Lo nuevo de Keith Richards: el señor rock

ESCUCHÁ EL PRIMER CORTE: «TROUBLE». Además, la ciudad de La Plata vuelve a confirmar su rol de Meca del rock argentino con la edición de dos interesantes discos de artistas de la capital bonaerense: el de Shaman Herrera y los PIlares de la Creación y el del grupo de rock y pop Pérez. También, lo nuevo de «Chemichal Brothers» y de «Los Corderos».

KEITH RICHARDS – CRESSEYED HEART

Salió el esperado nuevo disco solista de Keith Richards, Crosseyed Heart; simultaneamente Netflix puso a disposición el documental Under the Influence, que Richards presentó en el festival de Toronto.

De paso, ambos temas fueron motivo más que suficiente para que el stone más stone de todos se encontrara con la prensa. Las entrevistas de Richards, hay que decirlo, son casi un género aparte. El hombre tiene ingenio -ya quedó más que claro en Vida, su fantástico libro de memorias- y siempre tiene algo nuevo para sorprender. Esta vez con sus declaraciones sobre Grateful Dead, a quienes responsabiliza de la decadencia del rock con sus zapadas interminables; o con aquello de que Stg Pepper fue el peor disco de los Beatles, aunque la respuesta stone, Their Satanic Majesties Request, fue «mucho peor», y aún más, que 1967 fue un año fatídico para el rock entre el LSD y el Maharishi, o que no le va la tecnología, «Nunca un teléfono -le dijo a la Billboard-, el único número que aprendí es el 911». Entrevistas que se leen mientras se imagina el audio: esa inconfundible e indefinible risa que puntea todos sus discursos y que quien la oyó no podrá olvidar jamás. Y, en todas las notas, la promesa de que sí, que el año próximo habrá gira latinoamericana y que sí, también, el año próximo se reunirá con la banda a grabar un nuevo álbum. Dulces sonidos para los fans locales.

Ese espíritu de hombre que se siente a gusto con su historia y su presente profesional, personal y familiar (esposa de años, hijos, muchos nietos) se refleja en Crosseyed Heart, quince canciones que durante una hora nos pasean por todas las músicas que, sabemos, Keith Richards amó y aún sigue amando. El blues rural y austero a lo Robert Johnson con que comienza el disco (y le da título) continúa a puro groove ya con más instrumentos, para luego pasar por baladas country como «Robbed Blind» o «Suspicious»; un par de blues hechos y derechos como «Blues in the Morning» en el que solo bastan él, Steve Jordan (el baterista coproductor del álbum y con quien compuso muchos de los temas) y Bobby Keys, el legendario saxofonista stone que falleció a fines del año pasado. Vuelve a la balada en «Illusion», en el que su voz se alterna con la de Norah Jones; pasa por el reggae con «Love Overdue» de Gregory Isaac y hasta puede competir con Bob Dylan por ver quién capta mejor el espíritu del pasado, en su versión del clásico «Goodnight Irene» de Leadbelly. Hay invitados: a los ya nombrados habría que sumar a Waddy Wachtel, a Bernard Fowler y a Larry Cambell, entre otros, que se suman a las tan características guitarras de Richards.

El hombre que dio imagen al rock, el sobreviviente de mil batallas, sigue mostrando cómo llevar los años con actitud rockera, acercándose cada vez más a una suerte de sabio zen que ríe y dice cosas punzantes, como para mantener a todos alertas -incluido su compañero Mick Jagger- mientras sigue haciendo lo que sabe hacer, tocar. «La gente me pregunta cómo hago para seguir -le comentó a Jon Pareles de The New York Times-. Nada, es que nací para esto. Para tocar en vivo. Como le digo a Ronnie cuando subimos al escenario. «Bueno, ahora podemos tener un poco de paz y tranquilidad»».

Fuente. Adriana, Franco, la Nación.

