Son las obras de arte que el autor de “El grito” legó a la ciudad de Oslo, Noruega, antes de morir. El edificio se pensó como “el paradigma del museo del futuro”.
“Madona cósmica”, de 1958, no se veía desde su última exposición en Nueva York 1965; los herederos de su propietario decidieron ahora vender el lienzo inspirado en una virgen de Rafael.