Sabina y Sastre protagonizaron uno de los encuentros más celebrados del Congreso de la Lengua

Joaquín Sabina y Elvira Sastre, dos españoles representantes de generaciones bien distintas de lectores y de escuchas, que parecen otorgarle al mundo de la poesía una masividad que ese mundo no suele tener, fueron ovacionados hoy en el 8° Congreso de la Lengua, donde se renegó contra «los pequeños nacionalismos», se defendió la poesía como espacio de libertad y se disiparon fantasmas sobre la influencia Internet en ese arte.

«Entre tanto poeta y tanto erudito me siento un poco impostor, pero siempre me gustado sentirme impostor, es decir, asistir a fiestas en las que o tendría por qué ser invitado», dijo Sabina y generó risas sonoras en el Teatro del Libertador General San Martín, donde por la noche serán homenajeado por tangueros locales.

«La poesía responde a una emoción particular e individual, cada uno siente las cosas a su manera y las expresa del mejor modo que puede. Es, bajo mi punto de vista, un género basado en la libertad», dijo Sastre ante una audiencia que apenas al oír su nombre aplaudió y alentó.

Sabina tiene 70 años y más de 40 de trabajo que han dejado unos 35 discos de estudio, en vivo, rarezas, compilados; una decena de poemarios y cancioneros que juegan con el género; un epistolario que recupera su correspondencia, por ejemplo, con el subcomandante Marcos.

En su faceta literaria publicó desde los años 70 libros diversos: «Memorias del exilio», el primero, «De lo cantado y sus márgenes» y «Ciento volando de catorce», entre otros, que supuso un hito en la edición de poesía en español por su gran acogida de lectores.

Sastre tiene 27, cerca de 340 mil seguidores en Facebook; 229 mil en Instagram y 135 mil en Twitter. Poeta, filóloga y traductora escribió seis poemarios («La soledad de un cuerpo acostumbrado a la herida» y «Ya nadie baila», son algunos de ellos) y una novela, «Días sin tí», ganadora del Premio Biblioteca Breve Seix Barral 2019.
Ambos acudieron al panel Poesía y Diversidad Cultural que moderó María Negroni en ese teatro en el centro cordobés, y arrancaron, como pocos, aplausos en la audiencia, dando cuenta de un fenómeno que no es ley en la poseía, una empatía multitudinaria.

Ante más de 800 personas, Sabina advirtió no estar «en absoluto dotado para la teoría ni para la erudición» y que «con el auge de los pequeños nacionalismos que por desgracia está sufriendo el mundo», se considera «de una patria mucho más grande que la lengua española», su lengua.

Sastre habló de cuando descubrió Internet, de que «la poesía se puede leer en un cuaderno, en un periódico o un blog», que «se la puede encontrar doblada en cuatro partes oculta entre otras páginas, fotografiada en una red social, en la pizarra de un aula o en los libros de una hermana» y de que «ahí está la diversidad».

«El mundo cibernético fue un descubrimiento clave en el desarrollo de mi escritura -dijo la segoviana nacida en 1992-. Me permitió estar en contacto con autores contemporáneos, tanto españoles como latinoamericanos, y conocer los temas de los que hablaban, sus lecturas».

«Los devoraba diariamente, pendiente de cada actualización. Puedo decir que encontré ahí un tipo de literatura que no existía todavía en las librerías y que me daría esa libertad de la que me valgo cuando escribo».

Sabina recitó: «Yo poseía mi cuaderno a rayas cada vez más lleno de ripios contra el mundo, mi guitarra, cada día más desafinada, y un plano del paraíso, que resultó ser falso. Pero en la pantalla del Ideal Cinema, cuando no daban una de Romanos, el viento golfo de Manhattan le subía la falda a Marilyn y era domingo, y no había clase, y los niños de provincias soñábamos despiertos y en technicolor con pájaros que volaban y se comían el mundo».

«He visto en nosotras la armonía de la vida y de la muerte, la quietud del cielo y del suelo, la unión del comienzo y del fin, el fuego de la nieve y la madera, la libertad del sí y el no, el valor de quien llega y quien se va, el don de quien puede y lo consigue. Miradnos, y nunca olvidéis que el universo y la luz salen de nuestras piernas», leyó Sastre del poema que hace dos 8 de marzo colgó en su Facebook.

«Una puede descubrir las obras de grandes clásicos a golpe de click -dijo-, dar por sorpresa con un autor que vive al otro lado del mundo con el que te sientes identificada. Internet ha supuesto una revolución y ha permitido que la poesía se visibilice, pues ha llegado a gente que ni siquiera sabía que le gustaba».

«Creo que es un milagro que ustedes se hayan reunido hoy para oír poesía y oír palabras llenas de magia, porque la misma lengua que sirve para pelearse con alguien en un bar, o para cualquier cosa, sirve para darles una gotita de magia», afirmó Sabina.