Debutan en el disco «Di Muro y Los Tremendos» con soltura y elegancia

Además, el «Quinteto Famoso» presenta creatividad, academicismo y buen gusto con un personal sentido del humor; Diego Frenkel consolida su talento en solitario; el country litoraleño y cancionero de los Animalitos; los británicos «The Libertines» y los marplatenses Ubika.
DI MURO Y LOS TREMENDOS – » PIENSO Y ESPERO» 
Di Muro y los Tremendos se gestó en el año 2013 con la idea de interpretar las canciones del músico Gonzalo López Di Muro (1985). Oriundo de Ramos Mejía, Lopez Di Muro  tiene una vasta formación como músico y compositor. Actualmente,se desempeña como arreglador, compositor y  guitarrista en diversas formaciones. En 2011 editó su primer disco, “Gonzalo López Di Muro Trío”, donde plasma composiciones propias que  pueden enmarcarse dentro del género «jazz».
En 2015 llega » Pienso y espero», primer registro de esta nueva formación, » Di Muro y los Tremendos», donde Gonzalo navega con soltura y elegancia las aguas de la Canción. Los integrantes de la banda provienen del mundo del jazz y el rock y esto se encuentra plasmado en el resultado sonoro, así como en los arreglos y texturas que ejecuta el grupo. Di Muro comanda el barco componiendo, arreglando, cantando y produciendo. Acompañado por Ale López en batería, Pablo Tesare en bajo, Julián Di Muro en trompeta y coros, Leo Paganini en saxo tenor y clarinete, Andrés Ollari en trombón y Leonel Duck en piano, “Pienso y espero” cuenta ,además, con la participación de Lucio Mantel, Luli Pizarro y Fabián Miodownik.
Video oficial «Magia viral»:  https://www.youtube.com/watch?v=g24nrDiPstA
 
«Pienso y espero» será presentado en vivo el Viernes 27 de Noviembre a las 21hs en La oreja negra, Uriarte 1271, Palermo. , CABA.

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QUINTETO FAMOSO – «EL ENANO REPETITIVO» 

Quinteto Famoso se formó en el año 2011 a partir de la inquietud de los músicos Emanuel Brusa y Román Peusner por crear un grupo donde el clarinete y el violín  – sus instrumentos respectivos – tuviesen un lugar preponderante. Abordando un repertorio de composiciones de Emanuel Brusa -Cdirector de Artistry Big Band – , el proyecto se consolidó con la incorporación de Diego Fagalde (guitarra), Roberto Seitz (contrabajo) y Hernán Gnesutta (batería).

En 2012 grabaron su álbum debut,»Quinteto Famoso», donde se pueden escuchar temas con influencias diversas: klezmer, música clásica, jazz, entre otros estilos.Dos años después,profundizando la búsqueda melódica y tímbrica,sumaron a un sexto integrante, el trompetista Julián López Di Muro. En el año 2015, con esta nueva formación, grabaron su segundo disco, “El enano repetitivo”.

En este álbum las influencias son diversas: a la mezcla de  formas clásicas, pop y orientales,  ya experimentadas en el primer disco, en este nuevo registro se agrega rock,  heavy metal, canción folk y hasta rap . Las composiciones de Brusa amalgaman creatividad ,academicismo y buen gusto con un personal sentido del humor. El enigmático título de este disco es también el de la primera canción del mismo.El tema «El enano repetitivo» debe su nombre al motivo melódico insistente que predomina en esta pieza.

En el repertorio del álbum,donde la mayor parte de los temas son instrumentales, se destacan dos canciones : “Liebig”,del baterista  Hernán Gnesutta, y “Tratamiento de conducto” , con letra del artista y poeta Félix Torre. «El enano repetitivo» cuenta con la participación  de músicas invitadas: Ayelén Zuker (voz) y Belén Echeveste (cello).

«El enano repetitivo» será presentado en vivo el Martes 24 de Noviembre a las 21hs en Café Vinilo, Gorriti 3780, Palermo, CABA.

