¿Quién sos? El álbum de Kovadloff + Sedler que retoma un género casi en extinción

El filósofo y el músico presentaron en el CCK una obra que combina las dos disciplinas con una calibración personal única; los autores hablan de la «rebeldía» de sacar un disco-libro en estos tiempos. El guitarrista junto al escritor en uno de los ensayos

La escucha de música (la que no es en vivo) está cada vez más orientada al consumo en segundo plano. Así como la computadora descarga correos o actualiza alguna app mientras nosotros estamos escribiendo en Word o buscado algo por internet, nuestro oído se acostumbró a recibir la música de manera fragmentada y en un segundo plano, mientras hacemos otras cosas. Rara vez escuchamos discos completos porque la música suele difundirse como canciones sueltas y en situaciones que no interrumpen otra actividad.

De hecho, escuchamos música mientras estamos concentrados en algo que hacemos en nuestra computadora (y seguramente nuestra computadora no nos preste demasiada atención porque estará ocupada descargando correos o actualizando una app; nos deja en segundo plano).

De rebeldes que son, el ensayista y poeta Santiago Kovadloff y el músico Lucas Sedler no solo publicaron un disco completo, ¿Quién sos?, con poemas leídos y musicalizados, sino que además lo editaron como disco-libro, con textos e ilustraciones de Juan Sáenz Valiente. Son reincidentes, porque hace poco más de un lustro publicaron otro disco-libro, Canciones con Pessoa, de similares características, dedicado a la obra del escritor portugués. Recitados de Kovadloff y músicas de Sedler. De eso se trata cada proyecto de la dupla.

«¿Quién sos? lo concebimos como se concebía una obra algunas décadas atrás. Heredé de mi viejo la pasión por el disco. Él tiene una gran discoteca de vinilos muy cuidados. Me gusta defender el fetiche del disco como obra. Creo que un disco tiene que ser experimentado del mismo modo que una película», dice Sedler durante la pausa de un ensayo, antes de la presentación, en el CCK  y el 3 de agosto próximo en Club Bebop (Moreno 364).

-¿Este nuevo trabajo es una especie de vuelta de tuerca del anterior?

Santiago: -Es la tentativa de profundizar el vínculo con Lucas a través de la propia producción [todos los poemas le pertenecen a Kovadloff]. La emoción particular es ver qué ha hecho Lucas de mi poesía. Porque él no es un lector convencional que nos devuelve interpretación en palabras.

-¿Habrá sido más complicado componer con el autor presente?

Lucas: -Claro, es complejo, pero más emocionante, porque el autor está al lado tuyo. Por suerte, a Santiago mi música le resultó en general conciliable con sus versos. No imaginaba la música que yo puse. Sin embargo, le pareció compatible. Y creo que remitía al clima que él buscaba exponer. Yo intenté literalmente oír qué era lo que los versos me estaban diciendo. Hay uno, «Edén», que tiene como protagonista a una niña que se está hamacando y el vaivén me remite a la cadencia de un vals. El péndulo que se ve cuando uno mira a dos personas bailando un vals. El primero de los poemas, «Situación», habla de alguien, que podría ser cualquiera de nosotros, y que de algún modo se desconoce en la familiaridad de su propio hogar. Ese estado letárgico de alguien que interroga a su propia alma es un blues shuffle. «Algo dice que no» habla de la lluvia; indefectiblemente para mí la lluvia cae en acorde menor.

Santiago: -Su lectura es distinta por ser complementaria. Cuando ensayo con los músicos, te aseguro que tengo una vivencia de integración a un conjunto que derrota la soledad de uno como escritor. Es hermoso advertir que uno puede ser cantante, de algún modo.

Lucas: -Porque Santiago es uno de los pocos escritores que están a la altura de la musicalidad de sus propios versos. Como escritor, es un enorme cantante.

-¿Cómo y hace cuánto se conocieron?

Lucas: -Lo conocí de leer sus ensayos y, después, su poesía. Y personalmente cuando fui a los grupos de sus clases de filosofía y literatura. Pero hay una frase de Pessoa que está en El libro del desasosiego que se refiere a que hay metáforas que son más reales que alguna gente que uno conoce. Por eso creo que si una música que escuchás se vuelve significativa comenzás a desarrollar una relación e intimidad que no se da, incluso, con gente con la que habitualmente tratás.

-Santiago tiene 76; Lucas, 38, la mitad. ¿Hay obstáculos generacionales?

Santiago: -La diferencia de edad se diluye. Lo que logramos no traduce eso, sino complementación. Yo podría ser autor de la música y él de los poemas, aunque mis poemas subrayan el paso un tiempo que Lucas todavía no vivió. A los 76 además uno tiene el sentimiento de que el tiempo está asociado a un porvenir escaso. Por eso cada día es un milagro más.

Lucas: -Siento que puedo ir a mí mismo en la poesía de Santiago, independientemente de que la terminología se acerque a mi generación. Lo que me gusta de la elección de poemas que hicimos es que tratan cuestiones que nos afectan a todos. A cada cual de diferente manera. Es cierto que por ejemplo la lluvia nos ocurre a todos. Si uno no está demasiado distraído puede hacer de la vida ordinaria algo excepcional. Detenerse a ver u oír la lluvia caer. En ese sentido me siento identificado.

-Hay un poema llamado «Ácido». Dice: «Fui consistente hasta que ser pasó de moda. Hoy solo soy cortés». La acidez parece pasar por la ironía.

Santiago: [primero se ríe y luego explica]: -Uno, primordialmente, es un desconocido para sí mismo, aunque se identifique con lo que hace; pero advertimos que la identidad es una cuestión consensuada. Yo arrastro la incertidumbre de que, en el fondo, nos iremos de esta vida sin una idea clara de nuestro paso.

Fuente: Mauro Apicella, La Nación