Frampton contó que cada escalera que enfrenta, ya sea para subir o para descender, se transforma en una odisea para él. Y que no perdió, todavía, la habilidad para tocar la guitarra, que la conserva intacta pero que sabe que su peor temor alguna vez se convertirá en realidad. Sabe que en poco tiempo ya no podrá tocar la guitarra. Por el momento sólo está imposibilitado de uno de los alardes habituales de los guitarristas. El de levantar la guitarra sobre su cabeza y tocar de esa manera. Sus brazos débiles no pueden levantar nada por sobre sus hombros.

El disco Frampton comes alive fue durante dos décadas el dicos en vivo más vendido de la historia
El disco Frampton comes alive fue durante dos décadas el dicos en vivo más vendido de la historia.

Frampton comes alive se convirtió en el disco en vivo más vendido de la historia (y allí estuvo durante casi dos décadas hasta que fue desbancado). Sin duda fue, también, el éxito más improbable de la historia. Nada hacía suponer que ese disco doble que registraba las actuaciones del guitarrista fuera a escalar en los rankings. En 1976, cuando apareció el álbum, Frampton tenía una larga carrera detrás, oficio, algo de prestigio y ningún hit.

En el colegio secundario tocaba la guitarra. Allí su banda, a veces, compartía escenario con el grupo de otro alumno tres años más grande que Frampton, un tal David Robert Jones, a quien luego todos conocerían como David Bowie. Peter comenzó su carrera en el grupo juvenil Herd. Después de unos años formó Humble Pie con Steve Marriott, un ex Small Faces. Al tiempo se separó y comenzó su camino solista. Grabó varios discos y cosechó un módico reconocimiento. Todo cambió con la publicación de las canciones registradas, principalmente, en el Winterland Ballroom de San Francisco. Lo que sucedió con Frampton comes alive fue inédito. El disco en vivo funcionó, como en otros casos, como un greatest hits de la obra del artista pero, en este caso, permitió al público conocerlos por primera vez.

En el repertorio había temas que merecían mayor difusión y el público los descubrió, todos juntos, gracias a este registro. Casi veinte millones de copias vendidas en todo el mundo. Las razones del éxito fueron varias. La imagen seductora del artista, algunas canciones con gran potencial comercial (Baby, I love your way, Show me the way, Do you feel like we do), las versiones en vivo (aunque con sobregrabaciones posteriores) eran más potentes que las de estudio, y la destreza de Frampton con la guitarra, a lo que le sumaba el sonido particular que le brindaba el uso del Talk Box.

Frampton siguió recorriendo los escenarios del mundo pero nunca volvió a tener el mismo éxito.
Frampton siguió recorriendo los escenarios del mundo pero nunca volvió a tener el mismo éxito.

Llegó a la tapa de las revistas más variadas y lideró todos los charts. Baby, I love your waysonaba en cada radio. Parecía que Frampton llegaba para quedarse. Pero a partir de ese suceso súbito todo fue en pendiente. Lo intentó durante cuarenta años. Nunca bajó los brazos pero ya no pudo seducir al gran público. Tomó una serie de malas decisiones. La discográfica lo apuró para sacar su siguiente disco que vendió bastantes copias pero desilusionó a su público.

Llegó a la tapa de la Rolling Stone pero la foto con el torso desnudo en pose sexy lo instaló como un ídolo juvenil, algo bien alejado de su estilo. Y, también en el pico de su fama, interpretó a Billy Shears en ese desastre épico que fue la película El Sargento Pepper y su Banda de Corazones Solitarios. Catástrofe a la que sólo pudieron subsistir los Bee Gees, siempre inmunes.

Con los años, Frampton pasó a ser un consumo nostálgico. Su perseverancia emociona. Nunca se dio por vencido. Grabó varios discos, intentó una vuelta de Humble Pie, probó con otros discos en vivo por si el milagro se reproducía, tocó en las giras de Bowie a mitad de los noventa, integró ese troupe alegre y trotamundos que es la banda viajera de Ringo Starr en la que cada miembro, cada vieja gloria, tiene su momento de lucimiento personal, y también la de Charlie Watts.

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En el mismo momento en que dio a conocer su enfermedad, el guitarrista anunció su tour de despedida. Aclaró que a diferencia de otros músicos y bandas que viven hace veinte años despidiéndose del público, la de él, forzado por las circunstancias, será la de la definitiva despedida. «Si hubiera otra gira -dijo- ya no sería el tour de despedida, sino que habría que llamarla ‘La Gira del Milagro’».
Sabe que su tiempo como músico se acorta. Por eso en los últimos meses grabó más de treinta temas. Quiere aprovechar lo que le queda de energía. Quiere seguir haciendo lo mismo que hace desde que tenía ocho años. Quiere cumplir los sesenta años de romance con el instrumento celebrando sobre el escenario. Quiere seguir tocando, sintiendo el reconocimiento del público. Aclaró, y todos le creímos, que lo hará hasta que las fuerzas se lo permitan.

Fuente: Matías Bauso, Infobae.