

Pasaron los años y las direcciones parisienses de Sade fueron cambiando: el torreón de la prisión de Vincennes, la fortaleza de la Bastilla… De Louis XV a Napoleón, el marqués habitó «todas» las prisiones de la capital francesa, arrestado y detenido sin cesar, pero nunca arrepentido.

Escritor maldito, personaje de leyenda, Sade fue igualmente un padre de familia que sorprendió de manera muy negativa con sus extravagancias a su mujer e hijos. A tal punto, que el último de sus hijos, Armand de Sade,
intentó poner la mayor distancia posible entre él y su terrible genitor. Y fue en el VI arrondissement (el sexto distrito) que vino a encontrar el reposo y la tranquilidad, en el 24 de la rue du Vieux-Colombier. Terminó su vida alli mismo, donde había comenzado la de de su padre, el terrible Marqués de Sade.