Un Día del Padre atípico. Historias del apagón: caminatas por escalera y festejos bajo la luz de las linternas

La gente tuvo que cambiar sus hábitos por la falta de energía eléctrica. Una recorrida por la ciudad de Buenos Aires. En la imagen de portada: Stella Maris y su familia. Se juntaron en un SUM bajo la luz de un farol. Foto: Juan Manuel Foglia.
María Laura Estévez camina esquivando baldosas flojas y con las manos ocupadas. En una lleva un paraguas abierto y un farolito con una luz led encendida. Agarrada de la otra, tiene a su hija Lola (9) y a un perro de la correa. El animal no para de enredarse entre ellas y olfatear bolsas de basura. Están sobre calle Catamarca, en San Cristóbal, y frenan debajo de un techito para hablar.

“Todavía no volvió”, dice María Laura, agotada. Habla de lo que hablan todos este domingo, de la luz. “Mi papá tuvo un ACV hace un tiempo y no puede usar escaleras así que ya subí y bajé mil veces los cuatro pisos hasta mi departamento y los siete hasta el de él. Le cociné ravioles en un anafe y almorzamos juntos para festejar su día, ahora salí a pasear a su mascota”, sigue la mujer. Ya llevan nueve horas sin suministro. Y no son las únicas: acá, algunas historias del apagón.

María Laura y Lola sacaron a pasear al perro. Esperan que vuelva la luz. Foto: Juan Manuel Foglia.

María Laura y Lola sacaron a pasear al perro. Esperan que vuelva la luz. Foto: Juan Manuel Foglia.

El corte general también alteró los planes de Evelyn Mestre, que es de Villa Domínico. “Fue un día de terror”, asegura desde la guardia del Hospital de Niños Pedro de Elizalde. Lleva en sus brazos a Ezekiel -con K, aclara-, de cinco meses, que tose profundo.

“Tiene broncoespasmos, a la mañana estaba agitado y no podía respirar. Como no tenía electricidad, no podía nebulizarlo”, se lamenta. Dice que estaba sola con el nene porque el papá se había ido a trabajar. “El teléfono no me agarraba señal, decí que tengo el fijo. Llamé a la remisería del barrio, expliqué que necesitaba ayuda y logré que me mandaran a alguien”, relata Evelyn.

Evelyn junto a su hijo de cinco meses en la guardia del Hospital Elizalde. Foto: Juan Manuel Foglia.

Evelyn junto a su hijo de cinco meses en la guardia del Hospital Elizalde. Foto: Juan Manuel Foglia.

“Ya es difícil tener al nene mal. Con lluvia y sin luz es mucho peor”, señala Evelyn, ahora sin batería en el celular ni certezas sobre la situación con el suministro en su casa.

En el bar de una de las esquinas de Independencia y Pichincha, detrás de un ventanal, hay gente comiendo a oscuras. “Decidimos abrir igual. Esperábamos un buen día de trabajo pero la falta de electricidad complicó todo. Solo estamos sacando pizzas, empanadas y bebidas frescas”, cuenta Oscar Balboa desde la caja.

Oscar Balboa abrió el bar de Independencia y Pichincha a pesar del corte. Este domingo, la gente se juntaba ahí a comer a oscuras. Foto: Juan Manuel Foglia.

Oscar Balboa abrió el bar de Independencia y Pichincha a pesar del corte. Este domingo, la gente se juntaba ahí a comer a oscuras. Foto: Juan Manuel Foglia.

En una de las mesas está Iván Varela con su hijo Iker (2). “No es el almuerzo que esperaba, pero lo importante es que nos pudimos encontrar”, comparte Iván, que vive en Grand Bourg, partido de Malvinas Argentinas, y viajó desde ahí para juntarse con su hijo.

“Empecé a llamar a la mamá temprano, pero estaba sin señal ni wifi, así que me vine. Los datos del teléfono no me andaban, por eso tampoco sabía bien qué estaba pasando. Ya sin batería, llegué al departamento de ellos. El timbre no funcionaba porque seguían sin luz. Por suerte, salió un vecino al que le expliqué lo que pasaba”, agrega Iván, que, al final, pudo coincidir a pesar del apagón.

Iván y su hijo Iker. A pesar del apagón lograron encontrarse y pasar el día juntos. Foto: Juan Manuel Foglia.

Iván y su hijo Iker. A pesar del apagón lograron encontrarse y pasar el día juntos. Foto: Juan Manuel Foglia.

Stella Maris Müller tampoco quiso perderse el festejo familiar. “Habíamos reservado el SUM del edificio, lo veníamos planeando desde hacía unos días y hasta nos habíamos dividido la comida. Nos pareció que no teníamos que cancelar”, explica Stella Maris, que terminó calentando paella y chorizo a la pomarola con una garrafa e iluminada por linternas y celulares.

“Somos 22, vinieron de Tigre, Avellaneda y Palermo. Al mal tiempo, buena cara: le pusimos onda. Ahora tengo que armar los panqueques, antes de que nos quedemos sin luz natural”, agrega.

Stella Maris y su familia. Se juntaron en un SUM bajo la luz de un farol. Foto: Juan Manuel Foglia.

Stella Maris y su familia. Se juntaron en un SUM bajo la luz de un farol. Foto: Juan Manuel Foglia.

Pablo Díaz, encargado de ese edificio ubicado sobre avenida San Juan, escucha a la mujer y cuenta que, en su caso, aún no pudo celebrar.

“Me quiero ir a General Rodríguez a ver a mi papá pero, hasta que no vuelva la luz, no puedo. La puerta de entrada está abierta porque tenemos cierre eléctrico. El garage lo tengo que levantar a mano. Además, estoy pendiente de algunas personas mayores que viven en el edificio: hay vecinos grandes en el 11 y otros en el piso 13, nos estamos quedando sin agua y ya se acabaron las baterías de las luces de emergencia”, suma Pablo, otro argentino que pide por la luz, «que vuelva ya».

Pablo Díaz, encargado de un edificio sobre avenida San Juan, quiere que vuelva la luz para poder dejar el edificio y visitar a su papá en General Rodríguez. Foto: Juan Manuel Foglia.

Pablo Díaz, encargado de un edificio sobre avenida San Juan, quiere que vuelva la luz para poder dejar el edificio y visitar a su papá en General Rodríguez. Foto: Juan Manuel Foglia.

Fuente: Paula Galinsky, Clarín.