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DIEGO FRENKEL Y SU BANDA – “RITMO”

En esta nueva etapa acompañado por una banda joven, Frenkel recupero el gusto por la canción, por la mezcla rítmica, el uso de instrumentos orgánicos con un toque de programaciones, siempre en beneficio de la canción.
Acompañado por Pedro Bulgakov en bajo, percusión y coros, Florencio Finkel en bajo y coros, sumados a Lucy Patané en la guitarra, Frenkel viene trazando un camino desde los discos “Célula” y “Espontaneas”.
Frenkel es uno de los más interesantes compositores surgidos en la segunda mitad de los 80 y principios de los 90 junto a Palo Pandolfo y Francisco Bochatón. Y su camino es ante todo una búsqueda timbrica, rítmica, desde un lugar atípico, poco comercial y moderno.
Ese camino empieza en este álbum con la groovera “Danza”, apoyado sobre guitarras medio new wave, mientras Frenkel va explicando porque danzar. Un groove parecido sostiene “Via láctea”, también un medio tempo, con las guitarras cruzándose en airecitos a los Talking Heads, al espíritu ecléctico de David Byrne.
La timbrica de las guitarras es más rockera, aunque se mezclen las eléctricas con las acústicas como al final de “Vía Lactea” y al principio de “Corazón”, con una cadencia blusera, despojada de todos los yeites del género. EN este tramo, Frenkel y su banda comienza a elevar la velocidad y a meterle más “Ritmo” con Bulgakov golpeando más fuerte la batería, la guitarra tomando airecitos funky y la voz de Frenkel ganando color en el estribillo, bien cargado por la guitarra que apenas se esconde detrás de su voz.
“Mantra” es frenético, delirante como Frenkel arrojando frases como un rapero, las guitarras punzantes y la base marchando como una maquina de tren, bien poderosa. Frenkel repite casi psicótico “yo me meto en el mantra” con el bajo, la compañía de programaciones y percusiones de todo en el tipo como si fuera un afro-beat al estilo de Malcolm McLaren.
La calma acústica llega con “Océano”, aunque solo sea unos segundos y tome el camino de un medio tempo con un interesante trabajo de las guitarras eléctricas y del bajo y la batería. El estilo new wave vuelve con las guitarras de “Elemental”, con el agua más calma, aunque hacia el final Frenkel arme un juego de palabras y las guitarras lo acompañen en esa ocasión lúdica.
“Lluvia” tiene una carga más rítmica con el empuje de la batería y de la percusión, mientras que “Resplandor” se juega en un terreno más rockero, con la voz de Frenkel bien al frente, y las guitarras riffeando y jugueteando como en el cierre con un “Sha-na-na” y un solo.
En “El deseo” Frenkel y su banda vuelven a rockearla, con jugueteos de la guitarra, riffs, distorsiones y azotes, mientras el ex La Portuaria, vuelve a darle rienda suelta a los colores de su garganta. Mientras que el tándem Bulgakov-Finkel sostiene todo desde un esquema monolítico, gordo, bien cargado, que se lleva la canción a un viaje al África con momentos de percusión bien la frente. Para el cierre Frenkel se juega en “Amor-demolición” con un himno de tintes épicos, donde se luce todo su equipo.

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LOS ANIMALITOS – “NUESTRA AVENTURA”

