Una de Poetas: Miguel Ángel Zapata sobre Antonio Cisneros

El poeta peruano residente en Nueva York recuerda al premiado Antonio Cisneros, quien falleció en el año 2012 y dejó tras de sí una impronta literaria de gran alcance – Por Amalia Gieschen, especial para DiariodeCultura.com.ar.

Los dioses jóvenes

Miguel Ángel Zapata tenía 27 años a mediados de la década del ´80. Estaba preparando un libro de entrevistas a poetas latinoamericanos, que terminó incluyendo a 26; entre ellos, a Ida Vitale, Heberto Padilla, Jorge Eduardo Eielson, Carlos Germán Belli y Rodolfo Hinostroza. Ya había entrevistado a una figurita difícil, Álvaro Mutis. Pero entrevistarlo a él parecía aún más complicado. No llegaba a las citas. Hasta que un día apareció.

El poeta peruano Antonio Cisneros era, en ese momento, Director del Instituto Raúl Porras Barrenechea, de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos.  “Me recibió en su oficina, prendí el grabador y conversamos durante más una hora”. Al terminarse la grabación, Cisneros quiso seguirla:

-¿Vamos a tomar algo?

Desde ahí nació la amistad,  que duró hasta su muerte.  “Nos fuimos de copas –recuerda Miguel Ángel-, a él le gustaba mucho la cerveza. Me llevó a sus bares preferidos. Lo escuché y escuché.. Me contaba anécdotas  Surgió el primer dilema. Le pregunté si le gustaba César Vallejo, que para mí es uno de los poetas fundamentales de la lengua española del siglo XX”. La respuesta lo sorprendió:

-No me interesa mucho Vallejo, me vuelco más bien por José María Eguren.

Vallejo solía mandarle sus versos  a Eguren para que se los leyera. “A Cisneros no le interesaba Vallejo porque no podía identificarse con su poesía”.  Es que la poesía es una cuestión del azar, te llega o no te llega. Nunca sabés lo que va a pasar.

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Antonio Cisneros

Aplausos criollos

Al momento de la entrevista, Cisneros ya había ganado el Premio Nacional de Poesía.  La gloria le llegó muy joven. Puede decirse que a los 26 estaba hecho.  “A esa edad, en 1968, ganó el premio Casa de las Américas, que en esa época era EL premio. Los jurados eran maravillosos. Lo obtuvo con el libro Canto ceremonial contra un oso hormiguero. Su nombre resonaba fuera del Perú. Era conocidísimo”.

Como vivo en Estados Unidos, lo invité a leer aquí varias veces. Era una manera de mostrarle mi cariño. Nos hemos visto también en festivales de España, Chile, México… Recibía  ovaciones”.

Cuando murió Toño yo estaba en Nueva York. Lo había llamado unas semanas antes a su celular en Lima y me había contado que iban a tratarlo con quimioterapia y que si no funcionaba ahí se acababa todo”, recuerda Miguel Ángel.

Amaba la música criolla peruana, al igual que a Miguel Ángel. “Eso también nos unía mucho. Los poetas peruanos de su generación no eran «criollazos» de cepa. Mucho menos los de mi generación, que estaban más cerca del rock”.

En cualquier lugar del planeta donde se juntaban, cantaban juntos música afroperuana y criolla. Miguel Ángel sabe tocar muy bien el cajón. “A él le gustaba un vals que nos sabíamos de memoria: Hermelinda, del compositor peruano Alberto Condemarín.

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Miguel Angel Zapata

Un legado literario

Leer a Antonio Cisneros es encontrar una transparencia en un lenguaje complejo. Leer su poesía es como mirar a través de un verdadero cristal formas alternativas de una sola imagen”, reflexiona.  Eso es fuertemente visible en el poema Entonces en las aguas de Conchán, que es la historia de una ballena que ancló en la playa, muerta. Se escuchan allí todas las voces: las autoridades, los veraneantes, los pueblerinos.

“La poesía de Cisneros acoge la tradición de la modernidad europea y la escritura hispanoamericana del siglo XX y las va transfigurando en su propia voz. Una voz antiacadémica, directa. A través de imágenes logradas, alcanza la trascendencia de lo cotidiano”, continúa.

Hay poemas de Cisneros que se refieren a hechos concretos de la historia peruana (Crónica de Chapi, 1965). “Pero ningún acontecimiento puede hablar por sí mismo: el poeta es quien habla por ellos en un discurso en que mezcla lo imaginario y lo real. Este proceso lo lleva a cabo en su libro Crónica del Niño Jesús de Chilca”.

Hay un antes y un después de Cisneros en la poesía del Perú”, destaca el poeta. Era tan querido que hasta erigieron una estatua en su memoria en el malecón de Miraflores, Lima.

 -Podría decirse que el que dice que no lo leyó es un mentiroso- remata.

Entonces en las aguas de Conchán (verano 1978)

Entonces en las aguas de Conchán ancló una gran ballena.
Era azul cuando el cielo azulaba y negra con la niebla.
Y era azul.
Hay quien la vio venida desde el Norte (donde dicen que hay muchas).
Hay quien la vio venida desde el Sur (donde hiela y habitan los leones).
Otros dicen que solita brotó como los hongos o las hojas de ruda.
Quienes esto repiten son las gentes de Villa El Salvador,pobres entre los pobres.
Creciendo como arenales en arenal.
(Sólo saben del mar cuando está bravo y se huele en el viento).
El viento que revuelve el lomo azul de la ballena  muerta.
Islote de aluminio bajo el sol.
La que vino del Norte y del Sur y sólita brotó de las corrientes.
La gran ballena muerta.
Las autoridades temen por las aguas: la peste azul entre las playas de Conchán.
La gran ballena muerta.
(Las autoridades protegen la salud del veraneante).
Muy pronto la ballena ha de podrirse como un higo maduro en el verano.
La peste es, por decir, 40 reses pudriéndose en el mar (o 200 ovejas o 1000 perros).
Las autoridades no saben cómo huir de tanta carne muerta.
Los veraneantes se guardan de la peste que empieza en las malaguas de la arena mojada.
En los arenales de Villa El Salvador las gentes no  reposan.
Sabido es por los pobres de los pobres que atrás de las colinas
flota una isla de carne aún sin dueño.
Y llegado el crepúsculo –no del océano sino del arenal– se afilan los mejores cuchillos de cocina y el hacha del maestro carnicero.
Así fueron armados los pocos nadadores de Villa El Salvador.
Y a medianoche luchaban con los pozos donde espuman las olas.
La gran ballena flotaba hermosa aún entre los tumbos  helados. Hermosa todavía.

Sea su carne destinada a 10000 bocas.
Sea techo su piel de 100 moradas.
Sea su aceite luz para las noches y todas las frituras del verano.

Antonio Cisneros

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° Amalia Gieschen es poeta y periodista (TEA, 2003). Lleva adelante el proyecto audiovisual Poetas x Poetas desde el año 2015 junto a Sigfrido Quiróz Tognola. Su columna “Libros que queman” se transmite todos los viernes al mediodía por Radio del Bosque. Fue antologada en el libro “Gruñendo” (Hemisferio Derecho Ediciones, Bahía Blanca, Argentina, 2007) y tradujo del inglés al español la novela “El corazón de las tinieblas”, de Joseph Conrad (Gárgola Ediciones, Buenos Aires, Argentina, 2008).