Una de poetas: Susana Cella habla sobre Juan Gelman

La poeta conoció a quien mereciera el Premio Cervantes durante su primera visita a la Argentina después de varios años de exilio forzado. La relación se mantuvo hasta su muerte, en 2014 – Por Amalia Gieschen, especial para DiariodeCultura.com.ar.

La intrépida lectora

La primera vez que Susana Cella se encontró con Juan Gelman no fue de forma personal sino a través de la lectura en la adolescencia. “No empecé por el primer libro, sino por el sexto, Los poemas de Sidney West», recuerda. Le gustaron las historias de los personajes que Gelman imagina y la cantidad de imágenes utilizadas. “Era algo muy distinto de lo que había leído hasta entonces”, remarca.  Tanto le impactó que terminó utilizando un pueblo –Melody Spring- como uno de los escenarios de su primera novela, El inglés.

Susana Cella reconoce en él dos influencias: César Vallejo y Raúl González Tuñón, una figura de referencia para los jóvenes poetas argentinos de los sesenta. “Él mismo contaba que escribía versos desde chiquito pero que su poesía toma fuerza al recibir el apoyo de Tuñón cuando publica Violín y otras cuestiones, su primer libro”. El mismo título se inspira en el libro  de su mentor, El violín del diablo. “Son poemas tuñonescos, hay una inevitable presencia de la ciudad”.

De Vallejo, analiza Cella, “toma el tono reflexivo y de una gran profundidad en cuanto a la dimensión total del hombre, toma la evocación de personajes y los neologismos y las transformaciones de palabras, como transformar adjetivos en sustantivos y viceversa, la sintaxis, el modo de armar el poema”.

La experiencia personal, marcada por la muerte de la madre, la desaparición de su hija y su nuera, la búsqueda de su nieta Macarena nacida en cautiverio, le ha provocado algunas denostaciones. Concuerden los lectores con su línea política o no, no se puede negar su dimensión poética. “La poesía puede hablar de todo, pero sobre todo habla de poesía”, solía aclarar el propio Gelman.

En las décadas de los sesenta y setenta, la efervescencia social e intelectual del momento lo unió a Francisco “Paco” Urondo, quien va a rescatarlo en una antología que data de 1968, La poesía del siglo XX en Argentina. Sus composiciones poéticas tienen una comunicación directa. “Ambos produjeron una poesía de gran calidad reducida, a veces, a la categoría de poesía coloquial. Fue más que eso, porque es verdad que  tomaban elementos del habla, pero lo transformaban en otra cosa”.

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Una relación más que personal

Susana Cella estudió Letras en la Universidad de Buenos Aires, donde actualmente tiene a su cargo la cátedra de Literatura Latinoamericana II.  “Empecé a estudiar cuando la última dictadura estaba terminando, porque antes no había clima para hacerlo. Terminé al comienzo de la democracia.” Entonces, las lecturas de la adolescente se volvieron especializadas y la llevaron a conocerlo personalmente, al principio desde un lugar formal.

Lo veo cuando vuelve al país después de casi 12 años exilio, en enero de 1988. Había un recital de poesía en la Facultad y, al final del evento, me acerco para hablar. Me admiró su humildad, era una persona que le escapaba a la solemnidad y que respondía con ironía y con frases propias de un poeta. Le preguntaron si iba a regresar para quedarse definitivamente.

-No puedo: tengo el trabajo en Estados Unidos, la mujer en México y el país acá.

El país en su poesía aparece como «la pais», en femenino y sin acentuación, demostrando el autor ternura y amor por su terruño porque es como si hablara de una madre o  de una mujer amada”.

A partir de esa fecha, Gelman empieza a venir asiduamente. “Una vez estábamos en una de sus presentaciones, en el Paseo La Plaza y fuimos a comer. A mí no me gusta el confianzudismo, menos con la gente que respeto mucho, así que lo trataba de usted. Me pidió que lo tuteara.

-Tengo 63 años, si vos me tratás de usted voy a pensar que tengo 64.

Gelman solía escribirse –primero por carta, después por mail- con el compañero de la catedrática, el poeta chaqueño Daniel Freidemberg. Al terminar las misivas, le mandaba saludos «a la patrona».

El acceso a la computadora facilitó la posibilidad de que Cella le enviara un ensayo que había escrito sobre él: Ojos desnutridos visión de la memoria, que tenía que ver con las experiencias dolorosas que no pudo ver, con la memoria como incitadora de la palabra. “Me llamó después. Al saber que era él, tragué saliva. Se nota lo que había leído porque me hacía preguntas. No era condescendiente. Si no le gustaba algo, te lo hacía notar”.