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SHAMAN Y LOS PILARES DE LA CREACIÓN – “SUEÑO REAL”

Nuevo disco de ecléctico artista platense, de figura gigantesca, voz grave y cavernosa, capaz de mezclar el folclore, la psicodelia, el rock, el pop, pasarlo por un tamiz delirante de innovación constante.
El disco fue editado por el prestigioso sello indie Concepto Cero y en esta nueva excursión Shaman, desde su guitarra y voz, esta acompañado por Adrián Conti en bajo, Alejandro Bertora en sintetizadores y Eduardo Morote en batería y percusión.
El disco abre con “La Sed”, cargada de percusiones que aportan un clima campestre y desértico, hasta que la voz grave de Shaman emerge con un canto algo místico, mientras la guitarra juega a distorsiones y se cruza con los teclados.
“Sueño Real” mezcla teclados, batería humana y maquinas de ritmos, y Shaman comienza a jugar con su voz y a relatar ensoñaciones al pie de la montaña, con un delicado trabajo de la guitarra. La canción tiene momentos épicos con la guitarra y la batería y la voz de Shaman multiplicándose en coros que apenas sobresalen desde el entramado instrumental.
“Sonríe (la libertad de los perros” arrancado con un bajo saturado, una batería galopante y la voz de Santiago Motorizado abriendo la canción y tomando la posta, ya que Shaman prefiere jugar desde la guitarra y apoyarlo en los coros. La canción tiene un momento instrumental muy épico, al estilo de los Waterboys.
“En la noche” es un canto lúgubre de un ex convicto que acaba de recuperar la libertad sobre la extravagante voz de Shaman, mientras la batería es aporreada, mientras le resto de los instrumentos entran en algunas estrofas y desaparecen en otras, hasta casi el cierre que es con un lluvia de sonidos desde los teclados y un gran trabajo de la guitarra.
“Caparazón” es puro arpegio folclórico para que Shaman acompañado por el violín de Federico Terranova, descargue su visión del folclore en una canción dedicada a un caracol. “Urdampilleta” es fresca, con un buen trabajo de la guitarra, una percusión bien arreglada, un órgano y la voz de Shaman conduciendo esta “nave de los locos” que recorrer los campos y que a mitad de camino se torna más pop, festiva, con un interesante trabajo instrumental que se va acelerando a medida que transcurren los segundos.
“Lobo” es pura psicodelia entre folklore y pop embellecido por los coros celestiales de Marina Fages y Mene Savasta, mientras Shaman comienza a darle un tono dramático a su voz y luego envuelve la canción en una tormenta eléctrica a puro noise, acoples y latigazos estereofónicos.
La batería es puro golpe en el comienzo de “El viejo (niño) en la vereda” en el que la rapera del sur del Conurbano Sara Hebe va arrojando y escupiendo estrofas enojada que se mezcla con un Shaman que narra con su voz grave. A pesar de su impronta eléctrica, sin dudar, los tonos de Sara Hebe y de Shaman le dan a la canción colores folclóricos, ya que la rapera parece una cantora de vidalas del NOA argentino.
El espíritu deforme de Shaman, de llegar a la canción por caminos atípicos, extraños queda en evidencia en “Todo el tiempo (algo que no es)” que tiene un gran trabajo de la mandolina, las percusiones en la que Herrera junto a Fages y Savasta se envuelve en un coros que aturden por su contenido psicótico, místico, de gente en estado lisérgico predicando por las calles.
Este notable tercer disco de Shaman y sus Pilares de la Creación, que se suman al variado material de su anterior proyecto los Hombres en Llamas, se cierra con “Gracias por tanto” con un cierre a lo Waterboys, épico, dulce pero poderoso.

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PEREZ – “LA HORA DE LOS PÁJAROS”/

