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Cerca de la célebre Casa Azul, se encuentra la Casa Roja, que nuncase abrió al público y guarda parte de la historia amorosa de la artista.
Un dispositivo que “imagina” rostros en tiempo real. La máquina va creando nuevos retratos basados en fotografías de pinturas históricas, que cambian y desaparecen frente al espectador, en una sucesión infinita.