A Cella no le parece adecuado decir que la relación pasó a ser una amistad. “Teniendo en cuenta los amigos que tuvo, sería un atrevimiento”. Uno de esos amigos fue José Luis Mangieri, que además fue su editor hasta que Gelman fue solicitado por Seix Barral después de una seguidilla de reconocimientos internacionales, como el Juan Rulfo, los premios iberoamericanos de poesía Pablo Neruda y Reina Sofía y el premio Cervantes“Ya no podía sostener la difusión de un personaje tan importante”.

Gelman visitó en alguna ocasión la casa de la pareja Cella-Freidemberg. “Abrí la puerta y lo ví ahí, con la cabeza ladeada y su eterno cigarrillo en la mano. Daniel le había servido el café en las tazas que usábamos todos los días y yo me enojaba, porque me parecía que había que servirla en las tazas lindas que teníamos para las visitas”, se ríe.

También se acuerda de un desencuentro en México. Los habían invitado a cenar y tenían que volver hasta el Distrito Federal, fue un viaje interminable. “La cita era a las ocho y llegamos pasada la medianoche.  No había celular. Me deshice en disculpas”. Finalmente, se reencontraron al día siguiente.

Actualmente, Susana está terminando de escribir la biografía no oficial de Gelman. La va a publicar Mondaroni. “El día que vino a Argentina para despedirse, ya que estaba muy enfermo, llegué a comentárselo. Con su usual ironía, me dijo que era muy joven para biografías”.

-¿Y quién la va a escribir?- preguntó.

-Yo.

-Y nadie más.

Huellas que marcan

Si Susana Cella tuviera que elegir un poema para poner en su mesa de luz, sería el último que aparece en su último libro, Hoy. Se llama ¿Y?. Dice así:

si la poesía fuera un olvido del perro que te mordió la sangre/ una delicia falsa/ una fuga en MI mayor/ un invento de lo que nunca se podrá decir? ¿Y si fuera la negación de la calle/la bosta de un caballo/ el suicidio de los ojos agudos? ¿Y si fuera lo que es en cualquier parte y nunca avisa? ¿Y si fuera?

Es muy interesante esto de cerrar la obra con una pregunta luego de un extenso camino recorrido. Dudar de lo que en realidad no duda, la fuerza de la poesía. Pero este poema no se queda sólo, porque le hace acordar a otro que también hace preguntas e hipótesis. Se llama Preguntas:

“lo que hacemos en nuestra vida privada es cosa nuestra” dijeron
las Seis Enfermeras Locas del Pickapoon Hospital de Carolina
mientras movían sus pechos con una
dulzura tan parecida a Dios
¿y si Dios fuera una mujer? alguno dijo
¿y si Dios fuera las Seis Enfermeras Locas de Pickapoon? dijo alguno
¿y si Dios moviera los pechos dulcemente? dijo
¿y si Dios fuera una mujer?
corrían rumores acerca de las Seis
las habían visto salir de hospedajes sospechosos con una mirada triste
en la boca
las habían visto en una cama del Bat Hotel
las habían visto fornicando con sastres, zapateros, carniceros, de toda
Pickapoon
¿y acaso Dios no sale de los hospedajes con una mirada triste
en la boca? alguno dijo
¿y si Dios fuera una mujer?
¡tetas de Dios! ¡blancos muslos de Dios! ¡lechosos! Dijo
¡leche de Dios! gritaba por los techos de toda la ciudad
así que lo quemaron
hicieron una hoguera alta al pie de la colina del Este
y también quemaron a las Seis Enfemeras Locas de Pickapoon
todas eran rubias y cada día habían visto a la muerte trabajar
eso es todo
así acaban con los temblores mortales e inmortales en Carolina
y otros sitios de Dios
¿y si Dios fuera una mujer?
¿y si Dios fuera las Seis Enfermeras Locas de Pickapoon? dijo alguno.

¿Y si Susana Cella tuviera que decirle a un joven por qué leer a Juan Gelman?  “Leer a un gran poeta es un alimento, sus frases te acompañan y fortalecen en momentos felices y difíciles, porque lo acompañaron a él en los suyos”. Por otra duda, no cabe duda de que “sirve para conocer como era el clima de época de las distintas décadas en las que escribió, desde 1956 hasta 2014. Estamos hablando de más de cincuenta años”.

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* Amalia Gieschen es poeta y periodista (TEA, 2003). Lleva adelante el proyecto audiovisual Poetas x Poetas desde el año 2015 junto a Sigfrido Quiróz Tognola. Su columna “Libros que queman” se transmite todos los viernes al mediodía por Radio del Bosque. Fue antologada en el libro “Gruñendo” (Hemisferio Derecho Ediciones, Bahía Blanca, Argentina, 2007) y tradujo del inglés al español la novela “El corazón de las tinieblas”, de Joseph Conrad (Gárgola Ediciones, Buenos Aires, Argentina, 2008).