Otra gema platense, los Pérez publican su tercer disco, cargado de impronta indie en busca de la canción rockera y pop, en este, su tercer disco, cargado de hermosas canciones, arreglos distinguidos y exquisitos.
El combo formado en 2008 esta integrado por Ramiro Sagasti en voz, Matías Zabaljáuregui en guitarra, Diego Goldszein en bajo y Martín Lambert en batería.
El CD se inicia con “Astronauta”, viajera, bien brit pop, con una destacada labor de las guitarras y de la voz, con un gran audio y un sonido notable. Estos mismos elementos se destacan en la hermosa medio tempo “Rompimos todo”, con los teclados rompiendo el tempo del bajo y la batería.
“La hora de los pájaros” abre con una guitarra al estilo del primer New Order, una batería ochentosa bien al frente, con un gran juego de voces, y termina convertida en un bonito juego new wave, con el despliegue de la guitarra. La canción termina a toda velocidad, con un interesante arreglo de voces.
“El mutante” es un pop bien elaborada, romántica, juguetona, pero los Pérez cambian la velocidad con “NO hay mucho más que eso” con la batería al frente, bien guitarrera, más rápida, con reminiscencias de de Travis y del primer Coldplay, con un gran trabajo instrumental.
“La noche no termino” arranco con al bajo al frente, las voces insómnicas, el canción que puede acompañar el camino de regreso a casa, por las calles, luego de una noche agitada, como una viñeta sobre las criaturas nocturnas.
“Perla” comienza con un juego de acústicas, la batería con un trabajo más elaborada, interesantes arreglos de voces, y la canción toma un toque de distinción para contar historias que ocurren al lado del mar, mientras la banda le dan en algunas estrofas un toque a lo Beatle.
“Ey amigos” es puro rock mod a los Kinks, a los Who, con Paul Weller sobrevolando toda la canción y Los Perez dando con la medida, con un canción exquisita en donde la banda se destaca.
“Al despertar” cierra con una balada, una elegía matinal, con muy buenos arreglos, que ayudan a generar la atmosfera romántica que buscaban los Pérez.

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LOS CORDEROS – “SALAMANCA”

Con un ecléctico rock nacional, oscuro y con sintetizadores, Los Corderos lanzaron su nuevo disco «Salamanca», en el que los estribillos son pegadizos y las guitarras siempre se mantienen al frente de la banda.
Las letras, cantadas por un oscuro Nicolás Zudanaisky, parecen representar a seres que continuamente se están levantando de los golpes de la vida, dejando un halo de esperanza tras de sí, como en «A donde yo pertenezco» («Me vas a encontrar a donde me he caído, donde me olvide todo lo que he perdido»).
Los dos primeros temas, «A donde…» y «No me esperes despierta», presentan un formato canción cantable y con buen swing, hasta que con «Los Pájaros», «Pampero y «Las Horas Caen» los sintetizadores y las maquinas empiezan a emerger dentro de la oscuridad de «Salamanca».
Este disco, sucesor de «En la ciudad de los hombres oscuros» (2006), planea y se sumerge por mil un climas que mezclan el más clásico rock nacional, con la electrónica del pop y las sensaciones subterráneas de la new wave británica.
Acordeones, guitarras acústicas y eléctricas, teclados y percusiones van armando capas para formar la identidad de Los Corderos, como en «La Noche Profunda», una canción que bien podría formar parte de «The Fragile», de Nine Inch Nails, o en «La Sinfonía de los Ahorcados», una polca en la que el sonido de olas acompañan la melancólica letra.
Zudanaisky es secundado en este cuarteto por Maximiliano Iglesias en teclado, acordeón, guitarras y voces; Juan Albín en bajo y Sacha Zudanaisky en baterías y percusión.
«Salamanca» fue grabado entre 2013 y 2014 en el estudio de la banda y mezclado y masterizado por Iglesias.

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THE CHEMICHAL BROTHERS – “BORN IN THE ECHOES”

La fórmula utilizada por The Chemical Brothers en su octavo disco, «Born in the Echoes», es la conocida: mucho beat, efectos, sonidos espaciales y música electrónica.
Qué la técnica que los llevó al éxito a Tom Rowlands y a Ed Simons sea la misma no significa que ésta vaya a ser un álbum despreciable, sino todo lo contrario.
Una vez que comienza la sincronización de bombo y tacho en «Sometimes I feel so Deserted» uno no puede dejar de mover el cuerpo hasta el final, al compás de las reconocidas composiciones que iniciaron a la música tecnológica dentro del rock.
Percusiones distorsionadas, voces procesadas y teclados arpegiados son el siempre gancho de los ingleses de Manchester, quienes contaron con invitados como el rapero Q-Tip, la cantante galesa Cate Le Bon, las solistas Anie Clark y Ali Love y un cantante de lujo para cerrar el disco: el ganador del Grammy Beck.
«Born in the Echoes» es, como los siete anteriores, un disco para escuchar en la oscuridad de una discoteca, con luces de neón azules dando vueltas y la certeza de que la noche se resolverá por alguno de los laberintos que los «hermanos químicos» quieran desandar.
El álbum fue grabado y mezclado por el tres veces ganador del Grammy Steve Dub Jones, quien además de haber trabajado con The Chemical Brothers, produjo, entre otros, a The Prodigy, Primal Scream y New Order.