Desgraciadamente no quedan vestigios del «milagro de occidente», es decir la iglesia abacial del monasterio benedictino de Cluny, la cual era, en el siglo XVI, la iglesia mas grande de la cristiandad. Unicamente planos y diseños permiten imaginar lo que fue ese grandioso edificio.
El monasterio fue destruido durante las guerras de Religión y lo que quedó fue blanco de los revolucionarios. En 1790, un comerciante de la ciudad de Mâcon, compró los terrenos y los explotó como canteras de piedras hasta 1832.
Hoy, solo quedan dos torres del crucero de la iglesia, el campanario -llamado del «Agua bendita»-, la pequeña torre del reloj, el pórtico occidental, así como una ínfima parte de la nave. Sin embargo, es posible todavía imaginar el esplendor de esta magnífica iglesia.
La historia de la abadía de Cluny, en la región de Saône y Loira (este-sudeste de Francia), es la de un poder clerical enorme, el cual durante siglos influyó en toda la cristiandad.
En ciertas épocas, la importancia de Cluny eclipsaría a la de Roma, y la abadía sería, incluso, el corazón del Occidente cristiano. Cluny estaba diréctamente bajo la autoridad de la Santa Sede y podía fundar sus propios monasterios que sometía a la severa reforma clunesina.
La órden estaría muy pronto conformada por cerca de 2.000 monasterios diseminados en toda la Europa occidental. También, desde Cluny que partían las peregrinaciones hacia Santiago de Compostela.
Al mismo tiempo, los monasterios clunecinos ejercían una cierta influencia en la vida política de la época, los poderes de los abades podían ser comparados a los de los grandes señores.
En el año 910, Guillermo el Piadoso, duque de Aquitania, fundaba la primera iglesia de Cluny, llamada Cluny I, la cual subsistió hasta el 954. Cluny II le sucedió entonces (desde 954 hasta 987).
Fue en Cluny III, iglesia empezada en 1088 y consagrada en 1095 por el Papa Urbano II, a dónde pertenecían los edificios que todavía hoy pueden observarse.
La basílica a cinco naves y la doble nave del crucero, el coro occidental con su deambulatorio y sus capillas y el «nartex», fueron terminados a comienzos del siglo XIII. Pero ya a mediados del siglo XII, mucho antes del final de la construccion, el monasterio comenzó a perder su influencia.
En la época de los grandes abades, se destacó el caso del abad Hugo (1049-1109) el cual en 1077 habia acompañado al emperador Henri IV a Canosa, dónde estaba el abad Venerabilis (1122-1156), uno de los grandes abades, cuyo tiempo estaba casi perimido.
Los adversarios laicos y religiosos de un «Estado monacal» centralizado ponían en tela de juicio el poder y la riqueza de Cluny. El más ilustre entre ellos fue a ciencia cierta San Bernardo de Clairvaux, el cual odiaba el lujo y la laicidad de Cluny. Cuando fundó la órden de los «Cisterciences», el poder clunesino llegó a su final.
Hoy, todavía, el célebre campanario del «Agua bendita» sigue «reinando» por encima del delicioso valle de la Grosne, mudo testigo de un pasado glorioso en el que se decidió una gran parte de la historia del Occidente cristiano.
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