El grupo liderado por Nico Landa lanza su nueva aventura musical siempre con su búsqueda cancionera dentro de un estilo que ellos mismo definen como country litoraleño -una presencia que se marca desde la hermosa foto paisajista que ilustra el sobre interno- y que los acerca a grandes buceadores de la canción rock argentina.
Para lograr ese sonido, los Animalitos se pusieron en manos de Martín Tucán Bossa, integrante de La Franela, y productor con experiencia, que puso el acento en que las guitarras de Javier Calcu Hernández y Gonzalo Gutiérrez tuvieran ese sonido bien americano mezcla de rock, country y folk, para vestir las letras románticas, plagadas de aires ribereños y de una prosa bien coloquial que narra Landa, que tuvo la ayuda de otro poeta fértil, el Cuino Marcelo Scornik.
Para reafirmar esa búsqueda cancionera dentro del genero country, los Animalitos llamaron al experto local en pedal y lap steel guitar, Pablo Hadida, que embelleció las canciones, mientras Landa cuenta historias de turismo, de esos argentinos que viene del interior a buscar una oportunidad en la gran Ciudad como ocurre en la fresca “En el aire”.
El trabajo de Landa, Hernández y Gutiérrez sería imposible sin el trabajo de esa base precisa, capaz de ir del folclore paraguayo, el chamamé a un sonido al estilo de los Heatrbreakers de Tom Petty, que integran el bajista Alfredo Vargas y Uriel Tordo en batería.
“Un trío” es pura ocurrencia romántica, al estilo más cancionero de los Auténticos Decadentes, de Landa, trabajando sobre los riffs de las guitarras y con coros, bien de banda de compinches jugando en la noche.
“Veintisiete” arranca con programaciones, pero luego el inteligente entramado de las guitarras lo llevan al campo de un mid-tempo rockero, con Landa jugando a ser un poeta de lo cotidiano, buscarle un costado más sencillo al amor, con estribillos pegadizos, ocurrentes de un amor casi simbiótico.
En su intención de marcar a fuego el sello de country litoraleño, los Animalitos recurrieron al arpa de Eduardo Zalazar para darle aires bien paraguayos a la bonita balada “Chica del barrio obrero”, en la que Landa habla de “tomar tereré con choricito y mandioca”, además de mezclar palabras en guaraní acompañado por una romántica percusión, mientras las guitarras se lucen con un interesante trabajo melódico.
La mixtura buscada por la banda se evidencia en el riff inicial de “Entre la vida y el amor”, una canción que con dulzura y suavidad se cuenta la historia de un perdedor y un soñador romántico del litoral, que emparenta a la banda con el grupo de bandas cancioneras como Estelares, Ella es tan Cargosa y los correntinos de Superlasciva.
“Hasta la alegría siempre” es puro juego en su letra, exuda optimismo, simpleza y a esta altura el disco ya se hace infaltable en el equipo de música, porque las canciones conquista por su brillo y su toque de distinción.
El trabajo de Hadida vuelve a destacarse al inicio de “Más fuerte que un viento norte” puro country que Landa empapa de argentinidad y criollismo con su letra bien de la selva litoraleña, con el Paraná empapando los pies de los Animalitos.
Ese clima de un argentino del interior que la yuga en la Capital se repite en la romántica “Silencio de amor” con otro trabajo destacado de las guitarras y de la lap de Pablo Hadida, mientras Landa cuenta la historia del litoraleño que perdió a su amor en la Gran Urbe. “Bajo tierra” mantiene la identidad, pero ahora Landa cuenta la historia de un amor en un viaje en tren, en el Gran Capitán, que termina en Posadas, luego de un largo viaje.
Ese clima cancionero con la identidad clara de rock y country se apodera de la también romántica “No hace falta ni hablar”, con un estribillo de esos que quedan en la memoria y se repiten casi como una ayuda memoria mental. Y el clima continua en “Subís la música”, donde también las guitarras llevan al oyente y a la banda en un viaje cariñoso, de asado sabatino, vino, cerveza, un buen flan casero, mientras decidís como encarar a la chica más guapa del encuentro. EL disco se cierra con una versión bien country de un clásico de los Animalitos, la oscura y romántica “Vendrá la muerte y tendrá tus ojos” con un agregado de identidad futbolera en la letra.

