Una cierta mirada al cine nacional

La magia de la moral dudosa. Reseña del film «Perdida», de Alejandro Montiel (2018). Por: Osvaldo Béker*, especial para Diario de Cultura

Las expectativas son muchas debido a que los recursos lo son. En principio, la película dirigida por Alejandro Montiel (quien, además de realizador -“Un paraíso para los malditos”, “Chapadmalal”, “8 semanas”-, fue en algún momento productor) cuenta con la ahora hiperprestigiosa Luisana Lopilato –muy alejados sus rictus de la tele- en el papel principal de un reparto de alto nivel: el todoterreno Rafael Spregelburd, Nicolás Furtado (la revelación de los últimos cinco años), el exyoutuber Julián Serrano, una bastante asombrosa Oriana Sabatini o la siempre impecable María Onetto. Luego, porque el film es el resultado de una coproducción argentino-española (Amaia Salamanca, así, todo con A, es la actriz ibérica cuya presencia destaca en este thriller). También, porque parte de los escenarios es prometedor: San Martín de los Andes (nótese la escena inicial, la de los créditos, con una toma desde un dron y que abunda en blanca nieve surcada por una veintena de sujetos, y algún que otro perro, que dejan sus huellas oscuras allá en lo bajo, en el enclave andino). Son hasta acá tres los factores que se vuelven algo así como una garantía de antemano. No obstante, el estereotipo gobierna en la diégesis, los clichés no se hacen esperar, los lugares comunes se acumulan demasiado, mucho más allá de que se considere que “Perdida” es una transposición de la novela escrita por la periodista de policiales Florencia Etcheves. Citemos algunos ejemplos: en un momento, aparecen las palabras literales del comisario a su subalterno: “por favor, entregue su arma y su placa”; en otro, un personaje satélite (pero fiel acompañante de la principal), es asesinado con la consecuente consternación de Pipa (así se llama Lopilato en la historia); en otro, Pipa se priva de brindar una información crucial a la progenitora de la muchacha convocada por el título. Sorprende, eso sí, que la performance de Spregelburd sea tan floja, como si careciera de la tamaña experiencia que sabemos que posee. La masculinizada Lopilato atraviesa una historia (en rigor de la verdad, la motoriza) con algunos fragmentos que solo una especie de “débil magia” podría justificar: esa es la hora de la inverosimilitud. Terminada la película surge una circunstancia que exige la reflexión en torno a aspectos éticos (demasiado fabricados; tanto, que se convierte en algo decididamente insostenible), y eso tampoco contribuye a la calidad, a pesar de que, con todos esos ingredientes nombrados al principio de estas líneas, “Perdida” naturalmente despierta una alta demanda por todo tipo de platea.

* Osvaldo Béker es Profesor y Licenciado en Letras (UBA). Profesor y Licenciado en Comunicación (UBA). Master en Análisis del Discurso (UBA). Cursa actualmente el Doctorado en Ciencias Sociales en la UBA. Profesor de grado e Investigador en la UBA, la UCES, la UFLO y el Instituto Superior en Letras Eduardo Mallea. Profesor de Posgrado en la Maestría DICOM, en FADU, UBA. Profesor Adjunto en el Seminario Optativo “Aproximaciones discursivas a la Crónica Urbana en su variedad significante: la letra, la imagen”. Docente Ayudante en la materia Taller de Expresión I (Taller de Escritura) en la carrera de Comunicación, Facultad de Ciencias Sociales, UBA. Director de Investigación en Proyectos de Reconocimiento Institucional, Facultad de Ciencias Sociales, UBA. Autor de los libros “A segundos del 2000” (EMA), “Narrar-se: el Taller de Escritura y la Autobiografía” (Proyecto), “Escribir la Ciudad: el Taller de Escritura y la Crónica Urbana” (Zeit), “La Escritura Breve: el Taller de Escritura y los Microrrelatos” (Zeit), “La Escritura en sus Detalles: Recomendaciones puntuales para la Redacción” (Zeit), y la novela “Tandil” (Zeit). Periodista sobre Cine en el portal Diario de Cultura y en la FM 92.3. Autor de artículos-ponencias en Jornadas y Congresos nacionales e internacionales.