Una de poetas: Alicia Poderti habla sobre Joaquín Giannuzzi

Doctora en Letras y en Historia, Alicia Poderti conoció al Premio Nacional de Poesía cuando vivía en Salta, a principios de la década del ´90 – Por Amalia Gieschen, especial para DiariodeCultura.com.ar.

La semilla fecunda

Conoció a Joaquín Giannuzzi y a su mujer, la escritora Libertad Demitrópulos, en 1990, en Salta. El poeta tenía una casa en Campo Quijano y la habitaba por temporadas. “Fuimos con mi marido y otros amigos escritores. Me fascinaron los temas que se tocaron ese día y la cantidad de chistes”, se entusiasma Alicia Poderti.

Desde entonces, fueron siempre bienvenidos para otros almuerzos, asados, meriendas. “Disfrutábamos de los deliciosos higos que crecían en el predio y se nos embelesaban los ojos mirando las flores que con tanto cariño cuidaba Libertad”.

Poderti ya lo había leído cuando estaba estudiando su carrera de Letras en 1982. Lo admiraba. “Joaquín era muy modesto y nunca hablaba de su quehacer como poeta, ni de sus premios, ni de su trayectoria. Siempre era un placer aceptar sus consejos para seguir adelante con mi propia poesía. También me regaló varios libros dedicados”.

A pesar del vínculo artístico, lo que privilegiaron fue la amistad. “Nunca le pedí nada. Muchos otros escritores se acercaban para pedirle un prólogo, una ayuda. Para mí, era importante contar con él como un padre, un integrante de la familia”.

Además del lazo fraterno, “compartíamos una visión escrutadora de la realidad, a veces muy crítica”. La autora cree que esto se deslinda de la identidad de inmigrantes escindidos entre dos culturas: la andina y la rioplatense.

Fue muy amiga de su mujer, que prologó su libro de cuentos y sobre quien basó su primera tesis doctoral. “La acompañamos mucho cuando se enfermó hasta su muerte, en 1998, haciendo lo posible para que estuviera cómoda. Joaquín estuvo siempre a su lado y demostró ser una excelente persona”.

A Alicia Poderti se le escapan algunas lágrimas cuando se le vienen imágenes de su hijo Fran, nacido en 1993, mimado por Giannuzzi. “Él observaba el crecimiento de mi niño hermoso. Lo adoraba. Fue una bendición compartir tantos años de nuestra vida”.

Momentos que no van a olvidar

Poderti y su familia se quedaban a dormir en la casa de Libertad y Joaquín. Y viceversa. “Disfrutaba cuando íbamos a pasear con el auto por las cumbres verdes que rodean Quijano, pasear por esos caminos de piedra que se elevan hacia las alturas”.

Entre tantas anécdotas que Poderti atesora, rescata aquella en que Giannuzzi fue a conocer su casa en construcción y posó su mirada escéptica sobre los escombros. “Parecía el escenario de un terremoto y todavía el comedor no tenía techo. Y entonces nos dijo: «Esto está muy mal, muy mal. No, creo que puedan mudarse en marzo». Nos reímos todos, pero finalmente nos mudamos el 21 de marzo como habíamos planeado”.

Otras veces, le contaba sus experiencias como jurado de los concursos de poesía. Tanto él como Libertad recibían gran cantidad de carpetas: para ella, las novelas; para él, los poemas. “Los métodos que nos narraba Joaquín para seleccionar los libros de poesía eran tan originales. A veces quería guiarse por el título del libro, otras encontraba verdaderas perlitas.”

Luego de la muerte de Libertad, el afecto siguió intacto. “Una vez nos encontramos por casualidad en un vuelo de Córdoba hacia Salta. Él quiso sentarse junto a mí en el avión y nuestra charla fue la más profunda que tuvimos. Mientras conversábamos se nos veían hasta los huesos”.

El poeta que no muere

De su poesía, siempre le atrajeron su sencillez y su capacidad de síntesis. “Muchos de sus poemas constituyen verdaderos teoremas llenos luz e investigación sobre cuestiones humanas. Sus poemas se deslizan desde una palabra que parte de hechos cotidianos y luego se eleva más allá de las leyes conocidas de la física”.

Si tuviera que elegir uno sólo de sus poemas, dice que sería «El insecto». “La observación de una situación común pareciera distraer, por un momento, al poeta. Pero ese instante es el pre-texto que lo induce a profundizar en una mirada filosófica sobre la vida y la muerte. Este movimiento tan natural resulta impresionante y los poemas son estéticamente perfectos. «El poema Lluvia en el jardín», sigue esta tónica:

«He observado el comportamiento de las mariposas
sorprendidas por la lluvia en el jardín.
En vano buscaron refugio bajo las hojas
y en la profundidad de las flores.
Pero una de ellas se elevó
hacia las nubes sombrías
y eligió la muerte en el rayo
perdida la memoria de la especie.
Yo fumaba en la galería, tendido de espaldas;
yo sobrevivía tranquilamente, ensayando
mi oficio de holgazán, mis vacaciones metafísicas,
aunque también pensando
qué clase de muerte, qué modelo de sepulcro
podría convenir a mi exclusiva historia personal,
la especie de pena que me correspondía. »

A los jóvenes les diría que su obra es imprescindible para entender la relación armoniosa entre el orden y el caos. El poeta organiza sus percepciones del mundo sensible y en otros se horroriza por la intromisión del desorden irracional. Así encontramos una poesía hecha de contrastes, de especulaciones que se internan en la construcción del universo”.

La poeta, por su parte, le dedicó un poema que él llegó a leer. Está publicado en el libro «El dios Impar», editado en 1997, con prólogo de Santiago Sylvester. Dice así:

«CUENTA REGRESIVA»

«Pero el hilo se estira
y si por fin se rompe, queda este
asunto extraordinario,
extraño, sospechoso: yo,
con mi conciencia,
en un lugar ambiguo, clamoroso
del universo,
girando
en una misma sepultura»
Joaquín Giannuzzi

DÍA 4
Dos estados perfectibles
la muerte
la belleza
nos seducen
Jamás nos abandonan

DÍA 3
En el basural
los altos
negros
abedules
se abrigan entre sí
de telarañas

Moscas sin alas
mensuran pesadamente
la única distancia
entre un punto y la marca de su ausencia

DÍA 2
Cuando el borde
de la vida
nos devuelve
el filo
y la navaja

Entonces
claudicamos nuestra historia
para hartarnos con el helio de la muerte

DÍA 1
Un espejo gigante
se pasea entre los polos

Reflejará siete lunas
con sus días amputados

y otra vez
los mendigos
saldrán a presagiar nuestra esperanza”.

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* Amalia Gieschen es poeta y periodista (TEA, 2003). Lleva adelante el proyecto audiovisual Poetas x Poetas desde el año 2015 junto a Sigfrido Quiróz Tognola. Su columna “Libros que queman” se transmite todos los viernes al mediodía por Radio del Bosque. Fue antologada en el libro “Gruñendo” (Hemisferio Derecho Ediciones, Bahía Blanca, Argentina, 2007) y tradujo del inglés al español la novela “El corazón de las tinieblas”, de Joseph Conrad (Gárgola Ediciones, Buenos Aires, Argentina, 2008).