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THE LIBERTINES – “ANTHEMS FOR DOOMED YOUTH”
Excesos de todo tipo, peleas adolescentes, de salir en la tapa de los pasquines faranduleros británicos con top models, mantuvieron ocupados a Pete Doherty y a Carl Barat, que hicieron esperar al publico casi 11 años para editar un nuevo disco de su banda, con la que sacudieron el Reino Unido a principios del Siglo XXI.
Los lideres, vocalistas y guitarristas Barat y Doherty reunieron a John Hassall en bajo y a Gary Powell en batería y entre giras y festivales, comenzaron en el 2014 a grabar canciones que concluyeron en este interesante regreso discográfico.

Mucho britpop, canciones hiteras, hermosas melodías y todo lo que se espera de The Libertines está en su nuevo trabajo, «Anthems for Doomed Youth», el tercero de su carrera y el primero tras 11 años.
Si ya la primera canción, «Barbarians» , trae un gran estribillo, en donde se mezcla en ska con el rock, el segundo tema, «Gunga Din» , reivindica los sonidos planteados, con guitarras y voces que lo llevan a uno a pasear directamente por Oxford Street, saltando y en éxtasis total.
Supergrass, Blur, Oasis, Pulp y todo el rock británico de los ’90 está sintetizado en «Anthems for Doomed Youth», donde Pete Doherty continúa con esa voz pastosa, arrastrando las vocales finales, demostrando una desfachatez al cantar.
Para este trabajo, el cuarteto londinense no necesitó sumarse a la movida electrónica a la cual muchas bandas se subieron, en la búsqueda de un sonido moderno.
The Libertines eligió seguir por el camino de sus dos discos anteriores «Up The Bracket» y «The Libertines», apostando a riff pegadizos y potentes, como en «Heart of the Matter» o «Glasgow Coma Scale Blues» , una canción al estilo del clásico «Parklife» de Blur, en el que la voz recita sobre el salto de los platillos de la batería y una rítmica de contratiempos.
Todo este torbellino de rock and roll de garage va de la mano de los excesos a los que la banda se abandonó desde sus comienzos: de hecho, el álbum está dedicado a dos muertes por sobredosis (Amy Winehouse y Robin Whitehead) y a otro que paseó por todas las adicciones, el colaborador de Doherty, Alan Wass.
«Dead for Love», la balada final de piano, con una guitarra con delay y otra arpegiando con un chorus, recuerdan a «Lucky Man» de The Verve, en un ejemplo aún más cabal de que este trabajo hizo renacer, tras años de ausencia, a The Libertines.

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UBIKA – “LOS AMIGOS DEL BOSQUE”

Los marplatenses Úbika regresaron a las bateas con su cuarto álbum, «Amigos del Bosque», un disco lleno de canciones pegadizas, impulsadas por un rock apoyado en las guitarras que dan certeros golpes al mentón.
Luego de «Eléctricamente» (2000), «Antigristurbio» (2004), «Amorestrellado» (2008), el trío liderado por la guitarrista y cantante Julietta Monson llega con una producción en la que la canción está a disposición de un trabajo en el que todos los temas tienen algo especial.
«Mirando Al Sol», por ejemplo, presenta unos hermosos arreglos vocales y pasajes de punk rock en el estribillo; el caso de «Decime cómo volver» es el de una pieza en la que los fraseos al estilo The Cure o Valle de Muñecas son acolchonados por unos suaves teclados.
El octavo tema, «Sin el tiempo», trae una oscura guitarra folk que se va transformando hacia una rítmica de un post punk distorsionado, con el detalle de la flauta traversa de Pablo Puntoriero, que le dan un toque campestre al asunto.
El final del disco llega a puro hit de la mano de «Observando», «Mares de Mí» y «En una nube», donde un halo de denso rock and roll se pasea por encima de las canciones, en los cuales los estribillos otra vez emergen con guitarras rasgueadas, secundadas por efectos sencillos de modulación.
El trío Úbika se completa con Hernán Capulat en bajo y Ulises en Orsini en batería. Además de la flauta traversa, Puntoriero también tocó el saxofón y Teddy Espíndola la percusión, mientras que Capulat grabó y mezcló «Amigos del Bosque» y Mariano “Manza” Esaín lo masterizó en Estudio El Árbol.