LA RETRATISTA DE MARIA ANTONIETA, ESPOSA DE LOUIS XVI, SE ESCAPÓ DE LA GUILLOTINA DE LA REVOLUCION PARA HACER FORTUNA EN LAS GRANDES CORTES DE EUROPA – Por Jorge Forbes #, desde Francia, especial para DiariodeCultura.com.ar

Elizabeth Louise Vigée Le Brun, gran retratista de la reina María Antonieta, a la que llamaban despectivamente, «La austríaca», logró escapar a la guillotina revolucionaria de 1789. Tenía sólo 34 años y una hija de 9, cuando el 5 de octubre de ese año siniestro, tanto Louis XVI como María Antonieta fueron llevados de Versailles a París.

No se quedó una hora más en la capital. Una diligencia salió para Lyon a medianoche. El faubourg Saint Antoine, muy cerca de la Bastilla, no parecía el lugar más indicado para quedarse. Disfrazada de obrera, mal vestida, la favorita de los salones reales se sentó frente a un bandido sucio que olía muy mal. A su lado un «jacobino» cortador de cabezas, que gracias a Dios no la reconoció. Una verdadera escena cinematrográfica entre enemigos que se ignoran!.

Desde Lyon siguió viaje hasta la región de Saboya, de la que quedó subyugada de las montañas que veía por primera vez en su vida para luego instalarse en Italia… y salvar su vida.

La retratista oficial de María Antonieta venia de hacerse rehabilitar un lujosisimo hotel particular en París cuando los revolucionarios buscaban por todos los medios «hacerle su retrato a esta confidente de la reina». Varios de sus amigos de la infancia fueron decapitados. La artista llegó a saber que la hija del marqués de Sombreuil, uno de sus amigos, también guillotinado, antes fue forzada por el «populacho revolucionario» a beber un vaso de sangre, delante de la prision.

Elizabeth Louise Vigée Le Brun. Una mujer impresionante, indicaba en el Grand Palais un eminente critico de arte en el momento de inaugurarse la exposición que le fue consagrada. Una artista en el fondo más rigida, desconfiada y lúcida ante los excesos de la reina. «Es una mujer a quién su ansiedad le salvó la vida y que sabía, de manera instintiva, cuando estaba en peligro. No dudaba que no tenía que haber cometido alguna falta para ser condenada y declarada culpable, escribe hoy su biográfa Geneviève Haroche-Bouzinac.

La pintora (retratista) oficial de la corte hubiera podido morir antes de los 40 años en la guillotina, pero finalmente vivió más del doble, hasta 1842. Su padre era acuarelista, su marido pintor y «marchand» de cuadros. Pero la jóven, desde el punto de vista profesional, les debía muy poco. Si Elizabeth Louise Vigée Le Brun es hoy una heroina de novela es gracias a la voluntad y determinación de esta feminista, antes de hora, para existir por si misma.

No era oriunda de la nobleza y perdió a su padre a los 12 años. Muy rápido tomó conciencia de su talento y de la voluntad de trabajo necesaria para triunfar. Pero su marido, mujeriego empedernido, despilfarró en el juego el dinero ganado por su talentosa esposa. La aristocracia adoptó rapidamente a esta mujer, severa en el trabajo y moderna a la vez, que hizo posar a la reina con una simple camisa. Cosa escandalosa para la época…  Pero María Antonieta la adoraba!.

¿El terror de Estado?, más bien la dulzura hasta el fin de su larga existencia. La retratista en fuga inició entonces una gira triunfal en las cortes europeas que duró hasta 1802: en Florencia, Nápoles, Viena, San Petersburgo o Moscú, la nobleza se peleaba por un retrato suyo. Su marido, que se quedó en París, para salvar los «muebles» (en caso de problemas) no pudo confiscarle sus beneficios. Es así que se hizo inmensamente rica y autónoma. Cuando regresó a París frecuentó a Josefina Bonaparte y siguió pagando las deudas de su marido y de su vanidoso hermano. Sus hombres tan frágiles, ella tan sólida. La vieja dama que jamás cambió de estilo, ni en la vida ni en sus cuadros, hizo grabar en su tumba, luego de 86 años de una vida intensa: «Aquí, por fin descanso!»

Vignée Le Brun acompañó los comienzos del reinado de Louis XVI, antes de la Revolución. Su mujer muy mal querida por los franceses que de manera despectiva la llamaban «la austríaca», necesitaba mejorar su imágen (anticipación para la época!!). La retratista realizó por pedido un cuadro muy maternal de María Antonieta rodeada de su hijos, destinado a contrabalancear su liviandad tan criticada. Lo que marcaba en esos retratos de condes y marqueses de la corte, era lo natural y también las fechas, las cuales se escalonan entre 1762 y 1789. De todos esos lindos rostros, varios fueron decapitados y otros lograron escaparse. No fue así con la condesa de Barry, amante de la corte abandonada de Louis XV, obligada a alejarse de las fastuosidades de la corte de Louis XVI. Vigée Le Brun logró un tardío y emotivo retrato de ella antes que la condesa abandonada fuera guillotinada en la plaza de la Concordia, a los 50 años, en 1793. Cuando se conoce todo esto, uno mira de otra manera ese retrato tan dulce y bien pintado. Una buena cantidad de nobles cabezas, en una emocionante galeria de retratos, pero que -igualmente- terminarían por caer en los canastos al pie de la guillotina.

La exposición en el Grand Palais, iniciada a mediados de setiembre 2015, durará hasta el 11 de enero 2016, con un catálogo muy bello. Posteriormente, irá al Metropolitan de  Nueva York y, luego, al Museo de Bellas Artes de Otawa, en Canadá.

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# Jorge Forbes es un periodista argentino que reside en Francia y que desde 1982 es corresponsal en Paris para diferentes medios, tanto en la Argentina (Radio Continental), como de Estados Unidos (Voice of América), México (Radio Noticias) y Uruguay (Radio Sarandi).
Actualmente colabora con Diario de Cultura y con Arte y Coleccion y propone visitas en la capital francesa (privadas o en grupo, no mas de 4 personas) por lugares donde vivieron argentinos famosos y conocidos, asi como sitios poco conocidos para turistas, incluso aguerridos en la materia. Se recomienda hacer el pedido por mail a [email protected] o al teléfono celular en Francia: 0033606837915.
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