Durante casi un año, Anna Sorokin, de 28 años, se vistió con las grandes marcas, se calzó unas gafas de Céline y engañó a celebridades, artistas y banqueros de Nueva York, haciéndose pasar por una gran heredera alemana interesada en abrir un gran club privado. Cómo llegó a mezclarse con la alta sociedad, la trama de sus mentiras y su caída
Falleció a los 96 años. Su presencia en «Buenas tardes, mucho gusto» le valió en 1960 un Martín Fierro a «Mejor Programa Hogareño» y, en 1998, el Premio Santa Clara de Asís a su trayectoria.